El tweet de la discordia en el caso de Juan Wilfredo Soto García; ese tweet al que el régimen no ha hecho referencias en sus medios, porque le conviene ignorarlo; aquel tweet que me sentí urgido a publicar como denuncia el 5 de mayo antes del mediodía, tras el alarmante testimonio que me ofreciera EL ESTUDIANTE, la última vez que le viera en vida; ese tweet, se lo debo al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC).
Sería bueno remitir a todos mis lectores al primer post de Cubano confesante: “Aquí esta cubano confesante”.
Allí explico que desde que poseo uso de razón tuve la urgente necesidad de expresarme, y que aunque muchas veces me sentí tentado a echar mis versos del alma, especialmente cuando comencé a escuchar acerca de las posibilidades alternativas que me brindaban las redes sociales, pospuse la idea por lo polémico de practicarlo en Cuba. Polémico en Cuba en la misma medida que resulta natural para un niño que en Alemania nos habla de ballenas a través de su blog. En aquel primer post di cuenta de toda esa lucha interna que sostenía hasta el día en que me encontré con una original convocatoria, precisamente en la última página del diario impreso Juventud Rebelde, del viernes 1 de octubre de 2010.
Se trataba del llamado que hacía la Junta Directiva del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), el 24 de septiembre de 2010, bajo el atrayente título de “Herederos de la Paz de Cristo”. El meollo del reto consistía en: «animamos a todas las instituciones miembros del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), y a toda persona amante de la paz, a crear redes alternativas a los grandes medios, o unirnos a las existentes –correo electrónico, Blogs, Facebook, Tweeter…»
Con una convocatoria como esta no lo dudé dos veces y puse manos a la obra. Y resultó ser que el Consejo de iglesias de Cuba (CIC) tenía razón: las redes sociales constituyen una buena alternativa a las hegemonías, sin escapar la que en la práctica ejercía el régimen cubano con su control monolítico de todos los medios de difusión. Son las redes sociales las que están poniendo fin a este monopolio en Cuba. Como bien ha dicho Federico Mayor Zaragoza: «La marea virtual ha llegado a movilizar, como era previsible, a ciudadanos, jóvenes en su mayoría, que vienen disintiendo de la gobernación mundial y local y que están dispuestos a abandonar su papel de espectadores… Para ser… ciudadanos y no súbditos, actores y no solo testigos… Comienza, por fin, el siglo de la gente». Y Cuba no ha sido la excepción. Por más que la propaganda gubernamental haya intentado distorsionar, para manipular, los conceptos de pueblo, sociedad civil, ciudadanía; henos aquí emergiendo como el Ave Fénix desde sus cenizas.
En mi primer post de Cubano Confesante expresé con determinación: «…luego que leí el llamado del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) ya no lo dudé dos veces y decidí volverme Cubano confesante…». Luego, y motivado por el mismo reto vino mi cuenta en Twitter: @maritovoz. A las ventajas de la brevedad e inmediatez que caracteriza a esta red social, se sumaba el hecho de que era perfectamente posible publicar mis tweets sin acceder a internet directamente. Solo enviando un pequeño mensaje que no rebase los 140 caracteres, en tiempo real, desde mi móvil, queda fija en el ciberespacio cualquier idea o información que desee. Esto, a alguien como yo, un simple cura de aldea, internado en lo más espeso del inmenso bosque que rodea a la aldea global, se me ajustaba como anillo al dedo. Siempre agradeceré al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) el último empujón para decidirme. Su reto publicado incluso en el diario Juventud Rebelde era la demostración fehaciente que tener un Blog o una cuenta en Twitter no era una más de nuestra extensa colección de ilegalidades; como muchos creían hasta entonces, y como muchos todavía lamentablemente continúan creyendo. Comprendí que yo también tenía algo que decir al mundo, y que contra viento y marea podía buscar las posibilidades mínimas para conseguirlo.
Pero ha sucedido algo sumamente paradójico. El mismo Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) que me retó con una convocatoria tan altruista parece no haber leído aquel tweet del 5 de mayo a las 11.55 am donde este Pastor cubano que soy, miembro o no del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) -esto no importa si de real ecumenismo se trata- daba cuenta de que un ser humano me había confesado que unos uniformados lo habían apaleado sin piedad. Me parece difícil creer que el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) no haya tenido noticias de que un pastor miembro de la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental, aceptó su reto, abriendo el Blog Cubano Confesante, y un poco más adelante la cuenta en Twitter @maritovoz. Mucho más difícil me cuesta creer que el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) no se haya enterado de que todo el corre corre que armó el gobierno cubano, se debió a aquel tweet que originó el escándalo internacional en relación al lamentable fallecimiento de Juan Wilfredo Soto. Todos sabemos que al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) sí le han otorgado facilidades para acceder a internet. Pero prefiero realizar un ejercicio extremo de la Fe antes de pensar que se enteraron. No, no deben haberse enterado, de lo contrario no pueden haber sido capaces de declarar, como lo hicieron hace apenas unos días, a raíz del tan promovido Culto de Clausura por su setenta cumpleaños, y ante una delegación del Consejo Mundial de Iglesias presidida por su Secretario General, Olav Fykse Tveit, al decir que: «… la premisa de la Revolución es el ser humano. La vida es lo más preciado del proyecto del gobierno socialista, y eso es también lo que enseñan las escrituras». No, no deben haberse enterado de mi tweet. No puede existir tanta desidia y contubernio.
*Pastor Bautista radicado en Cuba y Miembro de la Convección Bautista de Cuba Occidental, quien desempeña su ministerio en la Iglesia Bautista de Taguayabón y Rosalía, VC, Cuba. Profesor Seminario de Santa Clara, y filial del Seminario de La Habana en Vueltas. Edita desde Cuba el Blog Cubano confesante.
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