Por: Eloy A González.
‘Viva Fidel Castro Ruz, con la Patria y con la Cruz’.
‘‘Anillo, redondel y aro… ese Padre sí está claro’; ‘Uno, dos, tres y cuatro…
ese Padre sí está claro’. Vítores al cura procastrista Germán Lence el 16
agosto 1960.
Resulta equivocado y de un simplismo desastroso
el tratar, de la manera tan frecuente como se hace, el contencioso ocurrido
entre la Iglesia Católica y el recién estrenado gobierno revolucionario en
Cuba. Esto en los primeros años de la así llamada Revolución Cubana, cuando, unos
triunfantes guerrilleros se afincaban en el poder dejando a un lado los ideales
y propósitos que dijeron seguir; después de conducir una guerra sobre
dimensionada y objetable en el orden histórico en muchos aspectos.
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P. Ángel M Rivas,
oficial y capellán del Ejército
Rebelde,
fue detenido y expulsado de Cuba.
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No hay dudas que al triunfo de la Revolución, y consolidándose
una dictadura totalitaria sin perder mucho tiempo, se produjo un encontronazo
entre la Iglesia Católica y el gobierno que se apresuró a instaurar el inédito
dictador. Las medidas fueron del todo incongruentes cuando se comenzó de inmediato
a fusilar aduciendo que se estaba haciendo
justicia, esto, sin el debido proceso. Se intervinieron las escuelas católicas y
se lanzaron con todo sobre la única
Universidad Católica que había en el país; se reprimió y se usaron todo tipo de descalificaciones
contra el clero y los laicos católicos que fueron objetos de represalias. Una Revolución que comenzó promoviendo el odio,
confiscando propiedades y bienes, llenando las cárceles de presos, controlando
la Prensa y cuestionando las elecciones libres. De los sacerdotes dijeron que eran falangistas, para no decir batistianos y el catolicismo pues, conservador y
reaccionario. Uno de tantos vítores en las calles decía: “Mi mamá no quiere que yo vaya a la iglesia/porque el cura falangista me
convierte en terrorista”.
Resulta muy fácil buscan la confrontación,
motivar a la población al resentimiento, establecer las premisas de una lucha ideológica
y tratar de desplazar como actor primordial de la sociedad a la Iglesia; un
tanto comprometido por aquello de que con
la iglesia hemos dado. Los hechos pueden ser otros:
En los hechos, durante el periodo inmediato
anterior y posterior al triunfo de la revolución, esto es, desde el golpe de
Estado perpetrado por Batista, hasta algunos meses después de la declaración
socialista de la Revolución, el catolicismo adquirió facetas muy complejas que
impiden catalogar a los actores en grupos claramente delimitados con base a sus
posturas frente a la revolución. El punto de inflexión no fue ciertamente la
revolución, sino el carácter comunista que ésta fue adquiriendo hasta definirse
como tal. La pugna comunismo vs anticomunismo puede ser y de hecho ha sido una
perspectiva de lectura recurrente desde la cual se ha abordado el estudio del
papel jugado por los católicos en Cuba revolucionaria.
Precisamente uno de los factores que jugaron y
tal vez aun juegan un papel destacado dentro de las complejas relaciones
Iglesia Católica- Estado es la presencia de muchos católicos que, al inicio de
la consolidación del régimen, mostraron
una fascinación rastrera por la Revolución
y sus líderes; todo esto tratando de busca un compromiso social cuestionable
ante un régimen que comenzó vulnerando
los derechos fundamentales. De esta acción degradante y sombría apareció en el
escenario nacional, tal vez antes de que las catervas triunfantes se hicieran
del poder, una organización o grupo de católicos pro castristas denominado:
Agrupación Cívica de Revolucionarios Cubanos ‘Con la Cruz y con la Patria”.
La creación y surgimiento de un movimiento que
coordinara la labor y dedicación revolucionaria de los católicos cubanos dentro
de la Revolución, parece haber sido una idea incubada desde los días de la
lucha insurreccional, entendiendo por esto el periodo de lucha en la Sierra
Maestra; pero tal vez fue antes. Una de las fuentes más reveladoras de los
eventos ocurridos entre la Iglesia Católica durante la lucha insurreccional, y
después, en los primeros años del afianzamiento del régimen, es el libro que sustenta
las notas del padre paúl Hilario Chaurrondo de reciente lectura.
