septiembre 26, 2018

Una modesta opinión de Willy el Arzobispo católico sobre el debate constitucional en Cuba.



Willy, el arzobispo de Camagüey se ha pronunciado, ha dado su modesta opinión. Esta se ha centrado  o al menos es lo que parece en el artículo 68 del proyecto de una Constitución que ya estableció de antemano una dictadura que está en el poder hace casi 60 años. No sé si Willy sabe esto, debe de saberlo. El articulo 68 sobre el matrimonio igualitario en Cuba será incluido porque así lo decidió la princesa regente de la tiranía; si esta no fuera la que establece la ideología de género en Cuba, este artículo no aparecería allí.
Willy se mete en derechos sociales en Cuba después de dejar claro que el asunto es asumir el concepto de “parejas de hecho”, una entelequia que algunos se han inventado. Pues bien, quiero saber si este u otro de los opinantes tendrán de una vez y por toda la intención de reconocer que lo importante es el derecho de todos los cubanos y no de una parte de ellos. A ver si toman nota tantos opinantes de que aquí en esta declaración (ONU, 1948) y los pactos complementarios (ONU A. G., 1966); es que está la base para la redacción y aprobación de una constitución para Cuba, esto de una vez y por todas.
El Editor del Blog

Por Mons. Willy, Arzobispo de Camagüey.
Arquidiócesis de Camagüey, Arzobispado, 24 de septiembre de 2018: Son muchas las personas que están manifestando sus opiniones sobre los 224 artículos del Proyecto de Constitución redactado por la Asamblea Nacional. Sin embargo, como señala un escrito en el periódico Adelante del pasado sábado 22 de septiembre, el artículo 68 “parece la parada obligatoria en los debates”. El motivo es el cambio que hay con relación a la actual Constitución de 1976 que define al matrimonio “como la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común”. El Proyecto para la nueva Constitución que se debate plantea un cambio sustancial en la definición de matrimonio que define como ‘la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ella, a fin de hacer vida en común”.
El artículo del Adelante brinda una estadística: de las 2,374 reuniones celebradas hasta el amanecer del viernes 21, solo en 32 no hubo ninguna intervención sobre el mencionado artículo 68. O sea que, del total de debates, el tema salió en 2,342 reuniones, nada menos que el 98.6 por ciento. Es, por tanto, algo que preocupa y ocupa a nuestra población. Y son muchas las personas, de nuestras comunidades y no, de nuestras familias o, simplemente, personas desconocidas con las que uno se topa en la calle Maceo, en la barbería, a la entrada del mercado Estrella Roja que, viendo el cuello de mi camisa sacerdotal y mi cruz pectoral, me paran para preguntarme, como sagaces periodistas, cuál es la opinión de la Iglesia sobre esta cuestión. He decidido, pues, poner por escrito mi opinión y lo que contesto al que me pregunta.
Wilfredo Pino Estévez, Willy, Arzobispo Camaguey
Por principio me ha gustado que la gente esté expresando libremente sobre el artículo en cuestión y sobre los demás. Creo que, como cristianos, hay muchas cosas más en las que debiéramos dar nuestras opiniones, nuestros acuerdos, desacuerdos y sugerencias. Noto a las personas expresar sin temor sus opiniones sobre temas espinosos: el salario que no alcanza, la posibilidad de que los padres escojan la educación que quisieran para sus hijos, etc. Que gran conocimiento jurídico. También pienso que una buena parte de los Diputados de la Asamblea Nacional no tiene el conocimiento jurídico mencionado. Reitero que no soy especialista en cuestiones jurídicas, pero doy mi opinión.
Considero que todo Estado, nuestro Estado, debe garantizar y hacer respetar los derechos de todos sus ciudadanos. Y que la Constitución debe ir en esa línea, como ley fundamental que es. Deben tener los mismos derechos blancos y negros, mujeres y hombres, sanos y enfermos, de una religión o de otra, recién nacidos y ancianos, de una provincia o de otra, cultos e incultos, heterosexuales y homosexuales, etc.
