Por: Mayra Barbosa
El 25 de mayo de 1995 el reverendo cubano Orson Vila,
ministro de Asambleas de Dios, fue detenido en su domicilio de la ciudad de
Camagüey. Aquel suceso detonaría una movilización que rompería varios récords
en la historia por la lucha democrática en el período socialista cubano.
Pero ¿qué llevó al líder evangélico a estar en la
mirilla de la dictadura? La misma semana de su arresto agentes del Departamento
de la Seguridad del Estado, la policía política del régimen, visitaron decenas
de lugares de reunión para evangélicos y los clausuraron.
Durante una de esas visitas, el reverendo Orson Vila
se negó a cerrar su domicilio, que se utilizaba como templo ante la
prohibición, desde los años 60, de edificar nuevas iglesias. Según testigos, el
reverendo dijo a los agentes: “las puertas de mi casa están abiertas. Si las
quieren cerrar, háganlo ustedes mismos”.
Los agentes confiscaron megáfonos y micrófonos de la
iglesia, y arrestaron al reverendo. Pero Vila no fue el único. También fueron
detenidos otros dos miembros de la misma iglesia: los pastores Balbino Basulto,
del Distrito Central de la Asamblea de Dios, y Benjamín de Quesada, del Templo
Aleluya en el centro de Camagüey. Ambos quedaron en libertad y sin cargos ese
mismo día.
Pero Vila fue condenado a dos años de prisión bajo
cargos de desobediencia y reunión ilícita en un juicio sumario celebrado el mismo
día de su arresto, sin dársele la posibilidad de contratar a un abogado y dar
tiempo para planear la defensa.
Y fue entonces cuando rompió la movilización de
cientos de cubanos, creyentes en su mayoría, aunque secundados por testigos del
centro de la ciudad, hacia el Tribunal Provincial Popular en la estrecha calle
Cisneros.
El escritor camagüeyano Rafael Almanza, recuerda la
tensión en la ciudad en aquellos momentos. La popularidad de Vila hacía su caso
aún más visible. Las personas se fueron sumando poco a poco hasta superar el
millar.
Durante el juicio abreviado de Vila los congregados
permanecieron en el exterior de la corte durante varias horas gritando ¡Cristo
Vive!, de acuerdo con un informe de Amnistía Internacional (AI).
UN CASO ABIERTAMENTE POLÍTICO
En junio de 1995 esa misma ONG Pro-Derechos Humanos
documentó detalladamente el proceso contra el líder religioso y lo declaró
preso de conciencia “ya que la única razón de su encarcelamiento son sus
esfuerzos para ejercitar pacíficamente el derecho a la libertad religiosa, de
expresión y asociación”.
Tras la resolución de un recurso el 31 de mayo de
1995, la condena se redujo a 18 meses de cárcel que el reverendo cumplió
parcialmente en la prisión Cerámica Roja, en la periferia de la ciudad de Camagüey.
Al salir de la cárcel, Vila dijo para un informe de
AI: “estoy tan agradecido por el poder de la oración. Recibí fuerzas del
Señor y nunca me enfermé, ni catarros, ni enfermedades de la piel, ni
enfermedad alguna. Además, tuve muchas oportunidades de compartir el evangelio
con mis compañeros de prisión”.
Pero ¿quién era este hombre que levantó a más de mil
cubanos a protestar en un caso abiertamente político? En la década de 1960,
tras obtener el título de doctor en medicina, Orson Vila renunció a su carrera
como médico y se dedicó al pastorado.
Su primera detención y encarcelamiento no ocurrió en
1995, sino en mayo de 1988 cuando acabó condenado a cinco meses de prisión por
celebrar “reuniones ilícitas”. El reverendo interpuso un recurso legal que
prosperó, y la corte resolvió conmutar la pena de cárcel por una multa.
Llegó a ser Superintendente del Distrito Central de
Asambleas de Dios, la denominación protestante más extendida en Cuba, con más
de medio millón de miembros actualmente. Aunque según News Network
International, en 1994 contaba con 420 congregaciones y con casi quinientos
domicilios que servían de pequeños templos o casas culto.
En 1990 la Oficina de los Asuntos Religiosos del
Partido Comunista concedió autorización verbal a Asambleas de Dios para
establecer casas culto en el país ante un crecimiento acelerado de la membresía
evangélica. En el quinquenio 1990-1995, según los datos oficiales de la
confesión, el número de congregados se cuadruplicó: de 3 mil a 12 mil.
