mayo 07, 2017

De la muy ingeniosa dedicación de algunos católicos en Cuba para hacer valer la Cruz y la Patria.

Por: Eloy A González.
‘Viva Fidel Castro Ruz, con la Patria y con la Cruz’. ‘‘Anillo, redondel y aro… ese Padre sí está claro’; ‘Uno, dos, tres y cuatro… ese Padre sí está claro’. Vítores al cura procastrista Germán Lence el 16 agosto 1960.
Resulta equivocado y de un simplismo desastroso el tratar, de la manera tan frecuente como se hace, el contencioso ocurrido entre la Iglesia Católica y el recién estrenado gobierno revolucionario en Cuba. Esto en los primeros años de la así llamada Revolución Cubana, cuando, unos triunfantes guerrilleros se afincaban en el poder dejando a un lado los ideales y propósitos que dijeron seguir; después de conducir una guerra sobre dimensionada y objetable en el orden histórico en muchos aspectos.
P. Ángel M Rivas,
oficial y capellán del Ejército Rebelde, 
fue detenido y expulsado de Cuba.
No hay dudas que al triunfo de la Revolución, y consolidándose una dictadura totalitaria sin perder mucho tiempo, se produjo un encontronazo entre la Iglesia Católica y el gobierno que se apresuró a instaurar el inédito dictador. Las medidas fueron del todo incongruentes cuando se comenzó de inmediato a fusilar aduciendo que se estaba  haciendo justicia, esto, sin el debido proceso. Se intervinieron las escuelas católicas y se lanzaron con todo sobre la única Universidad Católica que había en el país; se reprimió  y se usaron todo tipo de descalificaciones contra el clero y los laicos católicos que fueron objetos de represalias. Una Revolución que comenzó promoviendo el odio, confiscando propiedades y bienes, llenando las cárceles de presos, controlando la Prensa y cuestionando las elecciones libres. De  los sacerdotes dijeron que eran falangistas, para no decir batistianos  y el catolicismo pues, conservador y reaccionario. Uno de tantos vítores en las calles decía: “Mi mamá no quiere que yo vaya a la iglesia/porque el cura falangista me convierte en terrorista”.
Resulta muy fácil buscan la confrontación, motivar a la población al resentimiento, establecer las premisas de una lucha ideológica y tratar de desplazar como actor primordial de la sociedad a la Iglesia; un tanto comprometido por aquello de que con la iglesia hemos dado. Los hechos pueden ser otros:
En los hechos, durante el periodo inmediato anterior y posterior al triunfo de la revolución, esto es, desde el golpe de Estado perpetrado por Batista, hasta algunos meses después de la declaración socialista de la Revolución, el catolicismo adquirió facetas muy complejas que impiden catalogar a los actores en grupos claramente delimitados con base a sus posturas frente a la revolución. El punto de inflexión no fue ciertamente la revolución, sino el carácter comunista que ésta fue adquiriendo hasta definirse como tal. La pugna comunismo vs anticomunismo puede ser y de hecho ha sido una perspectiva de lectura recurrente desde la cual se ha abordado el estudio del papel jugado por los católicos en Cuba revolucionaria.[1]
Precisamente uno de los factores que jugaron y tal vez aun juegan un papel destacado dentro de las complejas relaciones Iglesia Católica- Estado es la presencia de muchos católicos que, al inicio de la consolidación del régimen,  mostraron una  fascinación rastrera por la Revolución y sus líderes; todo esto tratando de busca un compromiso social cuestionable ante  un régimen que comenzó vulnerando los derechos fundamentales. De esta acción degradante y sombría apareció en el escenario nacional, tal vez antes de que las catervas triunfantes se hicieran del poder, una organización o grupo de católicos pro castristas denominado: Agrupación Cívica de Revolucionarios Cubanos ‘Con la Cruz y con la Patria”.
