abril 04, 2011

Maléficas estrategias.

Parafraseando un refrán muy conocido podría decir que, el camino que conduce a la satisfacción de las ansias de poder y de los intereses personales está empedrado de maléficas estrategias, que van desde la total lapidación al contrincante, sin darle el derecho a réplica o defensa propia, usando improperios, frases ofensivas y reiteradas en todos los casos hasta hacer uso inapropiado del poder para controlar y manipular la opinión de las masas. Así actúa el Sistema cubano con su maquinaria de gobierno absolutista que, lamentablemente, después de más de cinco décadas de dominio ha permeado ciertas fracciones de carácter autónomo, incluso en el mundo cristiano, reitero que es lamentable, porque la vida cristiana muy lejana a comodidades, lujos y opulencias, en medio de un contexto donde lo que más predomina son la necesidad y la pobreza, debería ser una vida sacrificada y humilde que asuma retos, aunque sean difíciles y costosos, negando siempre nuestras ambiciones humanas y materiales para que prevalezca en nosotros la pasión por la justicia, el amor, la honestidad y ante todo la verdad de nuestro Señor Jesucristo, quien jamás abandonó a los pobres y ensució sus pies con el polvo del camino, corriendo grandes peligros, entre ellos el de la misma cruz para ser vocero de los más humildes, de los violentados y silenciados por los poderosos de este mundo. Jesús nos enseñó a vivir una existencia libre de egoísmos, llena de valentía, creo que si alguien debería alzar la voz en contra de las cosas negativas y horrendas que ocurren en este país, esos somos nosotros, los seguidores de Jesús, porque no deberíamos poner en riesgo nuestra primogenitura por un simple y banal plato de lentejas.
Una de las estrategias más usadas por el Gobierno cubano es la satanización de los hombres y mujeres que disienten de su monopolio de poder y de sus métodos. Dios mismo es quien ha hecho a cada persona responsable y libre de elegir, incluso en el orden divino, le dio al ser humano el libre albedrío; Pero nuestro Estado nos prohíbe que discrepemos con su discurso y quiere privarnos del derecho de elección, con la Revolución todo, sin la Revolución nada y más aún, nos quiere imponer que cualquier método que se use para lograr que el régimen siga en pie, es válido, porque la premisa es que el fin justifica los medios. Entonces estas estrategias van desde el uso de los archiconocidos calificativos y que ya nos llevan cada lunes al máximo del cansancio para referirse ante el pueblo de Cuba a la disidencia como: seres mercenarios, contrarrevolucionarios, elementos de la más baja calaña, títeres, gusanos, en fin, cuanto improperio pueda venirles a la mente, lo que muestra la falta de argumentos para justificar el empeño de apagar las voces diferentes, el uso de las calumnias y ofensas no es más que la prueba de cuán decadente es el discurso oficialista y de cuán desesperado está porque la inclemencia de la vejez lo asecha.
Pero que sea el Sistema que impera en Cuba desde la ya lejana fecha del primero de enero de 1959, quien use estos recursos, es algo que no me toma de susto o por sorpresa, lo que sí me sorprende y preocupa es que ciertos sectores cristianos, _a los que no haré alusión pública por cuestiones de ética y principios que conservo y no tanto por estos sectores, sino por el resto de nuestros hermanos en Cristo a quienes amo y prefiero, tal y como Jesús encomienda que hagamos en la Biblia_, utilicen recursos similares, casi idénticos de lapidación pública a una persona porque esta exprese su preocupación por la disidencia cubana, un grupo cada vez más creciente y genuino, aunque se quiera negar, tan amado por Cristo además, como el resto de los cubanos, que se le quiera silenciar bajo amenazas tan pérfidas como: “si levantas tu voz para defender a las Damas de Blanco, te voy a destruir”( foto Damas de Blanco reprimidas en La Habana) , es algo que en el orden personal no puedo concebir. Qué penoso resulta que nuestras iglesias y algunas entidades que nos representan de forma legal ante el Gobierno, asuman las mismas miserias que este ha impuesto a la sociedad cubana: solo son buenos y morales, los cristianos que aun sin militar en ninguna fila comunista, permanecen callados, sin resultar obstáculo para los poderosos o para los intereses de algunos de ellos, o los que además de militar en las filas de Cristo, lo hacen también en la del tristemente único Partido Comunista, los integrados al Comité, a la FMC o a cualquier otra agrupación que vele y resguarde los intereses de la Revolución. Dejo claro que amo y respeto a mis hermanos que caminan en la dicotomía ideológica de ser idealistas y materialistas a la vez, no entiendo esta dicotomía, pero respeto la decisión de cada cual y siempre he expresado ante esto mi tolerancia, pero exijo en el nombre de Cristo a mis hermanos, de manera particular a quienes al igual que yo son miembros de la Convención Bautista de Cuba Occidental, que se muestren respetuosos ante quienes quieran asumir posiciones de defensa, apoyo espiritual y amor a los disidentes cubanos. Que se despojen de los prejuicios que les ha inculcado el sistema y cesen de llamar por términos parecidos a los que usa el oficialismo a quienes políticamente tienen la osadía de enfrentarse al Régimen.
