Hay una lucha enconada en Cuba sobre los
planeamientos de algunos grupos o denominaciones evangélicas sobre lo que ellos
definen como: el diseño original (de la familia), y la dedicación de los grupos
LGBTI+, el CENESEX entre otros para cuestionar y enfrentar este y otros
argumentos sobre tan espinoso tema.
Hay sin duda un empeño en enfrentar a la Iglesia,
porque esta es, en número; mayor incluso que la membresía de las organizaciones
comunistas en su conjunto (UJC-PCC). Un llamado a plebiscitar este y otros temas
como el matrimonio igualitario traería una amarga disputa en una votación que
seria decisiva y enconada. Aquí les dejo la última declaración, esta de la Iglesia
Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios)
COMITÉ EJECUTIVO GENERAL IGLESIA EVANGÉLICA
PENTECOSTAL DE CUBA (ASAMBLEAS DE DIOS).
22 de junio de 2020
En
respuesta a recientes debates, artículos, y criterios que cuestionan nuestros
innegociables principios sobre la naturaleza de la familia, su función y
propósito, y fundamentalmente para el conocimiento de nuestra feligresía;
declaramos que:
1.
La Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), es una
Institución Eclesiástica Cubana, investida de la personalidad jurídica y
capacidad legal necesaria para ser sujeto de derechos y obligaciones en nuestra
sociedad, todo ello en consonancia con los preceptos enarbolados en la
Constitución de la República y demás normas jurídicas que rigen el ordenamiento
jurídico cubano y que mantiene una estrecha vinculación y colaboración, con la
denominación a nivel internacional, y la iglesia universal de Jesucristo de las
diferentes denominaciones que respeten y observen los principios bíblicos.
2.
La visión de nuestra iglesia expresa que: Somos una iglesia cristocéntrica,
conservadora de la sana doctrina y dependiente del ministerio del Espíritu
Santo, cuyo propósito principal es lograr la unidad, a fin de ser eficaces en
el cumplimiento de la Gran Comisión (Jn. 17:20–23). Esta declaración contiene
principios bíblicos trascendentales que deben ser preservados y avivados por
todas las congregaciones, departamentos, ministerios, comisiones, presbiterios
y distritos de nuestra Organización. Que, en función de esta visión, tiene como
meta suprema la transformación progresiva a la imagen de Cristo (2 Co. 3:4–6,
18); defiende y enseña los fundamentos de la sana doctrina del evangelio de
Cristo en medio de la creciente apostasía de estos postreros tiempos (1Ti.
3:15); cree y depende del ministerio del Espíritu Santo, y ejerce su servicio
bajo la capacitación e influjo sobrenatural de los dones espirituales (1Co.
12:4–11); fomenta la unidad del cuerpo de Cristo mediante una alianza
ministerial que glorifique al Señor (Ef. 4:1–16) y promueve la extensión del
reino de Dios proclamando las buenas nuevas de salvación por todo lugar,
incluso, más allá de nuestras fronteras (Mt. 28:18–20).
3.
La ortodoxia y orto-praxis de la Iglesia no son impuestas a nadie, solo son
asumidas por los feligreses que, espontáneamente, han abierto el corazón al
Espíritu Santo de Dios, y a través de la fe y el arrepentimiento aceptan a
Cristo como Señor y Salvador. Los feligreses deciden pertenecer de forma
voluntaria a las Asambleas de Dios.
4.
La Iglesia es independiente del estado, y tiene como principio fundamental
proclamar el Evangelio de Jesucristo refrendado en las Sagradas Escrituras,
contentivas de la Palabra de Dios, la Biblia, llevando el mensaje de amor y
justicia a todos los rincones de la tierra, sin distinción de raza,
nacionalidad, edad, rango social, ideología política o género, que defiende los
valores más genuinos e inalienables del ser humano y de toda la creación de
Dios.
5.
La Iglesia no discrimina por razón ideológica o cualquier otra causa posible,
porque ello resultaría incompatible con el amor que Dios nos ha inculcado para
con nuestros semejantes, mostrados a través de la oración por todos los
pecadores y la acción transformadora en la sociedad. La iglesia invita a todos
a comprobar por sí mismos el incomparable amor de Cristo que murió en la cruz
para darnos vida en abundancia.
6.
La Iglesia reconoce y defiende con vehemencia el diseño de la familia y el
matrimonio instituido por Dios, como la base esencial de la vida misma y de la
formación de valores éticos y morales en las nuevas generaciones, así como el
eje fundamental de la sociedad, sin que ello redunde en menoscabo de la
dignidad humana.
7.
La Iglesia identifica, en el matrimonio, a la figura paterna como cabeza de
familia, y a la materna, como la ayuda idónea de aquel. La relación matrimonial
no busca la subyugación de un cónyuge al otro sino reproducir el paradigma de
amor de Cristo hacia la Iglesia. Al constituirse una sola carne, Él entrega su
vida por ella y ella se somete a él (Ef. 5:21–33). Ambos cónyuges tienen
iguales responsabilidades en la formación de valores bíblicos en las nuevas
generaciones, que comprenden el pudor, las buenas prácticas y costumbres, que
le permitan discernir adecuadamente tanto en su vida presente como futura.
8.
La Iglesia respeta el libre albedrío de cada individuo porque así lo reconoce
Dios en Su Palabra; sin embargo, es su misión predicar la sana doctrina y las
sagradas enseñanzas de “Nuestro Señor Jesucristo”, para que nadie peque
por falta de conocimiento. Cada persona es responsable ante Dios, tanto por sus
decisiones como por seguir o no a Jesús y a su Palabra, que contemplan una vida
plena y la salvación de la persona.
9.
La Iglesia no es contenciosa ni se deja provocar por el discurso de odio
levantado por personas y sectores que no acepten nuestra doctrina, pero claro
resulta que nuestros principios no se someten a discusión en ninguna
circunstancia. Jesús es nuestro paradigma, por tanto, brindamos una respuesta
sabia y mansa (Pr. 15:1; Mt. 5:9), mostramos un espíritu firme en nuestras
convicciones (Jos. 24:15; Hch. 5:29) y expresamos el amor de Dios con nuestras
acciones (1 P. 4:8; Ro. 12:14–21).
10.
La Iglesia exhorta a cada congregación a tomar las armas espirituales como la
Palabra de Dios, la oración y la Fe (Ef. 6:10–18), y a trazar estrategias
educativas dirigidas a frenar el impacto de la ideología de género en nuestras
comunidades.
11.
La iglesia continuará mostrando un espíritu de servicio a todas las personas
que visitan nuestras congregaciones y vecinos de la comunidad. Nuestro servicio
de amor y acción social serán un testimonio firme de la Verdad, que es Cristo
(Jn. 14:6).
12.
Finalmente, mis amados, el verdadero enemigo del ser humano es Satanás, padre
de mentira. Él trae división. Vino para matar, hurtar y destruir, tratando de
impedir que el propósito de Dios llegue a la vida de aquellos que no tienen a
Jesús como su Señor y Salvador personal. En cambio, Jesús vino a traer vida, y
vida en abundancia; al sanar nuestras heridas y llenar nuestros corazones de
amor, fe, paz y misericordia.
Comité Ejecutivo General
Iglesia Evangélica Pentecostal de
Cuba Asambleas de Dios
Fuente: Facebook
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