El reverendo Orson Vila abrió una casa culto por
primera vez en 1991, pero en enero de 1995 las autoridades cubanas ordenaron su
clausura. El reverendo pidió que le dieran la orden por escrito y en marzo
recibió una comunicación en la que se decía que sólo se autorizaban 16 casas
culto en toda Camagüey, la provincia más extensa del país.
De acuerdo con AI, el 24 de mayo de 1995 el gobierno
cubano había ordenado la clausura de 85 de los 101 centros evangélicos en la
provincia de Camagüey. Los centros a los que se les permitió continuar abiertos
fueron los más pobres, aquellos con menos miembros y más distantes o
intrincados.
De manera que la arbitraria detención de Vila no era
solo la acción contra un hombre popular, sino también un atropello más contra
toda una parte de la sociedad civil a la que el gobierno obstaculizaba su
derecho a reunirse, asociarse y creer.
UNA EXAGENTE DE LA SEGURIDAD DEL ESTADO HABLA
Muchos años después, la agente de la Seguridad del
Estado infiltrada en el Movimiento Pro-Derechos Humanos de los años 90, Aleida
Godínez, reconoció la posición política de Vila “quien escudado en la
prédica del evangelismo también hacía arengas políticas”. Esto resalta el
cariz político del caso.
En una entrevista de 2003 para el libro oficialista
Los Disidentes, Godínez relata que la familia del reverendo “se había negado
a tener contactos con los funcionarios norteamericanos, a pesar de que estos se
habían interesado en verlos”.
Solidariamente, los diplomáticos estadounidenses se
trasladaron, no en un auto de embajada, sino en uno de turismo, hasta la ciudad
de Camagüey, y contactaron a la entonces agente de la policía política para
lograr concertar un encuentro con alguien de la familia pastoral.
El encuentro se dio tras una arbolada, sobre las nueve
de la noche.
En medio de una década convulsa tras el derrumbe del
bloque comunista en Europa del Este, Cuba vivió un aislamiento comercial y
diplomático importante. Al mismo tiempo, hacia el interior de la isla varias
muestras de descontento con el régimen económico y político imperante
estallaron en forma de protestas populares.
La más memorable, por la cantidad de imágenes que se
conservan, fue el llamado Maleconazo, que en agosto de 1994 unió a miles de
personas en zonas próximas al Malecón habanero entre escenas de vandalismo,
violencia policial y gritos de ¡Cuba sí, Castro no!
Al igual que el Maleconazo, la protesta de los
evangélicos, en Camagüey, tomó un marcado matiz antisistema al exigir la
liberación de un hombre apresado por causas políticas y llevar las demandas
frente a una de las más importantes instituciones del régimen. Así, también se
convirtió en la protesta pacífica más numerosa en la historia de la Cuba
comunista hasta la actualidad, y la más multitudinaria registrada fuera de la
capital.
Orson Vila volvería a ser noticia en 2003, pero esta
vez dentro del mundo protestante. Mientras algunas iglesias históricas
agrupadas en el Consejo de Iglesias veían luces de esperanza en el ascenso de
gobiernos de izquierda en el continente, el pastor Vila lanzó una profecía
donde Cuba era asolada por catástrofes naturales y un conflicto con Estados
Unidos si el pueblo seguía negando a Dios y adorando al hombre.
EL doctor Yoannis Reinaldo Yero recuerda que “la
profecía, sin embargo, no iba acompañada de un calendario de cumplimiento, lo
que entonces me recordó aquella otra (esta vez católica) del fin del castrismo
y dada por Antonio María Claret en el siglo XIX y cuyo cumplimiento todavía
algunos católicos esperan”.
En el contexto cubano hasta una profecía, recuerda
Yero, “puede implicar un operativo policial mayúsculo quizás por promover un
espíritu derrotista entre las masas”. O al menos si así lo entiende el
totalitarismo cubano.
Actualmente Vila reside junto a su esposa en el sur de
La Florida, Estados Unidos, donde salió exiliado y allí lidera el ministerio
Centro de Avivamiento Cristiano.
Nota: Texto
recibido desde Cuba por correo electrónico.
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