Hablando de estos últimos, quisiera mencionar algo: Conocí a dos personas del mismo sexo que vivían en una misma casa. Personas mayores que brindaban a todos su respeto y recibían cariño de todos sus vecinos. Nadie tenía quejas de estas personas. Años después de pensar que habían nacido de los mismos padres fue que supe que se trataba no de familiares, sino de “una pareja”. Contada la anécdota, paso ahora a la reflexión: ¿Qué pasará el día en que muera quien tiene la propiedad de la casa donde viven? ¿Cómo queda ante la Ley la otra parte que aún vive? Es fácil contestar: Sin protección legal alguna. Y si por casualidad aparece algún familiar de quien murió a reclamar los bienes materiales, dejará sin nada a quien vivió a su lado muchos años. Se llevará hasta los balances de la sala.
Es allí donde, según mi humilde opinión, tendría que actuar la Asamblea Nacional y averiguar qué se hace en otros lugares al respecto. Me han dicho que en otros países (Colombia, México, etc.) existe el reconocimiento civil de las “parejas de hecho”. O sea, que las personas de la anécdota contada pueden ir a una instancia jurídica o bufete de abogados y formalizar su unión ante la Ley. Y con ello, ya las personas homosexuales no quedarán desprotegidas. Incluso leí que en toda la Unión Europea se reconocen una serie de derechos aun en caso de que la pareja no se haya registrado ante ninguna administración.
Claro está, en los países mencionados, a estas uniones no se les llama “matrimonio” sino “parejas de hecho”, que no es lo mismo. El matrimonio se mantiene definido como la unión de un hombre y una mujer, mientras que las “parejas de hecho” son las uniones entre dos personas del mismo sexo.
Ojalá que, para nuestra futura Constitución, no se modifique la definición actual de matrimonio, sino que se estudie la posibilidad de implementar en ella las “parejas de hecho”. Así se respetarían los derechos de todos.
Como cubano y católico, no puedo olvidar aquel sabio consejo que nos dejó, en su visita a Cuba, el hoy Papa Santo, San Juan Pablo II: “Cuba, cuida a tus familias para que conserves sano tu corazón”. Lo cierto es que, lamentablemente, llevamos tiempo en Cuba atacando la familia: Cuba fue el primer país de América Latina en aprobar la ley del divorcio, que entró en vigor en julio de 1918 (hace exactamente 100 años). El aborto, por su parte, es legal en Cuba desde 1936. Ahora se pretende cambiar el concepto de matrimonio.
También es cierto que en Cuba se han aprobado leyes que protegen a la familia: ¡Qué bueno que en Cuba la mujer trabajadora goce de facilidades laborales en el tiempo de su maternidad! ¡Qué bueno todo el esfuerzo que se realiza para reducir al mínimo la mortalidad infantil! ¡Qué bueno que están garantizadas las vacunas para todo niño al nacer! ¡Qué bueno que la ley establece la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer! ¡Qué bueno que nuestros niños tengan escuela y atención médica gratuitas! ¡Qué bueno que nuestros abuelos tengan sus Hogares de Ancianos, su Universidad del Adulto Mayor, sus Círculos de Abuelos, sus ejercicios físicos! ¡Qué bueno que muchas escuelas ya están en las ciudades donde los hijos podrán estar más cerca de la mirada de sus padres!
Pero también… ¡Qué bueno sería que los padres tuvieran opción a la hora de escoger el tipo de educación que quisieran para sus hijos! ¡Qué bueno sería que se borrara de la mente de muchos cubanos la mentalidad antinatalista que tienen y por la que llegan a llamar “loca” a la mujer embarazada! ¡Qué bueno sería que el salario alcanzara al trabajador para que la familia pueda vivir dignamente y sin tener que estar “inventando” o “resolviendo”! ¡Qué bueno sería que los divorcios y los abortos disminuyeran, que los alimentos aumentaran y tuvieran al alcance económico de todos! ¡Es duro que un granizado cueste ahora tres pesos y un aguacate, quince o veinte! ¡Qué bueno sería que a nuestros jóvenes no se les siga dando instrucción sexual, que eso es muy fácil, sino que se les eduque para el sano amor entre un hombre y una mujer! ¡Qué bueno sería que cada cubano, antes de tomar una opción que lo alejará de su familia por dos años o más, se preguntara si eso podría hacerle daño a su familia, a su matrimonio, a sus hijos, etc.! ¡Qué bueno sería que los matrimonios jóvenes pudiesen tener su casita donde formar su propio hogar y no tener que vivir hacinados con otras familias bajo un solo techo! ¡Qué bueno sería que el exilio no siga dividiendo más a las familias cubanas! ¡Qué bueno sería que disminuyera la población penal en Cuba para que se les aliviara el sufrimiento a tantas familias con familiares presos! Y no por mencionarlo en último lugar, es porque sea lo menos importante: ¡Qué bueno sería convencer a nuestros jóvenes de que el ron, la cerveza y las drogas “inventadas” con pastillas destruyen familias y van idiotizando a las personas!
