agosto 07, 2010

LEJOS DE HAWAI.

La semana pasada, 28 de julio al 1 de agosto, se celebró en Hawái el Congreso que quinquenalmente celebra la Alianza Bautista Mundial. Se cerraba con él una hermosa etapa de cinco años iniciada en el Congreso anterior, en Birmingham, Inglaterra, julio de 2005; y se inició otra nueva, ojalá que también a la altura de lo que se supone por tradición han sido los bautistas, y sobre todo, a la altura del Jesús a quien servimos. Durante el terminado lapso el tema escogido, a partir del cual se desarrolló una estrategia continua de evangelización y liderazgo, fue “Cristo el Agua de Vida”. Quien suscribe es un bautista que se precia mucho de pertenecer a esta comunidad religiosa tan singular, con historia y principios tan gloriosos y apegados a la Biblia, sin desdeñar otros ámbitos del vasto y rico cristianismo nuestro (para nada soy landmarkista) y a pesar de todas nuestros errores y excesos.
La Alianza, fundada en Londres en 1905, representa actualmente a más de 100 millones de bautistas en el mundo, y está constituida por alrededor de 213 convenciones y uniones, con 35 millones de creyentes bautizados (estas estadísticas deben haber variado en el reciente Congreso). Como parte del tema escogido para su estrategia pasada uno de sus principales proyectos lo constituyó la celebración de las Conferencias “Agua de Vida” que iniciándose en San Petersburgo, y pasando por Brasil, Nigeria, Tailandia y muchas localidades más de esta Aldea Global en que vivimos, hicieron escala por fin en La Habana, Cuba, del 23 al 26 de marzo pasados. Concentrados en el templo de la Iglesia Bautista El Calvario se reunieron por esos días pastores y otros líderes de las 4 convenciones afiliadas a la Alianza en Cuba: Convención Bautista de Cuba Oriental, Convención Bautista Libre de Cuba, Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba y Convención Bautista de Cuba Occidental. El tema de dicha conferencia fue Compartiendo la fe y el liderazgo para el siglo XXI.
Pensando en lo que podría estar sucediendo en Hawái la pasada semana y de lo cual ojalá tengamos en Cuba alguna noticia; no pude evitar el evocar el momento sublime que viví en el marco de nuestra conferencia de La Habana aquel mediodía del martes 23 en el tiempo de discusión planificado como colofón a la conferencia “La extensión del Evangelio en Cuba” que dictara el pastor Elmer Lavastida Alfonso. Fueron brillantes los argumentos del conferencista recordándonos páginas gloriosas como aquellas iniciales, doce décadas atrás, en la estrategia evangelizadora de Alberto J. Díaz, patriota cubano que decidió traer el evangelio con vestimenta bautista a su atribulada patria tras la más larga y agonizante experiencia de coloniaje en América. Aquel pionero en la evangelización bautista de Cuba tuvo buena parte de su éxito en el hecho de no discriminar a nadie, pero lo que es más, por incluir en sus oraciones y acciones a los mambises, pillos manigüeros a los ojos del desgobierno que entonces dominaba la isla con el beneplácito de una iglesia oficial parcializada en su jerarquía hacia los españoles. No pude menos que sentirme retado, no solo por el ¡Entremos!, exclamación con la que cerró magistralmente su disertación Lavastida, sino por los muy loables ejemplos a través de los cuales fue discurriendo, a pesar de los breves minutos de los que disponía para ello.
Nuestra situación actual no es menos compleja que la época de J. Díaz, yo diría que todo lo contrario. Es más, considero que la selección del tema “Agua de Vida” cinco años atrás en Birmingham fue atinadamente previsorio, para el mundo, pero especialmente para Cuba. No solo porque, en un planeta donde escasea cada vez más el agua física, Jesús sigue siendo el Agua de Vida capaz de saciar para siempre esa sed espiritual que acompaña a toda la raza humana; sino porque resultaba sorprendentemente acertado traer el tema “Agua de Vida” a un país azotado por fuertes sequías (materiales y espirituales), y en el que un mes antes de la Conferencia había acaecido la escandalosa muerte de un ser humano porque a sus carceleros se les ocurrió que privarle de agua sería la solución final a la huelga de hambre que realizaba como protesta por los acostumbrados maltratos que recibía; y en el que por aquellos mismos días otro valeroso hombre, en protesta por la muerte de aquel, y como reclamo por la liberación de otros 26 presos que de no ser liberados correrían semejante suerte, se encontraba en un Ayuno Total que incluía la abstención de beber el preciado líquido.
(Foto del @0 Congreso de la AMB) derecha.
Si yo no hablaba al respecto en “Agua de Vida” el Espíritu se las arreglaría para abrir la boca de algún otro siervo o de lo contrario las piedras lo habrían hecho en nuestro lugar, pero si yo no lo hacía, ¡estallaría! Entonces fue que emocionado y en una declaración que a mi juicio fue sumamente respetuosa y mesurada levanté mi voz en lo que lamentablemente llegó a ser el primero y último de los tiempos de discusiones plenarias programados para la Conferencia. Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas eran nombres de los que no debíamos enajenarnos en la Conferencia “Agua de Vida” de La Habana, a no ser que estuviésemos de espaldas a nuestra realidad contextual, y esto, Cristo no lo habría perdonado, a la vez que sería traicionar el espíritu que siempre ha caracterizado a los bautistas, especialmente si se trataba de miembros de la Alianza Bautista Mundial cuyos cuatro objetivos primordiales son, tal y como se podían constatar en el programa de todos los delegados asistentes: la unidad de todos sus miembros, liderar la evangelización, brindar ayuda a las personas en necesidad y la defensa de los derechos humanos.