La creación y surgimiento de un movimiento que coordinara la labor y dedicación revolucionaria de los católicos cubanos dentro de la Revolución, parece haber sido una idea incubada desde los días de la lucha insurreccional, entendiendo por esto el periodo de lucha en la Sierra Maestra; pero tal vez fue antes. Una de las fuentes más reveladoras de los eventos ocurridos entre la Iglesia Católica durante la lucha insurreccional, y después, en los primeros años del afianzamiento del régimen, es el libro que sustenta las notas del padre paúl Hilario Chaurrondo de reciente lectura.[2]
Chaurrondo anota que el tiempo en que los asaltantes al Cuartel Moncada pasaron en el conocido Presidio Modelo de Isla de Pinos fue una academia de ideales. Es sabido que los revolucionarios hicieron de su estancia allí actividad intelectual fecunda, donde se preparaban y establecían las proposiciones de lo que sería una revolución triunfante y una dictadura por crear. Funcionó una academia y una biblioteca, los maestros no faltaron; tal vez en ese lugar  se  tramaron más de una idea torcida de control y represiones futuras. Ideas como la de crear organizaciones afines pudieran tener su origen en este prolongado encierro de mentes proclives a la conspiración y el engaño. Dice el prelado, quien los visito  en el presidio, lo siguiente: “En aquella soledad, que nada tenía de la tétrica escena montada por Castro, existía una academia de ideales donde se estudió hasta las entrañas, pensando y discutiendo sobre la Cuba futura, mientras se colocaban la aureola de mártires. [3]
Las cuidadosas y precisas notas del Padre Chaurrondo, demuestran que la Agrupación Cívica de Revolucionarios Cubanos ‘Con la Cruz y con la Patria”, no fue una organización que surgió de manera espontánea en el momento de entusiasmo que se vivía después de la fuga de Batista y la entrada triunfal del Máximo Líder junto a su séquito de barbudos  a La Habana. El prelado anota:
La idea de coordinar la acción de los católicos dentro de la Revolución había surgido en la resistencia, junto con un movimiento de tendencia humanista…., algunos sacerdotes trabajaban con ese movimiento a fin de constituir una agrupación laica. Se hizo conocimiento a Fidel en la Sierra de ello y este mando un agente para que organizase a los católicos en la resistencia. La idea de Fidel no era que la Iglesia se adhiriese oficialmente a la Revolución sino que organizarse servicios de ayuda y protección para las víctimas de la policía. [4]
El líder los quería de su lado, pero no con suficiente protagonismo como para que, en su momento, le movieran el piso. Tal vez por aquello de que: con los curas y los frailes, buenos días y buenas tardes; que bien que fue educado por los jesuitas.
De manera que al triunfo de la Revolución estaban creadas las condiciones para que una organización para eclesial, dentro de la iglesia católica, asumiera el protagonismo que requerían tantos católicos que se sumaron a la Revolución, sobre todo en el momento en que estaban controlando todo el poder en el país; cuando aflora siempre el oportunismo y la ruindad. La organización “Con la Cruz y con la Patria”, y muy vinculada con esta, la  Unión de Católicos Revolucionarios (UCR), ya eran parte de la Revolución que se decía de los humildes y para los humildes.
Como se creó, trabajó y quiénes fueron los que participaron en esta organización que parece venir de los tiempos de insurrección, es algo que resulta difícil de determinar porque los datos escasean. Nada encontramos en relación a la UCR.  Contamos  con una relación de las personalidades más notorias de la organización “Con la Cruz y con la Patria” o relacionadas con esta que consideramos de interés mencionarlas. Estos fueron algunos prelados que influyeron:  P. Lucas Irutagoyena OFM, P. Guillermo Sardiñas, P. Andrés Valdespino, P. Juan Ramón O’Farril, P. Eduardo Aguirre, Mons. Belarmino García Feíto, Mons. Manuel Rodríguez Rozas. Pero lo importante aquí son aquellos sacerdotes y laicos que participaron de manera directa y con notable protagonismo, estos fueron: P. Germán Lence, P. Ignacio Baín, P. Ángel Gaztelú, P. Moisés Arrechea y los laicos: Lula Hortsman (figura representativa),  Esterlina Milanés, José Márquez de la Cerra, Yolanda Appiani, Francisco Menéndez, Antonio Pena Barberá y  Antonio Pruna Lamadrid.
Esta organización se dedicó a promover la Revolución en un momento en que se originaba, dentro y fuera de la Iglesia Católica, una lucha ideológica y consecuente  confrontación  que alcanzaría su mayor auge con la expulsión de los sacerdotes y religiosas de Cuba.