Ojalá que nos propongamos dar testimonio de lo que es el verdadero matrimonio. Ojalá que tengamos un detalle de amor para con las familias en dificultad: Hay personas que viven solas (¿por qué no invitarlas a comer con nuestra familia uno de estos días?). Hay familias que están tratando de hacer una jabita para llevarle al familiar que está preso (¿por qué no ayudarlas con algo?). Hay matrimonios que están en “el pico del aura” (¿por qué no dedicarles un tiempo para escucharlos y así poder aconsejarlos y salvarlos?). Hay familias con dificultades económicas o incluso materiales (¿podríamos hacer algo por aliviarles esa angustia?). Seguramente que tenemos compañeros de trabajo o vecinos que sabemos no se llevan, no se hablan, no se tratan (¡qué bueno sería hacer algo para reconciliarlos!).
No quiero terminar estas ideas sin hablar de los que saben cuidar su familia: Las madres y las abuelas que guardan el pedacito de pollo para inventar un almuercito distinto el domingo y reunir a la familia alrededor de la misma mesa… Los abuelos que saben mediar en los conflictos naturales que surgen entre padres, hijos, yernos y nueras… Nuestros mayores, por su defensa de la familia, por el ejemplo de haber tenido tantos hijos con muchos menos recursos de los que se tienen hoy día.
Por último, considero que cada uno de nosotros, los cubanos, debemos expresar nuestra opinión en lo que se está debatiendo. Y cuando llegue el día de la votación, votar SI o NO según le dicte su propia conciencia.
Fuente: COCC.
*Wilfredo Pino Estévez más conocido como "Willy" (Camagüey, Cuba, 12 de octubre de 1950) es un obispo católico cubano. Fue elegido por Benedicto XVI, el 27 de enero de 2007 como Obispo de Guantánamo-Baracoa. El  papa Francisco lo nombró el 6 de diciembre 2016 como Arzobispo de Camagüey.


septiembre 09, 2018

¿Por qué esta dictadura “macho” que persiguió rabiosamente a los homosexuales, ahora los apadrina mientras desprecia cualquier otro derecho?


Del emperador Nerón a la princesa Mariela Castro: “matrimonio” homosexual guste o no. Segunda parte y final
“En todo país en que pretendieron legalizar el “matrimonio” homosexual, pastores y sacerdotes elevaron sus voces para condenar el proyecto y para instruir moralmente a sus fieles sobre su responsabilidad de oponerse, como deber cristiano”- En Cuba, callan.
El estado cubano, encallecido en la violación de los derechos más elementales, proyecta legalizar el matrimonio “entre dos personas”.
¿Por qué esta dictadura “macho” que persiguió rabiosamente a los homosexuales, ahora los apadrina mientras desprecia cualquier otro derecho?
La intención aparente del gobierno es complacer a la princesa Castro Espín. Pero parece que este carnaval nunca fue cuestión de derechos, palabra a la que son alérgicos, sino de dinero.
El Marxismo-Leninismo, afirma que todo obedece en última instancia a imperativos económicos.
Increíble que en una nación del siglo XXI, por más dictatorial que sea, una sola persona en posición de poder por nepotismo, se dedique a subvertir la moral social con lujo de recursos y silenciando todo debate y opinión profesional contraria. Que imponga desde hace años una “educación sexual” en TV  y en las escuelas, que no es sino propaganda de la homosexualidad so pretexto de combatir la homofobia.
