Sin darse cuenta, me halagan profundamente esos "miembros" de la iglesia que pastoreo y que me hacen la guerra como castigo por haberme atrevido a invitar a Yoani Sánchez al Salón Social de la iglesia para una charla sobre internet (12 de septiembre, 2009); por levantar mi voz el pasado 24 de marzo en la Conferencia de la Alianza Bautista Mundial Agua de Vida, condenando la evitable muerte de Orlando Zapata Tamayo, y en favor de las peticiones humanitarias de Guillermo Fariñas; y por haberlo acompañado pastoralmente a él durante sus más de 130 días de exitoso Ayuno Total. Me explico:
En primer lugar: el nivel micro de nuestra iglesia se ha convertido en un centro experimental de resistencia donde ellos están teniendo la oportunidad de ejercer la inconformidad que tienen conmigo como líder. Esto es fantástico porque en el nivel macro de la sociedad no se atreven a realizar lo mismo, más bien todo lo contrario: se arrastran y humillan servilmente. Acá abajo en la base no existen esos temores para con su Pastor, intuyo que se sienten más en democracia, y esto es arrobador a la vez que me tranquiliza respecto al liderazgo de siervo que es el que debo yo ejercer a la luz de la Biblia y mediante el cual seguiré haciendo el esfuerzo de ganarlos a todos.
Esos mismos que se esmeraron días atrás con las hipócritas cadenetas y banderolas en saludo al 26 de julio mientras sueñan con que su CU prospere en la Oficina para Refugiados de la SINA; acá abajo no pierden oportunidad para demostrar su valiente civismo. No se trata solamente de que dejaran pasar por alto aquel Día del Pastor y la Misionera, ¡eso es una nimiedad!
(A la derecha foto de la portada de la revista Christianity today de julio del 2009)
Ya en las elecciones de fin de año tuvieron la oportunidad de ejercer su voto secreto y dejaron claro que querían que el Pastor abandonara el rebaño, no les importaba adonde fuera, aunque tuviera que cargar a la intemperie con una mujer y dos niñas porque él para servir a Cristo se había despojado desde hacía años atrás de casa y de negocios. Sin embargo, y a pesar de la fuerte campaña en la que se lanzaron fueron entonces minoría. En la reunión de informe de los resultados de dichas elecciones yo exhorté al 100 % de los miembros a trabajar unidos en el ambiente fraternal que debe ser una iglesia, donde no importando las diferencias, todos debieran tratarse como hermanos, porque para que el mundo crea resulta imprescindible estar unidos (Juan 17.21). Expliqué que como auténtica democracia, de la que somos ejemplo los bautistas (al menos en teoría), yo era el Pastor de todos y no solo de los que supusiera habían votado a mi favor; lo menos que podía esperar era que aquella sentida minoría se plegara a la decisión de la mayoría, sino por amor a mí, al menos por amor de Cristo y de su obra. Pero ellos prosiguieron cual expertos en realizar oposición y este desempeño suyo me ha encantado a mí que encuentro tanta ausencia de ella en mi sociedad.
Lejos de aceptar mi reto de trabajar unidos ellos decidieron retirar todo lo que supusieran un apoyo a mi liderazgo o a mi persona: la estrategia efectiva de YO NO COLABORO de la resistencia pacífica. Solo que tristemente, en este caso, sería honesto completar la frase: YO NO COLABORO CON LA DEMOCRACIA DE MI IGLESIA, ¡YO COLABORO CON LA DICTADURA! ¡Y qué bien lo están ejerciendo! Como si me hiciesen más daño a mí que a ellos mismos han decidido trabajar apenas lo indispensable, solo algo mínimo que les permita marcar tarjeta e impida dejarme el campo totalmente libre a mí, no olvidar que lo orientado es que quien debe quedar fuera de juego, debo ser Yo. Con esta manera de hacer oposición todo intento en boicotear cuanto proyecto o actividad sea mi propuesta resulta pequeño, siempre una excusa, un problema, falta de recursos, inconformidad, pesimismo, ... Como sus proyectos no tienen obstáculo, porque esto sí es una democracia, se encontrará por el contrario que en ellos aunarán sus esfuerzos, además de haberse convertido en activistas expertos para realizar campañas y contra campañas, aunque eso sí, especialmente desde las sombras, de manera subrepticia, sin amilanarse para echar mano de cualquier método o recurso, limpio o sucio, da igual si de revocar a su líder espiritual se trata.
Como para demostrar hasta donde pueden llegar estos valientes opositores míos la funcionaria Odalis Sábala, encargada de la “atención” a Asuntos Religiosos en la sede provincial del Partido Comunista en Santa Clara, afirmó satisfecha ante dos de mis líderes convencionales, “que existía tal descontento conmigo que cuatro mujeres de la congregación la habían visitado para expresarle su descontento y aclararle que ninguno de mis actos tenían su respaldo, así como expresarle su apoyo irrestricto a la Revolución, tal y como lo estaban demostrando”. Lo propios líderes de la Convención quedaron sorprendidos de que alguien que se identificase como miembro de alguna de nuestras iglesias llegase a ser capaz de entregar en bandeja de plata a su Pastor ante comisarios políticos, por más reservas que tuvieren ante su persona o ministerio. Confieso que ante tal extremo he sentido curiosidad por conocer si tales visitantes a las oficinas del Partido Provincial fueron realmente miembros de la Iglesia, sin embargo he preferido dejar este asunto a Dios considerando que su escrutinio no serviría de edificación para nadie y que resulta mejor dejar crecer la cizaña juntamente con el trigo hasta que llegue el día de la siega. Pero si tal información resulta fidedigna, nos encontramos ante un caso en el que presuntos miembros de la Iglesia realizaron lo que puede calificarse de auténtica acusación o la entrega de su líder a las autoridades políticas y tal traición me parece que no tiene parangón en la historia de la persecución religiosa en Cuba.
