El anuncio reciente de la creación en Cuba de una
organización que agrupa algunas de las denominaciones evangélicas más conocidas
sorprendió a muchos. Un grupo numeroso de líderes y feligreses se dieron cita
en el campamento Metodista Canaán para sentar las bases de esta organización
denominada: Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba.[1]
El documento constitutivo, que no es definitivo, deja claro
lo siguiente: La razón principal que motivó la creación de dicha Alianza, es
que las denominaciones que la integran no se sienten representadas delante de
las autoridades y el pueblo cubano por el Consejo de Iglesias de Cuba y se
sienten motivadas a trabajar unidas en la defensa de los valores bíblicos. (Religion en Revolucion Blog, 2019)
Este conjunto de denominaciones no es una organización
ecuménica más ni pretende serlo. Su argumentación implica una intención de servir de
contrapartida al Consejo
de Iglesias de Cuba (CIC). Una especie de tardo ecumenismo enfilado a desafiar al binomio CIC-OAR que marca el paso en las
relaciones Iglesia-Estado en Cuba. Es una decisión importante y trascendente,
que no encontró la atención apropiado en
los medios .Pero de lo que si estoy seguro es que muchos dentro de CIC y sobre todo de la todopoderosa Oficina
de Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC (OAR) deben
estar muy preocupados.
Es tal la relación emponzoñada entre el CIC y el
régimen a través de la OAR que muchos, sobre todos jóvenes y personas no
vinculadas con la iglesia, piensan que
el CIC es hechura del régimen Castro comunista. ¡Ni tanto!
El Consejo de Iglesias de Cuba fue fundado el 28 de
mayo de 1941 y no precisamente con este nombre sino como Consejo de Iglesias Evangélicas
de Cuba, y sus misión y visión se modifica en los años 1977 (cuando asume el nombre de Consejo Ecuménico
de Cuba), en el 1980 y más reciente en el año 2000. Pero el verdadero propósito
de su misión se establece y consolida en los primeros años de la Revolución,
haciéndose evidente que estas iglesias, o al menos muchos de sus líderes hacían
una opción preferencial por la Revolución y el Socialismo.
Esto no era nada nuevo, los mecanismos de control ideológico
del régimen tenían que establecer como lo habían hecho los regímenes de Europa
del Este, un definitivo control sobre las actividades y propósitos de las
denominaciones religiosas. Trataron de hacerlo con la Iglesia católica con el
malogrado movimiento
“Con la Cruz y con la Patria”,
echaron mano a un líder católico del cual no tengo memoria, Raúl Gómez Treto,
después vino el grupo o Centro Oscar Arnulfo Romero. Nada de esto completó el
intento de operar en la feligresía católica,
menos aún en el cerrado círculo de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Algo de todo esto se
hizo realidad, la figura controversial y claudicante del Cardenal Jaime Ortega
y Alamino y el resultado fue, a largo plazo, ventajoso para el régimen.
En relación a las denominaciones religiosas, aun
cuando muchas se sumaron y aun forma parte del CIC, una parte importante constituida
por las convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Liga Evangélica de
Cuba, Asambleas de Dios y otras iglesias
neo pentecostales o de inspiración apostólicas no son miembros del CIC, y esto
hace una marcada diferencia con el numeroso
grupo de instituciones religiosas que son parte del pro oficialista CIC. En la
actualidad el CIC está formado por un abigarrado
número de iglesias, asociados fraternales, organizaciones e instituciones
educativas, culturales etc. En este complejo mundillo de la Fe están alineadas
desde El Ejército de Salvación hasta el Yoga o la Santería. Su dedicación común
es el postureo procastrista.
El régimen necesitó y aún necesita una amplia base de organizaciones
religiosos que pudieran mostrar, frente a un creciente movimiento revolucionario en Latinoamérica,
del cual eran parte las estructuras de soporte subversivo del régimen. También
eran parte consustancial la Iglesia Católica de inspiración popular en LA, el
naciente movimiento guerrillero colombiano, la Teología de la Liberación y un
sinfín de organizaciones revolucionarias y pro castristas, que usaban por igual, los principios sociales del
cristianismo y el más rancio marxismo leninismo. Cuando venían a La Habana, a
la fuente motivacional de su ideología; los seguidores de estos movimientos
debían encontrar iglesias cubanas y feligreses proclives al régimen que ellos
ensalzaban. De lo contario la incongruencia entre un sistema de consagraciones
tan inspiradoras como eran la doctrina revolucionaria y la doctrina cristiana,
podía menoscabar sus propósitos, tan
nobles como la opción armada.
Se vivían tiempos de abyecta manipulación, cinismo
político y represión religiosa. La sociedad no se había recuperado de las
depuraciones en las universidades y la UMAP y
ya se veía venir un periodo de represión después del Congreso
Nacional de Educación y Cultura. A principios de los setenta expresé mis dudas
en una reunión auspiciada por líderes religiosos que apoyaban a la Revolución,
entonces dije lo siguiente: ¿cómo aceptar que debemos asumir, conforme a
los principios cristianos, una opción revolucionaria cuando es inminente que
vuelvan las depuraciones de religiosos en las Universidades? a mis palabras
siguió el silencio.