La razón no visible puede ser incrementar los vitales ingresos de las remesas familiares y por inmigración y turismo, con el expediente de abrir la puerta a que vengan a Cuba a “casarse”, la adopción de menores por parejas homosexuales y la emigración de homosexuales mediante este “matrimonio”.
Sumar a la actual exportación de prostitutas, mediante matrimonios con “pepes”, este nuevo “rubro de exportación”.
La prostitución homosexual masculina, casi inexistente antes de 1959, es un auténtico “logro de la revolución” en los últimos años. Hasta se dedican a ella jóvenes ¡que no son homosexuales!, sino seres que se degradan por unos cuantos dólares.
El travestismo que ampara Mariela Castro, muestra mayores vínculos con la prostitución masculina con extranjeros que con ningún supuesto ejercicio de derechos.
Este “matrimonio”, abre todo un abanico de ingresos monetarios, desde turismo para venir a “casarse, hasta “cambio de sexo”, seguramente más barato en Cuba que en otros países.
Ganancia extra, la homosexualidad no produce el nacimiento de “bocas inútiles”, que suprimir con abortos. Cuestan dinero los hospitales maternidad, auténticas fábricas de abortar.[1]
Y ganan el maquillaje de: “¡Miren cuan democráticos y nada machistas somos! ¡Casamos a los homosexuales como en Suecia!”. No se preocupen: No podrán adoptar.
Está extendido entre la población el rechazo a este proyecto, con el argumento en contra de las adopciones. Es posible que la tranquilicen con declarar que la ley referente a las adopciones no se las autorizará a homosexuales. Pero de legalizar el “matrimonio” homosexual, a la corta o a la larga sería imposible, por contradictorio, negarle los mismos derechos que al matrimonio normal y serviría de primer paso para legislar el derecho a adoptar.
Escuché a dos personas auto tranquilizar su conciencia con afirmar que los distintos funcionarios que aprueban las adopciones, son muy rigurosos en sus investigaciones y autorización final… (¡?)
 Será que en medio de la corrupción, que es la norma en toda oficina, los funcionarios encargados de decidir las adopciones, son extraterrestres importados del planeta Pureza.
La Iglesia: “El silencio de los carneros”.
En todo país en que pretendieron legalizar estas relaciones, pastores y sacerdotes elevaron sus voces para condenar y para instruir moralmente a sus fieles sobre la responsabilidad de oponerse como deber cristiano y ciudadano; organizaron manifestaciones y campañas de oración exclusivamente para sensibilizar sobre el tema. Ocurrió en Argentina, cuando era Arzobispo de Buenos Aires, el actual papa Francisco.
Cierto que se trata de países donde los ciudadanos son ciudadanos y no súbditos amedrentados que votan lo que les manda el amo, convencidos de que en caso contrario se perjudicarán sin conseguir cambiar nada. Cuentan con recursos para oponerse; pues un referéndum no es una farsa, una manifestación reclamando cualquier cosa no es un “acto de contrarrevolución” y los creyentes hacen valer el peso de sus votos en las elecciones de sus gobernantes. Lo opuesto a lo que ocurre en Cuba.
Ello no exime a cada iglesia y a cada cristiano de manifestarse según su Fe, en defensa del matrimonio, de la niñez, de la familia y de la moral (¡qué menos que esto!, ya que no quieren defender a la sociedad de otras opresiones del totalitarismo).
La moral es concepto tan vilipendiado que hoy da vergüenza mencionarla; por miedo a que nos acusen de anticuados. Acudimos al eufemismo: “valores”. Apabullados por quienes afirman “científicamente” el relativismo y anti cientificidad de la moral, cuyas reglas han resistido la prueba de milenios; lo cual demuestra que durante todo ese tiempo probaron su   utilidad práctica personal y social.
Su subversión, justificada por diversas teorías que la descartan por “anticientífica”; teorías de búsqueda de la felicidad, “la liberad”, “derechos sexuales”, etc., particularmente a partir de los años 60 del siglo XX, ocasiona serios problemas a la familia y a la sociedad, al desechar como obsoletas reglas que las conservaban y hacían funcionar.