Lo que sí puedo asegurar es que, si de tener oposición activa se trata, no puedo quejarme: mi pan de cada día es un centro experimental de resistencia (hacia mi ministerio y hacía mi persona), y diferencio ambos porque podría muy bien ser diferente: atacarse mi trabajo, pero separarlo de la integridades físicas y psicológicas, mías y de mi familia, pero no es así. Hace mes y medio tuve la oportunidad divina de ver a mi pequeña niña de dos años hospitalizada por más de diez días con una severa disentería y se me demostró con creses que para mis adversarios no había diferencias y que esta era una guerra, al menos de su parte, sin códigos morales, ni sensibilidades, ni armisticios; lo cual, eso sí, les aleja muchísimo de los elevados valores éticos de una genuina resistencia cívica al estilo de Gandhi o Luther King, ¡que lástima!, con tales armas no les auguro buen éxito, al menos no uno limpio y honorable.
En segundo lugar: el mayor regocijo para mí se encuentra en el identificarme con Jesús, o con alguien tan cercano a él como lo fuera el apóstol Pablo. Ambos sufrieron el rechazo y la exclusión por consecuencia lógica de proclamar el Evangelio del Reino y su justicia, una carga liberadora demasiado grande e insufrible para quienes prefieren la conveniencia, o temen los ajustes de cuenta del status quo a cargar con una cruz. Estos opositores que me he granjeado aquí mismo, cerca de mi área de influencia, le realizan el trabajo sucio a un gobierno que me detesta pero que no me ataca de frente por contar en definitiva con ellos como sus tentáculos para llegar hasta mí, aprovechándose de un conjunto variado de bajas pasiones que constituyen un excelente caldo de cultivo para la alevosía.
Cuando imagino la escena del Jesús impopular por causa de su verbo tan agudo que carcomía tanta hipocresía, doble moral y oportunismo; rodeado solo de aquel exiguo grupo de discípulos y brindándoles incluso la oportunidad de: Si ustedes quieren pueden marcharse también; entonces me ánimo a seguir adelante, ¿no advirtió él mismo acaso: si en el árbol verde hacen estas cosas qué no harán con el seco? Cuando leo a Pablo, especialmente en Gálatas o en su Segunda Carta a los Corintios a partir del capítulo 9 y hasta el final, obligado a defender su ministerio de quienes pretendían ser más cristianos y apóstoles que él, pero que estaban realmente enmascarados para cuestionar la totalidad de su ministerio al servicio de dobles raseros y oscuros intereses, con las mismas artimañas y hasta con los mismos absurdos argumentos que contra mí vienen, entonces me reconforto, y recuerdo todas las bienaventuranzas de Jesús, especialmente aquella que dice: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo, gozaos y alegraos porque vuestro galardón es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Disfrutando entonces el inigualable privilegio de beber de la misma copa de Jesús y de Pablo, experimentando precisamente el mayor sufrimiento de parte de aquellos que se encuentran cerca, y agradecido a ellos porque sin saberlo me permiten formar parte de filas tan honorables; pero preocupado a la vez por comprender que estos no constituyen hechos aislados sino una muestra representativa de buena parte de la religiosidad cubana de hoy; no tengo más que declarar con Bonhoeffer tal y como proclamara en su ensayo Después de Diez Años, en diciembre de 1942, refiriéndose a la iglesia de la que con tristeza, y a pesar de todo, se sentía parte: hemos sido testigos silenciosos de hechos malvados, hemos aprendido muchos ardides, hemos aprendido las artes de la simulación y el lenguaje ambiguo; la experiencia nos ha enseñado a recelar de otras personas y bastantes veces hemos sido parcos con la verdad y las palabras francas; conflictos insoportables nos han hecho dóciles o tal vez incluso cínicos… ¿Somos todavía de alguna utilidad?
Foto: El Pastor Mario Félix Lleonart, aparece en la foto de la portada de la conocida revista: Christianity today. En el artículo de la revista titulado: Cuba for Christ—Ahora! The Communist island's improbable revival is 15 years old and growing stronger, by Jeremy Weber, el autor dice:
In one central city, CT stopped off to interview Mario, a 33-year-old pastor who on Tuesdays leaves his wife and two daughters and hitchhikes the 35 kilometers from his rural Western Baptist church of 70 to a Bible institute to teach New Testament. The trip can take three hours each way. "It's a miracle that I arrive," said Mario. "It's a sacrifice to leave my flock alone, but it's worth the pain. We must train new pastors well."
*Pastor Bautista de la Convención Bautista de Cuba Occidental. Desarrolla su ministerio en la Iglesia Bautista de Taguayabón, Villaclara, Cuba.
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