La Iglesia cubana debiera sentirse honrada y comprometida cuando conocemos el papel gestor que desempeñó Cuba en 1948 en el pleno de las Naciones Unidas, obviando un pronunciamiento, en mi opinión, su oposición ante la Resolución 181 en la creación del Estado de Israel.
Hablar en Cuba hoy de los Derechos Humanos es una moda, un resguardo y una afrenta. Moda por el constante uso de estos términos en todas las esferas sociales Resguardo para aquellos que hacen sus reclamos exigiendo que sus derechos sean respetados y afrenta para aquellos que violan y atropellan el derecho ajeno.
Esta Declaración Universal de los Derechos Humanos busca proteger los derechos individuales-sociales de todas las personas en las naciones firmantes. Pareciera algo nuevo todo este proyecto internacional cuando realmente es el resultado del sufrimiento y experiencia de las naciones en el decursar de la Historia.
No es secreto alguno que oficiales de la Iglesia protestante en Cuba lucharon por verla libre del régimen despótico español de la época a mediados y finales del siglo XIX. Muchos dieron sus vidas en los campos de batalla o murieron en las cárceles. Se crearon organizaciones cristianas en la Isla y fuera de ella como la “Sociedad de Socorros Mutuos Hijos de la Fe”, de la Iglesia Metodista, para defender los derechos de los trabajadores de las tabaquerías. La Iglesia Bautista organizó la Sociedad de la Cruz Blanca Cubana. En mayo del 1897 el periódico Patria hacía público el envío de ropas, medicinas y materiales quirúrgicos para las tropas independentistas. Pastores y líderes de los Estados Unidos ayudaron a los patriotas cubanos, brindando sus casas y Templos para que se realizaran mítines y colectas.
62 años después del nacimiento de la Declaración Universal de los Derecho Humanos, las diferentes direcciones religiosas evangélicas cubanas han asumido una posición muy pasiva y diferente ante su compromiso social cristiano, al no pronunciarse en la defensa de los Derechos Humanos. La creencia de no inmiscuirse en política como algo anti bíblico es la doctrina o escusa más frecuente utilizada para no hacer nada ante cualquier injusticia que pueda cometer el Estado Cubano. La total sumisión y obediencia ante el régimen o gobierno y el continuo recurso espiritual de dejar a Dios que haga todas las cosas, es una distinción común de la posición evangélica cubana. Todo a pesar de la creciente influencia mundial de las diferentes organizaciones cristianas de respaldar y promover los Derechos Humanos.
De por sí es una actitud vergonzosa no asumir una postura cristiana comprometida con las necesidades económicas, morales, políticas o sociales dentro de la isla, sino que se suman a las violaciones silenciando a Pastores y Laicos de las congregaciones cuando estos se pronuncian contra el régimen o gobierno por defender sus derechos y de la Nación toda, como la libertad de expresión y asociación, el pluripartidismo y toda suerte de denuncias y reclamos sociales. Estos por lo general son excluidos de la comunión.
Casos como el laico Aníbal Alemán Giménez, marginado y discriminado por su propio Pastor a fin de excluirlo de su comunidad cristiana. Experiencia similar fue vivida por quien escribe este articulo siendo víctima de la directiva de la Convención Bautista de Cuba Occidental por opinar sobre un Manual de Oración que mutila la Escritura plegándose a los intereses del gobierno, anulando su compromiso con la verdad y la justicia.
*Rev. José Carlos Pérez Hernández. Pastor Bautista de Cuba Occidental. Graduado en el 1991. Se ha desempeñado como Pastor en las Iglesias de San Luis (PR), Fomento (SS) y, Cárdenas (MTZ). Licenciado en Estudios Bíblicos por la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos (FLET).Ha cursado estudios de: Teología Pastoral, Actualización Bíblico-Pastoral, Talleres de Teología Pastoral. Superación Profesoral y de Iglesia y Crecimiento, este último auspiciado por la Alianza Bautista Mundial. Fue expulsado recientemente de la Convención Bautista de Cuba Occidental por razones políticas.