No coincido con quienes pretenden fabricar cristianos apolíticos, insensibles a la realidad social que vive el país o a los de doble moral que teniendo criterios críticos al respecto, se lo guardan para sí o lo exponen en contextos privados y luego le ofrecen al sistema la más fingida de las sonrisas. Si Jesús no se hubiera impuesto a los gobernantes de su tiempo, no habría logrado dar salvación a los discriminados. Tampoco soporto que los disidentes sean ubicados en las filas de los más pecadores, pronunciar esta palabra para muchos cristianos es más grave que pronunciar las de ladrón u homicida. Aunque todos somos pecadores, ser disidente no es un pecado, no es precisamente nuestra actitud política la que nos hace más o menos ante los ojos de Dios, ellos tienen derecho de manifestarse según lo que piensan y si al hacerlo de manera pacífica, reciben a cambio agresión física y moral, estamos obligados por ética ante Dios y ante la sociedad a levantar nuestra voz para defenderlos, como Jesús se colocó al lado de los más abusados, aunque esto nos cueste algún que otro permiso de salida al exterior o algún que otro privilegio.
Si el Gobierno de Cuba quiere enterrar o desaparecer del mapa político cubano a sus oponentes internos, nosotros como hijos de Dios no podemos permitirlo, no asumamos el vergonzoso y pasivo rol de callar ante las injusticias, porque lamentablemente nos haremos cómplices de ellas. Pidamos a Dios y cooperemos para que Cuba se transforme en un país de libertad, donde se diversifique y pluralice la política, respetemos a quienes no quieran interferir en este plano, hagámoslo también con quienes apoyan y gustan del comunismo y el socialismo como sistema humano, pero que quienes disienten tengan también un espacio de postulación, sean reconocidos y respetados por todos en el mismo plano. Hagamos una Cuba para todos los cubanos, sin perder nuestra independencia, nuestra soberanía, anhelemos nosotros los cristianos una Cuba para Cristo, sin olvidarnos que vivimos en este mundo y que debemos incidir en él de la mejor manera. Ojalá en un futuro no muy lejano, si el Señor Jesús no viene antes por su iglesia, podamos marchar los creyentes en él unidos por el amor del Espíritu Santo en nuestros corazones, como lo primero y más importante, respetando a cada cual sus convicciones políticas y que estemos dispuestos, no solo a orar por el prójimo, algo que es tan importante, sino también a defenderlo. Nos emocionamos cuando citamos a los grandes hombres de la fe que son muestra de lo que un ser humano puede llegar a sacrificar por su prójimo, como Dietrich Bonhoefer y Martin Niomöller, pero que triste que estemos tan lejos de sus valiosas vidas, entonces ojalá que en nuestro contexto no tengamos un día que decir algo similar a lo que expresó Niomöller en 1945 a propósito de los nazis: vinieron por las Damas de Blanco y yo no hice nada, porque no era una Dama de Blanco, vinieron por los periodistas independientes, y no hice nada porque tampoco era un periodista independiente, vinieron por Yoani Sánchez, por los blogueros y twiteros disidentes y me quedé impasible, porque tampoco yo era un bloguero o un twitero disidente, vinieron por los presos de conciencia, pero permanecí callado porque ni yo, ni ninguno de mis familiares era un preso de conciencia, vinieron por los que se enfrentaron al régimen, por los que no los aplaudieron, ni dijeron Ave César y yo permanecí callado, porque aunque no dije Ave César, me tenía sin cuidado el destino de mi país, vinieron por mis hermanos que mostraron su apoyo a la disidencia y reclamaron para ellos justicia y me quedé tranquilo, porque yo nunca me contaminé con ellos, pero luego vinieron por mí y ya nadie podía hacer algo por mí, porque estaba solo.
Ojalá nuestras estrategias cambien y que no permitamos que los gobernantes de Cuba nos permeen, manipulen, chantajeen, porque incluso ni ellos mismos nos darán crédito. Serán la firmeza en nuestras ideas, nuestras sólidas convicciones, nuestra obediencia solo a Cristo y nuestro inquebrantable amor a Cuba las cualidades que nos darán un lugar honroso en la historia de este país y en la historia divina.
*Licenciada en Información Científico Técnica y Bibliotecología y Máster en Estudios Teológicos por FLET. Desempeña sus labores en la Iglesia Bautista de Taguayabón en Villa Clara Cuba junto a su esposo el Pbro. Mario F Lleonart.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante su artículo. Muy pocas veces he visto expresar como ha hecho usted la imperiosa necesidad de respetar las ideas y los puntos de vista dentro de la sociedad cubana y la necesidad imperiosa de un cambio hacia la democracia en una Cuba para todos.

Anónimo dijo...

El día de la victoria, cuando vinieron por los Castro y los comunistas, aplaudimos y nos regocijamos y, arrodillados sobre la tierra de la patria, besamos la bandera cubana y le dimos gracias a Dios.