Pero en Cuba, la Iglesia, que se llena la boca para decir que “aspira a tener…” o que “tiene las mejores relaciones con el Estado”, anticristiano y dictatorial, no habla. Salvo alguna cartita a las autoridades, protesta almibarada para salvar la cara, paripé al que el Estado da el valor justo que merece: Ninguno.
Hubo una manifestación de evangélicos, que lamentablemente trascendió poco al público. Ningún obispo católico, hará en La Habana, lo que hicieron sus colegas de Argentina o de otros países ante ataques similares a la moral social. Ningún Juan Bautista, tendrá los pantalones de salirle al paso a un Herodes a decirle: “No te es licito”. Ni orientará a sus fieles votar por la Ley de Dios.
Incumplirán su deber de decirle a los fieles que voten en contra de una “constitución” que valida la tiranía y se opone a la Ley de Dios, al legalizar la inmoralidad sexual. No los castró la Dra. Mariela Castro Espín; eunucos, aunque no “por el reino de Dios”, ofrendaron el bonsái de su virilidad en el altar del Cesar sado-masoquista que los somete.
Pero… ¿Por qué la Iglesia en Cuba es tan diferente a la del resto de los países? ¿Tan pecadora que no defiende la Fe, ni la familia ni la moral, ni la Patria, contra estos atropellos y, en contraste, tan santa que Cuba es el único país en que el clero no ha incurrido en escándalos de pederastia y lavado de dinero? ¿Son más cobardes que los extranjeros y a la vez unos justos perfectos?  Cuando nos visitan los papas, no hablan de los males nacionales como hacen en otros países, sino de otras cosas.
¿Es especulativo pensar que el estado policiaco que espía a todo el mundo, oculta cortésmente sus faltas y ellos le pagan con la misma cortesía? El gran escándalo de la Iglesia en Cuba es que no da escándalo… Excepto en darle al Cesar, lo que es de Dios.
La indefinición de conceptos, la “caja de Pandora” y la crisis.
Perdone el lector que para analizar el tema son obligatorias explicaciones repulsivas:
¿Existe un solo argumento de los empleados para defender el matrimonio homosexual que no pueda ser aplicado al matrimonio de grupos y al matrimonio incestuoso? “dos personas”, incluye literalmente a parientes consanguíneos entre los cuales el matrimonio está vedado moralmente por nocivo para la herencia biológica y para el funcionamiento de la familia: hermana y hermano, abuela y nieto, padre e hija. ¿Podrán casarse? (Imagino que la depravación gubernamental no va en esa dirección).
Pero siguiendo la misma lógica absurda con que defienden su “matrimonio”, limitarlo a “dos personas” es discriminatorio para “los derechos” de quienes deseen casarse en grupos, o ¿por qué no?, casarse con un animal.  ¿Por qué no, si existen tales prácticas y se supone hacen felices a los que las practican?; ¿acaso hay mucha diferencia con el “matrimonio” homosexual?
Pues la moral sexual es “relativa”, no existe, sustituida por el gusto personal y lo que cuenta es “la preferencia”, lo que cada uno desee y determine con otro por consentimiento mutuo:
Pues ¡a casarse, uno con dos o más, o el hijo con la madre! Son “dos personas”, si los hace felices no les nieguen “el derecho” a esos dos o a varios.
Además de los mismos argumentos pseudo-psicológicos, tendrían a su favor la ventaja de ser relaciones más naturales físicamente, si los grupos, los cónyuges incestuosos o el animal, son de sexo opuesto.
Y aunque prime lo económico, postulado Marxista-Leninista; en este empeño no todo parece económico.
Asoma un morbo caro al corazoncito de los promotores y evidencia de la degradación moral del régimen y de sus santones, que siempre blasonan de pureza y fueron moralistas intransigentes, como toda dictadura.
Hasta estos suprimir la moral por decreto.
La Antigua Roma, con sus instituciones republicanas en decadencia; Francia, en vísperas de la Revolución francesa: históricamente el exhibicionismo y la aceptación “moral” de la homosexualidad coinciden con una grave crisis de la sociedad, enfermedad que culmina en su hundimiento o en revolución.