Chaurrondo anota que el tiempo en que los asaltantes
al Cuartel Moncada pasaron en el conocido Presidio Modelo de Isla de Pinos fue una academia de ideales. Es sabido que
los revolucionarios hicieron de su estancia allí actividad intelectual fecunda,
donde se preparaban y establecían las proposiciones de lo que sería una revolución
triunfante y una dictadura por crear. Funcionó una academia y una biblioteca,
los maestros no faltaron; tal vez en ese lugar se
tramaron más de una idea torcida de control y represiones futuras. Ideas
como la de crear organizaciones afines pudieran tener su origen en este
prolongado encierro de mentes proclives a la conspiración y el engaño. Dice el
prelado, quien los visito en el presidio,
lo siguiente: “En aquella soledad, que
nada tenía de la tétrica escena montada por Castro, existía una academia de
ideales donde se estudió hasta las entrañas, pensando y discutiendo sobre la
Cuba futura, mientras se colocaban la aureola de mártires.
Las cuidadosas y precisas
notas del Padre Chaurrondo, demuestran que la Agrupación Cívica de
Revolucionarios Cubanos ‘Con la Cruz y
con la Patria”, no fue una organización que surgió de manera espontánea en
el momento de entusiasmo que se vivía después de la fuga de Batista y la
entrada triunfal del Máximo Líder
junto a su séquito de barbudos a La
Habana. El prelado anota:
La idea de coordinar la acción de los católicos dentro
de la Revolución había surgido en la resistencia, junto con un movimiento de
tendencia humanista…., algunos sacerdotes trabajaban con ese movimiento a fin
de constituir una agrupación laica. Se hizo conocimiento a Fidel en la Sierra
de ello y este mando un agente para que organizase a los católicos en la
resistencia. La idea de Fidel no era que la Iglesia se adhiriese oficialmente a
la Revolución sino que organizarse servicios de ayuda y protección para las
víctimas de la policía.
El líder los quería de su
lado, pero no con suficiente protagonismo como para que, en su momento, le movieran el piso. Tal vez por aquello
de que: con los curas y los frailes,
buenos días y buenas tardes; que bien que fue educado por los jesuitas.
De manera que al triunfo de
la Revolución estaban creadas las condiciones para que una organización para
eclesial, dentro de la iglesia católica, asumiera el protagonismo que requerían
tantos católicos que se sumaron a la Revolución, sobre todo en el momento en
que estaban controlando todo el poder en el país; cuando aflora siempre el oportunismo
y la ruindad. La organización “Con la
Cruz y con la Patria”, y muy vinculada con esta, la Unión de Católicos Revolucionarios (UCR), ya
eran parte de la Revolución que se decía de
los humildes y para los humildes.
Como se creó, trabajó y quiénes
fueron los que participaron en esta organización que parece venir de los
tiempos de insurrección, es algo que resulta difícil de determinar porque los
datos escasean. Nada encontramos en relación a la UCR. Contamos
con una relación de las personalidades más notorias de la organización “Con la Cruz y con la Patria” o
relacionadas con esta que consideramos de interés mencionarlas. Estos fueron
algunos prelados que influyeron: P. Lucas
Irutagoyena OFM, P. Guillermo Sardiñas, P. Andrés Valdespino, P. Juan Ramón O’Farril,
P. Eduardo Aguirre, Mons. Belarmino García Feíto, Mons. Manuel Rodríguez Rozas.
Pero lo importante aquí son aquellos sacerdotes y laicos que participaron de
manera directa y con notable protagonismo, estos fueron: P. Germán Lence, P.
Ignacio Baín, P. Ángel Gaztelú, P. Moisés Arrechea y los laicos: Lula Hortsman
(figura representativa), Esterlina
Milanés, José Márquez de la Cerra, Yolanda Appiani, Francisco Menéndez, Antonio
Pena Barberá y Antonio Pruna Lamadrid.
Esta organización se dedicó
a promover la Revolución en un momento en que se originaba, dentro y fuera de la
Iglesia Católica, una lucha ideológica y consecuente confrontación que alcanzaría su mayor auge con la expulsión
de los sacerdotes y religiosas de Cuba.
El sacerdote devenido en cronista,
señala que la iglesia asumía el silencio. Los franciscanos estaban decididos a
defender la Revolución y los jesuitas daban la impresión de no querer terciar
en la lucha…,. ¿Era esto una división
dentro de la iglesia?, desde luego que no.
La organización que nos
ocupa dio muestra de una lealtad para
con la Revolución, que sin dudas, acarreó no pocas críticas de la mayoría del
pueblo católico cubano que ya no aceptaba de buena gana una Revolución que les
atacaba. Chaurrondo señala que “estos
organizaron actos religiosos de tinte político sin duda”. Una misa por la
salud de Fidel Castro fue particularmente notoria, en un país donde los sicarios
del régimen ya se encargaban de modificarle la salud, fusilamiento de por
medio, a decenas de cubanos que comenzaban a disentir del régimen. El prelado
señalaba:
La organización Con la Cruz y con la Patria era
un movimiento meramente laico sin pretensiones de asociación piadosa. A pesar de
no estar controlados por la jerarquía funcionaban sin chocar con la Iglesia. En
Santiago tuvieron dificultades con Serantes .Pero en otros lugares también
enfrentaron problemas a causa de sus ideas. Uno de ellos surgió con los católicos
cuando los de la organización discutían sobre la posibilidad de cantar el Himno
del 26 de julio al entrar o salir de las misas.