La manipulación del régimen y sus organismos de inteligencia
eran patentes. Empezaban a utilizar un arma que emplearon por muchos años: los
viajes al extranjero y la necesidad vital de cualquier líder para ser reconocido,
apreciado y en ningún momento ninguneado. También, el que es manipulado o se
deja manipular asume su condición de persona de interés o de utilidad y
eventualmente se hace cómplice.
Contaban con una Iglesia que transigía con el régimen.
Muy a desgano era presentada a los visitantes revolucionarios, provenientes sobre
todo de Latinoamérica, como ejemplo de
que la Revolución respetaba la libertad religiosa y que las iglesias eran parte
del proceso revolucionario que vivíamos los cubanos. Mientras, se sucedían los
círculos políticos donde se retomaba el discurso antirreligioso y el petulante
enfoque ateo y materialista; propio de una educación asentada en la ideología
comunista. Además nos decían que el cristianismo y la Revolución, en la América
Latina, andaban de la mano y que esta alianza gozaba de buena salud.
Eran los tiempos que, mientras muchos jóvenes cubanos
asistían a la Iglesia con la Biblia escondida en un cartucho, nos desgastábamos
en discusiones sobre las responsabilidades sociales del cristiano y éramos
citados para hablar con algún miembro del Partido sobre nuestra simple asistencia
a un servicio religioso.
Recuerdo que en una ocasión nos invitaron a un grupo
de estudiantes universitarios para un encuentro con un importante líder religioso
de la Iglesia Ortodoxa Rusa recién llegado a La Habana. El encuentro era auspiciado
por el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) una organización fantasmal pero útil.
Todo indicaba que el ilustre visitante, un metropolitano ortodoxo ruso, quería
ver de primera mano si había cristianos universitarios en Cuba. Estábamos en un
aula pequeña de la Iglesia Presbiteriana de La Habana, como muestra, unos 6 jóvenes,
cinco de los cuales no éramos miembros del MEC sino de la Unión Bautista de
Estudiantes Universitarios. Llegó el Metropolitano
con sus vestimentas, ornamentos e insignias litúrgicas junto al que decía ser
el presidente del MEC seguido de dos segurosos[2]
que no perdían detalles con sus ojerizas e
inquisitorias miradas. Después de la presentación no se habló como no
fueran dos o tres preguntas para retirar de inmediato al metropolitano. Una sensación de que nos habían tomado el pelo se hizo
patente entre los escasos estudiante que estábamos allí.
Unos meses después en un viaje no coincidente a la ciudad de Camagüey (1972) me encuentro
con un destacado líder del Consejo de Iglesias de Cuba y apasionado de la
Teología de la Liberación, aún lo es, es un pastor bautista. La conversación pronto
alcanzó al tema de la dedicación de los cristianos a la Revolución y a la
construcción del socialismo. Le pregunté, recordando la anécdota de arriba: ¿Para qué nos quieren?, ¿para manipularnos? Porque
ahora mismo cuando debíamos ser parte de una dedicación consciente al encuentro
entre cristianos y marxistas estamos más preocupados que nunca. Recién se dio a
conocer las Tesis y Resoluciones de Congreso
Nacional de Educación y Cultura y aunque no
es notorio que atacaran a las iglesias, han aparecido los análisis en la
revista El Militante sobre las iglesias evangélicas y los círculos políticos se
suceden. Algunos estudiantes cristianos evangélicos, entre ellos yo, hemos sido
citados. La verdad es que no solo los intelectuales “tienen mucho miedo”[3],
yo también. Esta fue su respuesta:
Mira, los cristianos tenemos que, frente
a la Revolución, superar el complejo de manipulación, si no lo hacemos nunca
podremos caminar junto a ella.
En este prolongado caminar, unos siguieron en el
camino, otros se sumaron al andar del oportunismo más perturbador, y otros
tomaron distintos derroteros.
Fui como
muchos jóvenes testigo y protagonista de eventos que podían enriquecernos o
humillarnos, elevarnos o asfixiarnos; sin que mediara tiempo alguno para la
reflexión y las decisiones. En todo esto las iglesias participaban y participan
en un rito de aceptación, colaboración y abandono. Hemos sido, muchos sin
proponérnoslos, parte de un empeño de
maridaje y canallada de una buena parte de instituciones e individuos que han
preferido caminar con el rostro cubierto, en engañifas y conjuras roñosas para
ver como un régimen da cuenta de la espiritualidad, en tanto que menoscaba la
libertad y desprecia el derecho. (Gonzalez, 2017)
Continuará….,
2019 ©
[1] Blog, R. R. (Ed.). (2019, June 3). Se
crea en Cuba la Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba, contraparte del pro
oficialista Consejo de Iglesias de Cuba. Retrieved
June 21, 2019, from
http://religionrevolucion.blogspot.com/2019/06/se-crea-en-cuba-la-alianza-de-iglesias.html
[2]
Seguroso: Lenguaje popular para referirse a los funcionarios de la Seguridad
del Estado en un tono de burla, enfatizando su carácter de misterio,
clandestinaje y secreto.
[3]
"Yo no sé ustedes, pero yo tengo
miedo, mucho miedo". 1961. Virgilio Piñeira, Encuentro con los Intelectuales.
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