noviembre 30, 2019

Ataques a las Iglesias de confesión cristianas-evangélicas en Cuba por parte de activistas LGBTI no aceptan el “Cuba para Cristo”.


“Cuba para Cristo” resume el objetivo del fundamentalismo cristiano en nuestro país…, subvierte, en última instancia, la máxima martiana en la que se inspira nuestra Carta Magna cuando asegura que Cuba es un estado “organizado con todos y para el bien de todos”. Dicen las  autoras del artículo.
Un artículo con el título de: “Cuba para Cristo” no es con todos ni para el bien de todos”, aparece publicado en el sitio web de temas LGBTI en Cuba y en el sitio fanático-comunista: La Joven Cuba. Ataca sin reservas a la comunidad evangélica cubana y cuestiona la frase, asumida desde hace mucho tiempo por los evangélicos en Cuba: “Cuba para Cristo”.
La expresión “Cuba para Cristo” no es nueva ni está acompañada de algún oscuro propósito, viene desde las campañas evangelísticas en los cincuentas. Acusar a la iglesia evangélica en Cuba de promover “el patriarcado colonizador, racista, capitalista, misógino y homofóbico” es una torpe ataque a una iglesia que nunca tuvo en los últimos 60 años, asidero alguno, con inclinación al derecho, como para proclamar lo que hacen las iglesias de confesión cristiana: llevar el mensaje salvífico. Esta es la dedicación desde hace siglos del Cristianismo y esto lo seguirán haciendo.
Dicen ahora que la iglesia cubana de confesión cristiano evangélica, “no empondera  las poblaciones históricas, se niegan al dialogo, al multiculturalismo” y su mensaje es “excluyente y condenatorio”… y siguen.
La iglesia que ha sufrido y aún sufre una sistemática violación del derecho, que solo conoció del cierre de templos, las Unidades Militares de Ayuda a la producción (UMAP), las depuraciones en las Universidades, la cárcel y la discriminación; ahora es atacada por que dicen que si hablan de “Cuba para Cristo” esto no incluye el “con todos y para el bien de todos” martiano. ¿Dónde estaban o están estos que hoy atacan a la iglesia cuando toda la estructura libertaria y el derecho fueron excluidos desde que se estableció la dictadura en Cuba? ¿Dónde estaban estos cuando el totalitarismo marxista leninista excluyó las poblaciones históricas, descartaron el dialogo y no admiten manifestaciones culturales que no sean apegadas a la ideología comunista? Si están tan preocupados por una Cuba “con todos y para el bien de todos”, empecemos por preocuparnos por eliminar a una dictadura totalitaria, discriminatoria, violadora del derecho, explotadora y con una sórdida dedicación a la criminalidad y la maldad. Todo esto lo hace y lo sigue haciendo la  dictadura Castrocomunista y a ésta nadie la cuestionó o la cuestiona aunque está muy lejos de estar “con todos y para el bien de todos”.
Como asumimos el derecho a la información, sin cortapisas, incluimos en este blog el artículo en cuestión de manera íntegra.
Por Susana Hernández Martín y Ángela Laksmi. *
Hace varios meses algunas iglesias fundamentalistas repiten el eslogan “Cuba para Cristo” en sus templos, en las calles y en las redes sociales. La frase define un objetivo que no es nuevo pero que ha ganado fuerza desde que el movimiento fundamentalista cristiano en el país, encabezado por varias denominaciones como la Iglesia Metodista y la Liga Evangélica, iniciara su ofensiva contra el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+ en la nueva Constitución.

¿Cómo es ese Cristo al que quieren consagrarle este país? ¿Quiénes integran la Cuba de la que hablan? ¿Qué implicaciones tiene la frase y qué estrategias emplea el movimiento que la usa de bandera?
Para muchos de quienes seguimos el avance del fundamentalismo cristiano en nuestra isla es evidente que el Cristo que promueven encarna el patriarcado colonizador, racista, capitalista, misógino y homofóbico que rechaza cualquier política que empodere a poblaciones históricamente sometidas por los dogmas religiosos, y las convierte en el centro de sus ataques bajo la premisa de que contradicen la moral y los valores bíblicos.
El Cristo al que se refiere el eslogan rechaza el ecumenismo y se niega a dialogar, incluso a reconocer a otras religiones y espiritualidades a las que condena por herejes. Es un Cristo que cercena el multiculturalismo porque solo reconoce luz y verdad en su propia palabra y que se impone desde una hegemonía incuestionable.
En sus perfiles de Facebook e Instagram, varios representantes de estas iglesias se han pronunciado sobre el carácter “satánico” de las religiones afrocubanas e incluso han convocado a personajes populares como el humorista Limay Blanco, cuya reciente conversión al cristianismo fue explotada en redes sociales para respaldar el discurso de descrédito a la religión Yoruba.