¿Un único final o variantes posibles? .Pese a que en el libreto está el “happy end” del “matrimonio” homosexual, aun pudieran sorprendernos con otros finales.
Raúl Castro, amante de la ambigüedad y de cara al rechazo popular, pudiera aprobarlo y declarar que está en contra; pero que lo acepta porque él es muy democrático, o rechazarlo para “quedar como hombre” ante el pueblo, o complacer a su hija y a sus intereses con una fórmula intermedia: legalización de relaciones que no equivalga a matrimonio o que si equivalga, pero tenga otro nombre.
El fingido presidente Díaz Canel, pudiera hacer lo mismo para acreditarse, últimamente se exhibe de “escobita nueva barre bien”, fungiendo como populista inspector de heladerías que se disfraza y todo para inspeccionarlas.
Un objetivo puede ser confundirnos, distrayendo nuestra atención con este tema escandaloso, para que no veamos el remachar de nuestras cadenas a lo largo de todo el Frankenstein “constitucionalero”: que dará colorete legalista a esta anciana totalitaria y está plagado de inmoralidades peores que el “matrimonio”.
Como sus neronianos “socialismo eterno”, “socialismo de derecho” con “partido único” constitucionalmente por encima de la Constitución y de las leyes, “propiedad social”, “planificación estatal de la economía”, “defensa de la Revolución”, etc.; y ¡con la más absoluta indefinición de los términos “socialismo” y “revolución”!
De suerte que, muerta toda ideología, en nombre de un socialismo tan indefinido que puede ser cualquier cosa, inventarán y harán “constitucionalmente” lo que les dé la gana con Cuba y sus once millones de esclavos que votan.
Los olvidadizos papanatas internacionales y nacionales y los pejes gordos de la política internacional, amantes de los Derechos Humanos en sus discursos, pero compinches de la dictadura en Cuba y en la O.N.U., declararán por milésima vez desde 1990 que “Cuba cambia a la democracia” por decreto de sus nerones y que ayudan a ese proceso al venir a hacer negocios de carroñeros.
*Periodista independiente cubano. Ha colaborado con la agencia de prensa independiente Hablemos Press y sus notas aparecen en distintos sitios de internet sobre temas cubano. Reside en la Ciudad de la Habana.


[1]  Cuba es el segundo país en el mundo en esta práctica que, según estadísticas oficiales, costó, hasta los años 90, cinco millones de vidas en una población de 10 millones de habitantes, 50%.

septiembre 03, 2018

Del emperador Nerón a la princesa Mariela Castro: “Matrimonio” homosexual guste o no. Primera parte.


“En relación con el matrimonio, se modifica la actual concepción de que solo es posible “entre un hombre y una mujer” y se define que es entre dos personas”. (Proyecto de Constitución de la República de Cuba. Análisis/…).
El emperador Nerón, loco como una cafetera y depravado como algunos gobernantes actuales seguros de que todo les está permitido, se casó con un soldado de su guardia y hasta le hizo amputar sus partes viriles. Pero no decretó que se generalizara ese tipo de actos legales.
La hija del general que manda en Cuba, que no parece loca, lo impone a la nación por la autoridad que le ha sido conferida por su nacimiento. No sin simulacro de referéndum.
No gusta a la mayoría; pero nos guste o no y votemos o no, todos sabemos el caso que hacen de nuestros votos: La sexóloga en jefe hará “constitucional” para Cuba, el mal llamado “matrimonio” homosexual.
Mal llamado, porque “matrimonio” viene de “madre”, es la unión legal entre un hombre y una mujer y otra cosa no es matrimonio, se empeñe quien se empeñe.
Mariela Castro
Ya Mariela Castro Espín, inconstitucionalmente, casó homosexuales por simple voluntarismo: Jorobarle el debilucho brazo a la Ley, que en Cuba ni es ciega, ni independiente, ni puede decir “no” a una persona del abolengo “Castro de Birán”.
Su sencillo expediente para torcer la Ley, fue hacer inscribir como de “sexo femenino” en el Registro de Direcciones, a los hombres operados quirúrgicamente a expensas del Estado (tan escaso de recursos para el sistema de atención médica a la población como escaso escasez de cirujanos; pues los exporta en alquiler).