El sacerdote devenido en cronista, señala que la iglesia asumía el silencio. Los franciscanos estaban decididos a defender la Revolución y los jesuitas daban la impresión de no querer terciar en la lucha…,[5]. ¿Era esto una división dentro de la iglesia?, desde luego que no.
La organización que nos ocupa dio muestra de una lealtad  para con la Revolución, que sin dudas, acarreó no pocas críticas de la mayoría del pueblo católico cubano que ya no aceptaba de buena gana una Revolución que les atacaba. Chaurrondo señala que “estos organizaron actos religiosos de tinte político sin duda”. Una misa por la salud de Fidel Castro fue particularmente notoria, en un país donde los sicarios del régimen ya se encargaban de modificarle la salud, fusilamiento de por medio, a decenas de cubanos que comenzaban a disentir del régimen. El prelado señalaba:
La organización Con la Cruz y con la Patria era un movimiento meramente laico sin pretensiones de asociación piadosa. A pesar de no estar controlados por la jerarquía funcionaban sin chocar con la Iglesia. En Santiago tuvieron dificultades con Serantes .Pero en otros lugares también enfrentaron problemas a causa de sus ideas. Uno de ellos surgió con los católicos cuando los de la organización discutían sobre la posibilidad de cantar el Himno del 26 de julio al entrar o salir de las misas.  Algunos sacerdotes comenzaron a alejarse de la agrupación  sospechando que la presidenta, Lula Horstsman estaba manejada por Vilma Espín. Cuenta Gaztelu que habiendo tomado la institución cierta disposición, esta señora dijo que para ejecutarla primero tenía que hablar con Vilma. [6]
Los miembros se está organización consideraban que hubo cierta asentimiento de la Iglesia al régimen de Batista, mostraban un discurso anticlerical y denigraban a la jerarquía  católica; y no dudaron en considerar que aquellos laicos que ya mostraban su desacuerdo con la Revolución lo hacían para desacreditarla.
En las notas del P. Hilario Chaurrondo, cuando habla del P. Germán Lence, principal líder y promotor de la organización Con la Cruz y con la Patria, este se refiere a que algunos veían a este religioso como el futuro pontífice de una supuesta iglesia católica de Cuba, independiente de Roma, la cual estaba en ciernes a pesar de la opinión  adversa de algunos.[7]
No es desacertado considerar que en Cuba, ya en los primeros años de la Revolución, se trató de repetir la experiencia de la China comunista al tratar de crear una Iglesia católica oficial (patriótica) manejada por el régimen. Esta iglesia está presente en China y es una iglesia nacional, independiente y opuesta a Roma. Dependen de una organización denominada Asociación Católica Patriota de China (CCPA). Tal vez las mentes exaltadas y de inspirada conspiración de los líderes de la Revolución, consideraron en su momento  la idea de crear alguna organización como esta de “Con la Cruz y con la Patria” apoyada en la UCR, para convertirla en una asociación de católicos cubanos “patriotas” que pudiera tener un versión para el laicado recordando  la experiencia de los “sacerdotes patriotas” polacos, también por supuesto procomunistas. Pero veamos algunos otros argumentos al respecto:
Cuando el P. Juan Ramón  O’Farril y el P. Eduardo Aguirre, quienes habían cooperado con la Revolución, escapan de la Isla, uno de ellos  supongo que el P. O’Farril declaró ante una comisión del Senado de los Estados Unidos y aseguró que “Fidel le había llegado a sugerir la creación de la Iglesia Católica Nacional sin relación con Roma”.[8]
En una reunión con algunos representantes de la iglesia católica cubana y el secretario de la  Embajada de los Estados Unidos en Cuba, el Obispo Auxiliar Mons. José Domínguez señalaba lo siguiente: “Es muy posible que los católicos pro Castro y los pocos sacerdotes revolucionarios que aún quedan; declaren que la Jerarquía no les representa y funden su propia iglesia sobre la estructura de la existente  organización Con la Cruz y con la Paria”.[9]
Por último, una nota del escritor y traductor Roger R Fernández, por aquellos días trabajando en La Habana , señalaba que “el gobierno castrista creo el movimiento Con la Cruz y con la Patria para difamar la unión católica y allanar el terreno para el establecimiento de una Iglesia Nacional, responsable únicamente ante el gobierno revolucionario”; agrega el intelectual que  el motor principal de este movimiento lo fue Osvaldo Dorticós con dos de sus abogados , Héctor Garcini Guerra y José Antonio Frías, quienes diseñaron el primer documento que mostraría al mundo que la Iglesias Católica en Cuba estaba dividida”. [10]
No sabemos de los documentos constitutivos de esta organización ni en que circunstancias desapareció de la escena pública; tampoco sabemos que suerte corrieron sus principales promotores. Pero sin lugar a dudas existió una agenda conspirativa que pudo haber venido desde los días de la academia en el presidio, los largos días de espera en medio de la lucha insurreccional y después en los primeros años de la Revolución; cuando se produjo el enfrentamiento con la Iglesia. Esa agenda u hoja de ruta,  más que crear una iglesia patriótica, de lo que se trató fue de dividir y reprimir en todo lo posible a la Iglesia;  todo esto en medio de un escenario de confrontación ideológica que terminó con la consolidación de la dictadura Castro comunista y la actitud de sobrevivencia y dedicación adocenada de la Iglesia Católica durante tantos años.
