Ernesto Robles
Por la liberalización del sistema escolar cubano, la libertad de
expresión, el fin del asedio a la prensa independiente, contra las
“regulaciones” o limitaciones a la libertad de movimiento. Todo eso pone en el
tapete una nueva carta abierta que circula en las redes sociales.
La Carta de los Siete, como le llaman, por estar rubricada por siete
artistas e intelectuales cubanos residentes dentro y fuera del país, sintetiza
algunos de los más preocupantes y reveladores hechos contra las libertades
individuales desde julio hasta hoy.
EL
CALVARIO DEL MATRIMONIO RIGAL-EXPÓSITO
“Cuba precisa el bien. Con hijos encarcelados
y tanta voz segada no hay oportunidad de construir el país de todos”,
comienza el documento, que continúa exponiendo el caso del pastor Ramón Rigal y
su esposa, Adya Expósito, detenidos en abril de 2019 en la ciudad de
Guantánamo.
Ello
ocurrió por ejercer el derecho, consagrado en el Artículo 26.3 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, de dar a sus hijos una educación
acorde a sus principios y valores. “Ya en
2017 enfrentaron un juicio y fueron condenados a prisión domiciliaria por
practicar la enseñanza en el hogar o “´homeschooling´”, recordó el texto.
“Rigal y Expósito tomaron la decisión cuando
su hija mayor, Ruth, volvió de la escuela con dolores en su cuerpo: había
recibido una patada en el estómago, y había ocurrido por su fe cristiana. Ante
el acoso o ´bulling´ escolar protegieron a la niña del modo que creyeron
correcto, incluso a costa de sus propias libertades”, aseguraron los
firmantes.
Por
más de dos años la pareja lideró un grupo de nueve familias que sacaron a sus
hijos de las escuelas estatales y se sumaron a un programa que incluía materias
como matemáticas, gramática e historia, entre otras, mediante la metodología del
colegio guatemalteco Hebrón, especializado en educación en el hogar.
“Tal movimiento espontáneo de la ciudadanía
refleja inconformidades y un claro reclamo a diversificar la centralizada
educación cubana”, puntualizó la misiva. “Una vez cumplida la primera condena,
Rigal dijo en un audiovisual de la Asociación de Defensa Legal de Home School
(HSDLA, por sus siglas en inglés) que el Gobierno le impidió abandonar Cuba
junto a su familia aun cuando los boletos aéreos estaban comprados”.
El
19 de abril Ramón Rigal y Adya Expósito, fueron sometidos a un juicio que
irrespetó el debido proceso. La carta resumió: “Ni siquiera tuvieron tiempo suficiente para convocar a un abogado que
condujera la defensa en un proceso judicial que arrojó dos años de privación de
libertad para él y uno y medio para ella por ´actos contra el normal desarrollo
del niño, asociación ilícita y asociación para delinquir´”.
Tras
una demorada e infructuosa apelación, Rigal fue sometido sin justificación a
régimen de severidad en la cárcel guantanamera donde hoy purga su condena. Por
estos motivos, la carta exigió “el fin de
las agresiones contra la familia Rigal-Expósito, la libertad para escoger la
educación que los padres cubanos deseen para sus hijos, así como la
descentralización de la enseñanza en Cuba a todos los niveles”.
Reconociendo
el rol del Estado en el monitoreo de instituciones docentes, “pero no como dueño exclusivo de la
educación”, el documento aseguró “es un derecho de todas las personas y una
responsabilidad de la familia, la sociedad y el Estado. En ese orden, y no al revés”.
“Los padres tienen la obligación de alimentar
a sus hijos, asistirlos en la defensa de sus legítimos intereses y la
realización de sus justas aspiraciones, educarlos y formarlos con valores
morales, éticos y cívicos, más allá de una pretendida correspondencia con la
sociedad socialista”, subrayó.
DE
REGULACIONES Y OTROS DEMONIOS
Los
intelectuales y artistas firmantes continuaron, evocando cómo mientras el
calvario de la familia guantanamera se desarrollaba, “en julio de 2019 a varios presidentes de denominaciones protestantes
cubanas se les prohibía salir del país para asistir a un evento sobre libertad
religiosa en Washington”.
Eran
“regulados”, aseguran, en referencia
a la práctica que limita la libertad de movimiento “aplicada, también y por décadas, a activistas, intelectuales,
periodistas y una larga lista de actores de la sociedad civil que el Partido
Comunista identifica como enemigos sistémicos”.
“Exigimos el levantamiento de esa medida, violatoria
de las libertades individuales, a todos los ciudadanos cubanos a quienes se les
aplique por razones políticas. La lista del Instituto Patmos supera ya los 200
´regulados´”, escribieron.
Asimismo,
demandaron la no criminalización del ejercicio periodístico y el activismo
social fuera de la aprobación del Estado, “así
como las visiones diferentes a las del statu quo sobre el presente y futuro de
Cuba”.
“Actitudes como esta llevaron varios días a la cárcel,
en julio pasado, al reportero y militante por los derechos religiosos Ricardo
Fernández Izaguirre”, señalaron en
referencia al colaborador de la revista LA HORA DE CUBA, en la ciudad de
Camagüey. “Esa historia se ha repetido
contra varios comunicadores”.
“El Estado, en la práctica y no solo en la letra,
debe respetar, garantizar y proteger la libertad de pensamiento, conciencia y
expresión, y reconocer a los ciudadanos, instituciones no estatales y
asociaciones la libertad de prensa”, finalizaron.
Al
presidente cubano, Miguel Díaz-Canel y al Secretario del Partido Comunista,
Raúl Castro, está dirigida la misiva, en un acto pacífico que recuerda aquella
Carta de los Diez, a inicios de los 90, entre cuyos firmantes destacaba el
poeta Manuel Díaz Martínez.
La
acción cívica actual fue secundada por los escritores Amir Valle, Alberto
Garrido, Yoe Suárez, Yaiset Rodríguez y Sacramento Acebo (los tres primeros
residentes en el exterior), y por el conferencista y psicólogo Antonio Lorenzo
y el director audiovisual Carlos Jesús (CJ) Martínez.
La
edad promedio de los signatarios es de 39 años, provienen de varias regiones de
la isla y aquellos afincados fuera del país están en lugares tan diversos como
Alemania, República Dominicana o los Estados Unidos.
Es
curioso: fue fechada en la Autopista Nacional. No en La Habana, o en Camagüey,
o en un barrio determinado, sino en esa lengua de asfalto que recorre la mitad
occidental de Cuba y que fue, uno de los inconclusos megaproyectos de la
Revolución. ¿Justicia
poética?
Fuente:
Recibido por correo electrónico.
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