Operados para castrarlos, fabricarles algo que recuerde la vulva, los pechos, etc., arruinarles la salud y hacerlos dependientes de por vida de consumir las hormonas masculinas que producían naturalmente las glándulas que les amputaron (medicación a cuenta del Estado, tan escaso en recursos para vender medicinas a la población y surtir de ellas a los hospitales).
Predicadora de que la homosexualidad, es “una preferencia”, opinión no aceptada por la comunidad médica, lleva años dedicada a una campaña muy agresiva en T.V. y programas escolares, propagandizando la homosexualidad con el pretexto de combatir la homofobia, lo cual si sería correcto.
La hija del General, no tiene la última palabra, ¡sino la única! sobre el tema sexual, sin permitir al público acceso a opiniones médicas en contradicción con las que ella predica.  El pueblo ignora que existen otros puntos de vista profesionales con diferente enfoque sobre el tema.
Y de tantos derechos violados en Cuba, únicamente preocupa a su dictadura legislar los derechos “de la cintura para abajo” y ello únicamente en lo contra natura.
No el derecho de los matrimonios a un salario digno que les permita fundar y sostener su familia en vez de depender del abortismo, práctica estatal maltusiana, y convivir varias generaciones hacinadas; por la carencia de viviendas. Con un promedio de siete dólares de salario mensuales, una pobre canastilla les cuesta unos cuatrocientos dólares: y el Estado, es quien fija omnipotentemente los salarios, los precios y facilita los abortos. 
Jamás legislará a favor de los derechos a pensar y a expresar pensamientos sin ser encarcelado ni marginado laboral y socialmente. Ni contra el que peguen o arrastren a las Damas de Blanco y acosen a los niños de los opositores en las escuelas. Derechos tan despreciables para la cúpula, como apreciable les parece el dar espacio a la homosexualidad.
Baja nupcialidad y crisis del matrimonio en Cuba.
Cuando era posible vivir de un salario a pesar de las escaseces, durante los años de la década del 1980, sectores sociales que históricamente se vinculaban mediante el concubinato acudieron al matrimonio por varios incentivos.
Que incluían dos días en un hotel, derechos a comprar alguna ropa y una caja de cerveza y otros pocos “lujos” similares, a precios asequibles y según el racionamiento.
Desde 1990 ocurre al revés, la nupcialidad es bajísima, sectores sociales que tradicionalmente fundaban familia sobre el vínculo del matrimonio, ahora se unen en concubinato; por la carencia de economía, la intención de emigrar y el peligro de  tener que compartir el derecho a la vivienda, en caso de divorcio.
Decididos a romper su relación cuando a uno de los dos se le presente la oportunidad de abandonar el País.
En los 2000, las pocas veces que vemos una boda, casi siempre se trata de “un pepe” (extranjero, casi siempre español) que se casa con una cubana, casi siempre negra o mestiza y casi siempre “jinetera” (prostituta con extranjeros). Medio para emigrar que encuentran unas y, también, reclutamiento de cubanas para prostituirlas en Europa. Ese es el clima en que “el socialismo de derecho” legalizará como matrimonios las uniones homosexuales.
Los derechos nunca pueden entrar en conflicto unos con otros.
Equiparar la unión entre homosexuales al matrimonio verdadero entre un hombre y una mujer, no es asunto privado de los homosexuales, como ocurre con sus relaciones personales no vinculadas legalmente (y discretas, no exhibicionistas).Lesiona los derechos de muchos: Desprestigia a los ya bastante destruidos matrimonio y familia, que padecen la falta de condiciones sociales y de economía para sostenerse y funcionar.
Los casados tienen derecho a que el matrimonio no sea degradado a “unión entre dos personas”, a que su matrimonio no sea equiparado legal y moralmente a una relación contraria a la naturaleza (por más que acumulen sofismas para afirmar que es “normal”, es verdad de Perogrullo que la carencia de los órganos sexuales opuestos impide considerarlo natural).
El derecho de los homosexuales no es otro que el que tiene todo ser humano a no ser agredido y acosado y al respeto según su conducta personal, laboral, social, unido al deber de respetar los derechos de otros.