También en redes sociales hemos visto cómo en muchos de sus cultos, que parecen más espectáculos que espacios espirituales, ocurren “sanaciones” milagrosas que confirman a quienes creen y seducen a quienes dudan de que Dios esté en ESAS iglesias, y por tanto, en la agenda que promueven.
Con el propósito de propagar el mensaje de ese Cristo excluyente y condenatorio han entregado Biblias en las calles, y han producido materiales comunicativos como video clips que incitan al odio y la discriminación, revistas, libros y canales de You Tube que colocan en el Paquete Semanal dirigidos sobre todo a un público joven.
Se han colado en espacios estatales con un mensaje explícitamente religioso, como demuestra el caso reciente de los payasos evangélicos “Los Parchís”, quienes tras la fachada de un espectáculo infantil escondían el proselitismo más fiero, en el que se construyen sistemas de valores tan cerrados como el concepto de cristianismo de quienes lo ejercen. Este caso enciende la alarma sobre situaciones similares que pueden estar ocurriendo en el país sin que lo sepamos.
En los últimos meses hemos vivido la cruzada de este movimiento contra las teorías feministas y de género, a las que denominan “ideología de género” con el propósito explícito de restarle credibilidad e impacto, y definir un “enemigo” contra el que unirse por encima de diferencias doctrinales.
Atacan a los feminismos, reforzando con toda intención el error de que estos constituyen una categoría igual de excluyente y violenta que el machismo. Desde esa perspectiva, la posibilidad de mujeres empoderadas amenaza de manera directa al estereotipo de familia que sustenta el patriarcado.
Por ejemplo, aunque creíamos que el aborto, como un derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, era una garantía incuestionable en Cuba –anterior incluso a 1959–, hoy el fundamentalismo cristiano promueve el mismo discurso “próvida” que en otros países de la región ya ha coartado efectivamente la autonomía de las mujeres en este sentido.

Desde que inició el debate del Proyecto de Constitución, en el que se reconocían los derechos de las personas LGBTIQ+, nuestros colectivos han estado en el centro de su ofensiva. Durante este tiempo se han encargado de “demonizarnos” a través de diferentes estrategias.
Han dirigido recursos a difundir una lectura bíblica que condena las identidades y expresiones que se apartan de la cis-heteronorma, a mostrar la homosexualidad como una desviación moral y una perversión que solo produce caos en la sociedad y a ridiculizar las disímiles expresiones de la diversidad sexual y de género.
Niegan los avances científicos que muestran al género como una categoría construida socialmente y a las sexualidades e identidades diversas como expresiones válidas, y mienten sobre los propósitos de una educación integral de la sexualidad basada en el respeto a la diversidad humana.
Eso explica por qué han sido activistas por los derechos sexuales quienes han asumido con frecuencia los procesos de denuncia, sobre todo en redes sociales, a los excesos de las iglesias fundamentalistas, incluso cuando no es tan evidente la amenaza a las personas LGBTIQ+.
Este Cristo al que quieren ofrendarle Cuba no dice “cree” sino “ve”. Provee de alimentos, contribuye a edificar viviendas, hace aparecer polvo de oro en las manos de la feligresía, divierte a los niños y les da de comer, sana mágicamente a quienes sufren y promete que esa buena fortuna seguirá siempre que abracen su mandato. Utiliza el trabajo comunitario como una fachada para enmascarar –apenas– su labor proselitista, su “pesca de almas”, y no responde a un fin humanitario sino utilitario: este es un Cristo que exige una obediencia incondicional y acrítica a cambio de beneficios materiales.
Este Cristo al que quieren ofrendarle Cuba no dice “cree” sino “ve” y utiliza el trabajo comunitario como una fachada para enmascarar –apenas– su labor proselitista.
La estrategia de “pesca de almas” en las comunidades ha sido exitosa para la denominación Metodista, que cuenta con iglesias o misiones en cada municipio del país y suma una feligresía de 50.000 personas, según informan a través de su página web.
Esta cifra es solo una parte del movimiento fundamentalista cristiano, compuesto además por otras denominaciones que durante el contexto de reforma constitucional se unieron en varias declaraciones para rechazar el reconocimiento de derechos de las personas LGBTIQ+, llegando a sumar más de 20 en Cuba.
La membresía que reúnen constituye una fuerza de choque con serias capacidades para frenar cualquier avance en materia de justicia social e impulsar la agenda política de quienes lideran el frente fundamentalista, una agenda que incluye, junto a la exclusión de las personas LGBTIQ+ del proyecto de país, educación privada, acceso a los medios de comunicación y condiciones legales para su crecimiento patrimonial y económico.
Además de trabajar para crecer en número, el pasado 11 de junio dieron un paso importante para cohesionar al movimiento en Cuba y articularse con el frente regional que ya ha tenido tenido excelentes resultados en países como Brasil y Bolivia. Crearon la Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba (AIEC), conformada en el momento de su fundación por siete denominaciones: la Iglesia Metodista en Cuba, la Liga Evangélica de Cuba, las convenciones Bautista Oriental y Occidental, la Iglesia Evangélica Pentecostal Asamblea de Dios, la Iglesia Buenas Nuevas y la Iglesia Evangélica Betel.
Cuba para Cristo” resume el objetivo del fundamentalismo cristiano en nuestro país, que pretende revocar el principio constitucional de que Cuba es un estado laico, desdibujando por completo los límites entre los ámbitos religioso y secular, y subordinando toda la vida del país a los principios y la moral fundamentalista cristiana. Subvierte, en última instancia, la máxima martiana en la que se inspira nuestra Carta Magna cuando asegura que Cuba es un estado “organizado con todos y para el bien de todos”.
*Susana Hernández Martin. Directora en Q de Cuir, Periodista en Proyecto Abriendo Brechas de Colores - LGTBI. Estudió Periodismo en UCLV Marta Abreu. Reside en La Habana
*Angela Laksmi. Trabaja en Q de Cuir. Coordinadora en Proyecto Abriendo Brechas de Colores – LGTBI. Trabajó en CENESEX. Estudió Psicología en Universidad de La Habana. Reside en La Habana.

1 comentario:

Jaime Leygonier Fernández. dijo...

La Dictadura adoctrinó a las "masas" en la intolerancia y es oportunista servir al Gobierno. Activistas por controvertibles derechos, controvertibles porque chocan con los derechos de los demás, se convierten en predicadores fanáticos y hacen de la homosexualidad su Dios que quieren imponer a toda la sociedad, con la bendición estatal, que divide para triunfar sometiéndonos a todos.
Jaime Leygonier.