Algunos sacerdotes comenzaron a alejarse de la agrupación sospechando que la presidenta, Lula Horstsman
estaba manejada por Vilma Espín. Cuenta Gaztelu que habiendo tomado la institución
cierta disposición, esta señora dijo que para ejecutarla primero tenía que
hablar con Vilma.
Los miembros se está organización
consideraban que hubo cierta asentimiento de la Iglesia al régimen de Batista,
mostraban un discurso anticlerical y denigraban a la jerarquía católica; y no dudaron en considerar que
aquellos laicos que ya mostraban su desacuerdo con la Revolución lo hacían para
desacreditarla.
En las notas del P. Hilario
Chaurrondo, cuando habla del P. Germán Lence, principal líder y promotor de la organización
Con la Cruz y con la Patria, este se refiere a que algunos veían a este religioso como el futuro pontífice de una supuesta
iglesia católica de Cuba, independiente de Roma, la cual estaba en ciernes a pesar
de la opinión adversa de algunos.
No es desacertado
considerar que en Cuba, ya en los primeros años de la Revolución, se trató de
repetir la experiencia de la China comunista al tratar de crear una Iglesia
católica oficial (patriótica) manejada por el régimen. Esta iglesia está
presente en China y es una iglesia nacional, independiente y opuesta a Roma.
Dependen de una organización denominada Asociación Católica Patriota de China
(CCPA). Tal vez las mentes exaltadas y de inspirada conspiración de los líderes
de la Revolución, consideraron en su momento la idea de crear alguna organización como esta
de “Con la Cruz y con la Patria”
apoyada en la UCR, para convertirla en una asociación de católicos cubanos “patriotas” que pudiera tener un versión para
el laicado recordando la experiencia de
los “sacerdotes patriotas” polacos, también por supuesto procomunistas. Pero
veamos algunos otros argumentos al respecto:
Cuando el P. Juan Ramón O’Farril y el P. Eduardo Aguirre, quienes habían
cooperado con la Revolución, escapan de la Isla, uno de ellos supongo que el P. O’Farril declaró ante una
comisión del Senado de los Estados Unidos y aseguró que “Fidel le había llegado a sugerir la creación de
la Iglesia Católica Nacional sin relación con Roma”.
En una reunión con algunos
representantes de la iglesia católica cubana y el secretario de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba, el Obispo
Auxiliar Mons. José Domínguez señalaba lo siguiente: “Es muy posible que los católicos pro Castro y los pocos sacerdotes
revolucionarios que aún quedan; declaren que la Jerarquía no les representa y
funden su propia iglesia sobre la estructura de la existente organización Con la Cruz y con la Paria”.
Por último, una nota del
escritor y traductor Roger R Fernández, por aquellos días trabajando en La
Habana , señalaba que “el gobierno
castrista creo el movimiento Con la Cruz y con la Patria para difamar la unión católica
y allanar el terreno para el establecimiento de una Iglesia Nacional, responsable
únicamente ante el gobierno revolucionario”; agrega el intelectual que “ el
motor principal de este movimiento lo fue Osvaldo Dorticós con dos de sus abogados
, Héctor Garcini Guerra y José Antonio Frías, quienes diseñaron el primer
documento que mostraría al mundo que la Iglesias Católica en Cuba estaba
dividida”.
No sabemos de los
documentos constitutivos de esta organización ni en que circunstancias desapareció
de la escena pública; tampoco sabemos que suerte corrieron sus principales
promotores. Pero sin lugar a dudas existió una agenda conspirativa que pudo
haber venido desde los días de la academia
en el presidio, los largos días de espera en medio de la lucha insurreccional y
después en los primeros años de la Revolución; cuando se produjo el
enfrentamiento con la Iglesia. Esa agenda u hoja de ruta, más que crear una iglesia patriótica, de lo que se trató fue de dividir y reprimir en
todo lo posible a la Iglesia; todo esto en
medio de un escenario de confrontación ideológica que terminó con la
consolidación de la dictadura Castro comunista y la actitud de sobrevivencia y
dedicación adocenada de la Iglesia Católica durante tantos años.
No surgió la Iglesia Patriótica,
ni el P. Germán Lence fue Cardenal Primado de esta. La Revolución atacó y
manipuló en lo que pudo a la iglesia Católica con la misma dedicación con que
lo hizo con toda la sociedad civil cubana; hasta que llegamos a esta situación presente y
real de una Iglesia que no muestra ni va a mostrar una postura noble y
consecuente.
01.05.2017©