A
las palabras de encomio hacia los espiritistas, Díaz- Canel añadió que se hace
imprescindible para el socialismo cubano trabajar con la espiritualidad, los
sentimientos, las emociones y las ideas de las personas.
El
reportaje de Livia Rodríguez Delis sobre un encuentro sostenido entre el Primer
Vicesecretario de los Consejos de Estado y de Ministros y un grupo de
espiritistas de varias provincias de la Isla confiere una nueva pincelada
folklórica a la estrambótica realidad cubana, donde desde hace medio siglo los
destinos de la nación son regidos y reglamentados por un partido de ideología
materialista.
Que
los nexos partidistas con diferentes instituciones religiosas lleguen a nivel
de diálogo y convivencia no sería una situación a destacar de no ser por el
antagonismo que ha marcado la historia de las relaciones de ese mismo partido
con el mundo religioso. Un asunto marcado como objetivo condenado a desaparecer
en la sociedad del hombre nuevo socialista ajena a todo lo que no fuera
racional y científicamente fundamentado.
Es
difícil que aún permanezca con vida Medrano, el viejo profesor de marxismo que impartiera
clases en el tecnológico Aracelio
Iglesias en La Habana. De vivir y mantenerse en plenitud mental imagino la
confusión ante estos giros de la vida. Muy diferente al sentimiento que debe
animar a una conocida espiritista que mantenía una escuela en la barriada del
Vedado durante los años ochenta.
El
profe Medrano, un personaje singular
y hasta simpático, predicaba su asignatura de una manera peculiar. Casi siempre
vistiendo ropa de caqui, a veces con sombrero de yarey incluido y calzando unas
enormes botas cañeras que realzaban la cojera que padecía, Medrano gustaba explayarse
en sus clases contra las figuras religiosas. No importaba cual fuera el tema
siempre en el contexto terminaban apareciendo las monjitas, los curas, los
santeros y los espiritistas. A los primeros los fustigaba con el tópico de una
sexualidad reprimida que según su punto de vista era una mera formalidad
hipócrita que los religiosos evadían en privado. A los del segundo grupo
siempre los tildaba de estafadores y farsantes. Una lacra en vía de desaparecer
ante el empuje del socialismo real y la conciencia científica de la sociedad
que estábamos construyendo.
Al
paso del tiempo los que reíamos con las charlas de Medrano, que después de todo
conseguía hacer más pasajero el tedio de la materia filosófica que impartía,
fuimos descubriendo que la realidad iba de manera inexplicable desvirtuando
aquella visualización del futuro materialista de Cuba. Muchos de aquellos
alumnos tenían hecho santo, iban a alguna iglesia o simplemente mantenían de
manera oculta ciertas inclinaciones espirituales que fueron aflorando con los
años.
Uno
de ellos, de los más escépticos religiosamente hablando, inició su camino
espiritual precisamente a la casa del Vedado llevado por quien menos esperaba.
En pleno trance por una situación sentimental fuerte, dio por descartado el
recetario de los psicólogos. Alguien le recomendó a un médico que fue a visitar
al hospital donde ejercía. La primera extrañeza por la cita hecha para un
doctor especializado en Oncología, fue superada por la recomendación del
facultativo luego de escuchar al paciente en su relación del mal que le
aquejaba. Luego de preguntarle si había ido a “Guanabacoa”, viendo la cara de desorientación de su interlocutor,
el joven médico le indicó la dirección de la reconocida espiritista pues había
cosas que la ciencia no tenía capacidad de responder, afirmó.
Fueron
muchos años de visita a la casa de referencia. Allí descubrió que el médico que
le indicó el sitio no era el único que mantenía estrechas relaciones con el
mundo de lo paranormal. Conoció a otros, reconocidos en su medio, tanto de la
vieja generación como de la nueva hornada. Músicos, estudiantes universitarios,
personas de toda condición social y laboral, incluso algunas que de manera
misteriosa pasaban directamente a la consulta de la médium sin dejarse ver por los
presentes. En la planta inferior de la casona de dos plantas vivía por ese
entonces un oficial de las Fuerzas Armadas. A pesar de las recomendaciones de
discreción los días de sesiones espirituales y consultas el movimiento no
pasaba desapercibido para el militar quien diligentemente denunciaba a su
vecina. Aunque no fue un impedimento para el funcionamiento del lugar es obvio
imaginar que aquel estuvo bajo el ojo atento de las autoridades políticas y de
masas, léase los compañeros del CDR.
Ahora
la noticia publicada en Granma me trae todas estas rememoraciones. A esto se
suma el estupor ante el agradecimiento público hecho por Miguel Díaz- Canel a
la comunidad espiritista cubana, nada menos que por sus “muestras de compromiso con el pueblo, la Revolución y la causa de los
Cinco”. Dicho lo anterior en presencia de Caridad Diego Bello, Jefa de la
Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central y de varios dirigentes de la
organización comunista. A las palabras
de encomio hacia los espiritistas, Díaz- Canel añadió que se hace imprescindible para el socialismo cubano trabajar con la
espiritualidad, los sentimientos, las emociones y las ideas de las personas.
Fuente:
Cubanet.
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