No surgió la Iglesia Patriótica, ni el P. Germán Lence fue Cardenal Primado de esta. La Revolución atacó y manipuló en lo que pudo a la iglesia Católica con la misma dedicación con que lo hizo con toda la sociedad civil cubana;  hasta que llegamos a esta situación presente y real de una Iglesia que no muestra ni va a mostrar una postura noble y consecuente.
01.05.2017©




[1] Pedroza, B. I. (2016, Noviembre 20). Catolicismo y Revolución Cubana. Retrieved April 29, 2017, from http://www.pacarinadelsur.com/home/abordajes-y-contiendas/1080-catolicismo-y-revolucion-cubana
[2] Saludes, M. (2013). Hilario Chaurrondo: Entre Iglesia y Revolución. Miami, FL: Alexandria Library.Apuntes de un sacerdote paúl español en Cuba
[3] Saludes-Chaurrondo, Op.Cit., p. 29
[4] Saludes-Chaurrondo, Op. Cit., p.57
[5] Saludes-Chaurrondo, Op.Cit., p. 55
[6] Saludes-Chaurrondo, Op.Cit., p.58-59
[7] Saludes-Chaurrondo, Op.Cit. , p.60
[8] Saludes-Chaurrondo, Op.Cit.,p. 56
[9] Uría, I. (2011). Iglesia y revolución en Cuba: Enrique Pérez Serantes, (1883-1968) el obispo que salvo a Fidel Castro. Retrieved February 29, 2017, from https://books.google.com/books. Editorial Encuentro Madrid, p. 443
[10]Fernández, R. R. (2013). Odisea hacia la oportunidad. Retrieved February 29, 2017, from https://books.google.com/books…, Palibro, pág. 93

1 comentario:

Jaime Leygonier dijo...

El castrismo, siempre destruye desde adentro y desde arriba a las asociaciones e iglesias. Si en sus inicios no llevo adelante el proyecto, que manejaron, de crear una iglesia paralela progubernamental y prefirieron aislar, acosar y excluir a la Iglesia y a sus miembros. Hoy, el castrismo tiene esa iglesia paralela en el Consejo Nacional de Iglesias, que proclama al perseguidor de los cristianos, Fidel Castro, como gran profeta, evangélico, etc.
Esta asociación, por tan pero tan revolucionaria, ya no les es muy útil pero las demás, aparentemente independientes, están domesticadas, controladas y en mayor o menor medida se prostituyen con los príncipes de la tierra y hasta tergiversan la Palabra de Dios al predicar a los fieles que la Biblia manda acatar a todo gobierno, por criminal que sea. Un día sabremos que chantajes, lavados de dinero y corruptelas personales sirven hoy al estado totalitario para mantener a las iglesias sumisas, limitadas a un limbo devocional al que llaman predicar el Evangelio. De espaldas a la moral cuya consecuencia es defender a la sociedad en que viven o, al menos, abstenerse de complicidad con servir a la propaganda de todo está bien en Cuba.
Saludos. Jaime Leygonier.