Y el público, más que rechazar a los homosexuales, rechaza la promiscuidad, la provocación a transeúntes no homosexuales con miradas y palabras libidinosas y el exhibicionismo de muchos de ellos. Consecuencias de la promoción de la Princesa.
Los “espacios” para los homosexuales, no deben privar de espacio al resto de la gente ni exponerlos a solicitaciones sexuales no deseadas, si transitan por ahí. Se trata de conductas que provocan justo rechazo, también, cuando las ejecutan heterosexuales.
Semejante clima, aun sin el “matrimonio”, confunde a los niños sobre el sexo y la sexualidad normales, va contra el derecho de los niños a la educación y de los padres a educarlos sin injerencia del Estado en la moral (palabra tabú, “anticientífica” para psicólogos populistas).
Va contra los derechos de los cristianos a ejercer su Fe, y de éstos y de los no cristianos, a transmitir enseñanzas morales a sus hijos sin que la infancia sea bombardeada en la escuela y la televisión  con propagandas estatales opuestas a esa moral; porque tal sea el capricho de una persona en el poder.
O, como ocurre hoy día, que en el ómnibus se besen en la boca y toqueteen a la vista de los niños y de todos, lesbianas, homosexuales y hasta adolescentes en uniforme escolar. También es contra el derecho de empleados de notaría o de diversas oficinas civiles, cristianos o no, quienes contra su conciencia deberán legalizar “matrimonios” homosexuales. El Gobierno no les reconocerá la objeción de conciencia.
Silencio cómplice de la Iglesia
Y la Iglesia, ¿Qué dice a su rebaño…? Jamás dice nada que recuerde a los fieles que son ciudadanos con deberes cívicos, que no pueden votar contra la Ley de Dios y contra su conciencia y por conveniencia o temor admitir una depravación en silencio y votando a favor.
El cristiano, no puede prescindir de su conciencia, como prescindieron hace rato los profesionales de la Fe, particularmente los que prefieren imitar a los primeros cristianos, no en el martirio ni en la denuncia del pecado, sino en ponerse cosas raras sobre la cabeza. Al incluirlos a todos, personas bien intencionadas me censurarán por generalizar.
En todo grupo profesional hay “buenos, malos y regulares”; pero me niego a escribir diplomáticamente “la mayoría” y generalizo “todos”, porque “los buenos y regulares”, marchan en el mismo equipo que “los malos” al no denunciarlos y aun obedecerlos:
Escudados en la disciplina, la obediencia, el “no juzgar”, “no dar escándalo· “que dirán los del mundo”, “comprometería la Obra” y otras coartadas del no hacer lo que manda Dios, sin sentirse responsables personalmente: porque la responsabilidad moral personal se diluye en la multitud o la asume la jefatura de la institución:
“¡Qué bueno!, obro contra mi conciencia y contra la Ley de Dios, y así no me busco problemas, no me sancionarán ni botarán de mi empleo pastoral; pero no soy responsable, no peco, pienso lo contrario porque soy bueno; pero hay “razones de estado” y otros asumen por mí, mi pecado. Mi deber es predicar o dar misa, sin meterme en líos, como si fuera un proyeccionista de cine, no soy responsable por la película, les doy entretenimiento y mañana me iré derecho al Cielo y, entretanto, me premiarán con su equivalente terrenal: Viajes a predicar al “Primer Mundo” y una congregación mejor”.
Sin injusticia acuso a los clericales “yo no soy, ¿qué puedo hacer yo?, no se puede” y afirmo sobre el Cristo cubano: “Todos pusieron su mano en él”.
Las raras excepciones, que duran poco por el acoso de sus propios superiores y colegas, lejos de ofenderse me  darán la razón en que el mejor de “los buenos” es incapaz de decir una Palabra de Dios, que roce al Cesar, ni con el pétalo de una rosa. Excepto en algún cortés paripé de cartita de queja. (Continuará)
*Periodista independiente cubano. Ha colaborado con la agencia de prensa independiente Hablemos Press y sus notas aparecen en distintos sitios de internet sobre temas cubano. Reside en la Ciudad de la Habana.