Pude constatar que mis palabras encontraron eco en la mayoría de los presentes. A partir de allí y a lo largo de los meses que se sucedieron, líderes de las cuatro convenciones afiliadas a la Alianza en Cuba se mantuvieron al tanto de asuntos tan sensibles en nuestra realidad nacional, para nada ajenos al espíritu que debe caracterizar a los seguidores de Jesús. Es cierto que no realizamos otro tipo de declaraciones públicas. Hasta donde yo sé la única declaración emitida en algún medio de prensa cercano a los bautistas fue la del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. (CMLK), y publicada en su Boletín Caminos No. 102, correspondiente a abril de 2010 página 3 donde llamaba desde su título a no quedar en silencio y se calificaba de lamentable el fallecimiento del preso Orlando Zapata como resultado de una huelga de hambre y declaraba que el CMLK que tiene entre sus valores esenciales la apuesta por la Vida, deplora la muerte de cualquier ser humano.
Es cierto también que no tomamos parte activa en las conversaciones y mediaciones que tuvieron lugar en las altas esferas y en las que la Iglesia Católica Cubana jugó un rol fundamental. Pero estoy seguro que detrás de los dos grandes milagros que constituyeron el anuncio de la liberación de los 52 prisioneros que aún continuaban en prisión luego de sus tan cuestionados arrestos y juicios sumarios en 2003 (hasta personalidades de izquierda como José Saramago, Eduardo Galeano y Pablo Milanés manifestaron su inconformidad); y el consecuente levantamiento del Ayuno de Fariñas quien prácticamente nos regresó de una muerte que parecía inevitable, están las oraciones y gestos personales de muchos bautistas y evangélicos cubanos aunque se realizasen a título personal. Yo, que particularmente no me contenté con mis moderadas palabras en “Agua de Vida” estuve orando y visitando constantemente a Fariñas, siempre me acompañaba una profunda carga por nuestra responsabilidad como bautistas y evangélicos en general en un momento que considero crucial de nuestra historia patria. Dios me dio la satisfacción de que aquel mediodía del jueves 8 de julio y justo cuando Fariñas anunció el levantamiento de su exitoso Ayuno me encontraba en el hospital con el objetivo de visitarlo, y allí, en el patio del Hospital Arnaldo Milián Castro, a petición de sus emocionados familiares y como parte de una cadena de oración que espontáneamente se constituyó por personas de todo tipo de procedencias, y ante las cámaras de medios de prensa extranjera acreditados en Cuba, tuve el honor de realizar la oración de acción de gracias por la solución de una situación que para muchos no tenía más posibilidad que desencadenar en tragedia. Cuando lo hice viví la misma sensación espiritual que cuando levanté mi voz en “Agua de Vida”, sentí que en mi oración iban incluidos los miles de bautistas y evangélicos cubanos que elevaban la voz con mi garganta. Un pueblo que en buena medida se encuentra aletargado pero que de despertar podría tener una incidencia poderosa en resolver esta tragedia nacional que vivimos los cubanos, si con el amor de Cristo y el «Agua de Vida» que se supone poseemos pudiésemos contribuir con el ingrediente fundamental en esta tarea nada fácil de la reconciliación nacional: porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, …, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades (Efesios 2.14, 16).
Solo me queda agregar que aunque en el 2005 estuve muy lejos de Birmingham, en Inglaterra, y ahora, en el 2010 vuelvo a estarlo de Hawái, dudo que alguno de mis hermanos que tuvo el privilegio de participar haya sentido mayor emoción que la que pude yo sentir aquel mediodía de «Agua de Vida» en La Habana (23 de marzo), o aquel otro mediodía en Santa Clara (8 de julio) cuando tuve el privilegio de orar y unos minutos más tarde contemplar al Coco beber su primer sorbo de agua en más de 130 días. Tampoco creo que el Cardenal Ortega sentado en la mesa de negociaciones haya vivido mayores emociones que yo. Cada cual ocupa su lugar en esta historia, pero yo no cambio el mío, el e ocupar este lugar privilegiado de estar en la base, o como me dijera un gran amigo, de ser un simple cura de aldea, bien alejado de las élites de poder pero de pie en el epicentro, hoy, lejos de Hawái, puedo afirmar sin embargo, fiel a mi declaración a Christianity Today (Julio, 2009): ¡Aquí estoy paleando el dolor de mi pueblo! Nada me satisface más que esto. ¡Dios bendiga a Cuba!
* Pastor bautista de la Convención Bautista de Cuba Occidental. Desarrolla su Ministerio en la Iglesia Bautista de Taguayabón. Villaclara, Cuba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Fariñas anunció el levantamiento de su exitoso Ayuno "

¿Ayunoo huelga de hambre?

¿Emocionado junto al Cardenal Ortega?

¡Ay Cuba!