febrero 05, 2012

PEREGRINAJE AL INFIERNO.

Acabo de encontrar el título de lo que quería escribir sobre el viaje católico-turístico que el Monseñor Tomas Wensky está preparando para coincidir con el Papa Benedicto XVI en la isla, porque Cuba se ha convertido en eso, en un Infierno de donde todos quieren huir, aunque luego algunos regresen como turistas porque se sienten entonces por encima de los que allí, como Dante, quedaron enterrados sin esperanzas.
Ahora cientos de cubanos que huyeron de la isla por las mismas razones que todavía persisten, se colgarán un crucifijo al cuello, el más grande que encuentren en las tiendas de 99 centavos para ir a la pachanga turística que se aproxima. Es la nueva modalidad de viajar a Cuba, esta vez con la justificación de ser católicos, aunque no conozcan ni tres frases del Padrenuestro.
Y es que los cubanos, ni de aquí, ni de allá, tenemos suerte con nuestros “monseñores”. El de Cuba, Jaime Ortega, se sienta con el dictador de turno, el heredero de su hermano, a ver un juego de fútbol. Se presta para sacar de la isla a decenas de prisioneros políticos con la finalidad de eliminar la presión interna existente, y viaja a los Estados Unidos a implorar a la administración actual que levante el embargo económico a Cuba, aunque diga que la Iglesia no interviene en asuntos políticos…menos mal.
Foto a la derecha. Cartel que se vio en imágenes cuando el Papa Juan Pablo II viajó a Cuba.
El de acá, Tomas Wensky, corretea por todos lados pidiendo también que levanten el embargo, se encarga directamente de hacerles llegar a políticos en Washington que lo ayuden en esa misión, entre otras cosas, y ahora convierte un sueño en realidad, que es viajar a Cuba en forma de peregrinaje turístico. De esa manera todo queda espiritualmente especial.
Y ya escuchamos las grandes razones que justifican el viajecito: Que el Papa llevará esperanza al pueblo cubano, que así el pueblo puede darse cuenta de no sé qué, que puede formarse una rebelión estilo países árabes y el régimen dará un cambio total al estilo de la revolución de terciopelo y todos nos daremos las manos y cantaremos al unísono. En fin, lo mismo y lo parecido de cuando el Papa anterior fue a Cuba para decir: “No tengan miedo”, pero cuando arrestaron a una joven que levantó su cartel pidiendo libertad para los presos políticos, nada se supo luego de que se intercediera por ella.Las agencias de viajes, que gracias a esta administración lucran abiertamente con este negocio de “la familia” deben estarse disputando el mayor de los crucifijos para ponerlos en sus negocios y cabildeando con el Monseñor, prometiéndoles ir a misa todos los domingos, comulgar, aunque cometan pecados todos los días y dejarles, además, una buena ofrenda.
Vamos, qué importa que Ivonne Malleza se desangre en una celda de castigo en la tenebrosa prisión habanera de “Manto Negro”, ni que su esposo, Ignacio Martínez haya comenzado una huelga de hambre hasta que sean liberados que, de no hacerlo, pudiera morir como Orlando Zapata Tamayo.
Qué importa que Rafael Ibarra Roque, Lázaro de la Caridad, Daniel Santovenia o cualquier otro prisionero político en Cuba desgaste su poca salud en una inmunda galera junto a presos comunes de alta peligrosidad, si total, eso no perturba un viaje de turismo ahora llamado peregrinaje.
¿Visitará el Santo Padre a los presos políticos? ¿Podrá hablar personalmente con Ivonne Malleza para preguntarle el por qué de su encierro injusto? ¿Podrá algún opositor –de los de verdad- hablarle al Papa Benedicto XVI y explicarle la represión permanente en la que viven en la isla? ¿Alguien del pueblo –de a pie- tendrá la oportunidad de decirle al Santo Padre las necesidades reales que padece dentro de ese sistema que todo lo controla? Claro que no.
Como tampoco habrá una explicación jamás del Cardenal Jaime Ortega por no haber mencionado el nombre de Laura Pollán después de su asesinato. No hubo un mensaje de pésame, una misa de su parte o un consuelo para su familia. Si algo hace al respecto el Monseñor de Cuba, son misas para que el vejete dictador se recupere, eso sí.
¿Adónde llegaremos con la visita del Santo Padre a Cuba y el viaje turístico católico? Al mismo lugar que se llegó cuando el Papa Juan Pablo II estuvo allá: a nada. El pueblo emocionado participaba en las misas realizadas en las diferentes ciudades, para luego regresar a sus casas con la esperanza limitada y, al otro día, tener que enfrentar la misma miseria, el hambre y la represión de una dictadura militar impuesta y santificada por el mismísimo Papa.
No obstante esta es una oportunidad que no se da todos los días: hacer un peregrinaje al Infierno para conocer de primera mano a Satanás y darle su bendición. Para eso hemos quedado. Ojalá que la fe no se pierda con tantas miserias humanas por parte de la Iglesia Católica al estilo de la gran inquisición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Iliane, tus artículos exelentes como sueles escribirlos. Para mi es una sarta de vergüenzas la visita del papa a Cuba y la visita turística del obispo de Miami con miembros del exilio que para mi no son tales.
Del cardenal, como mismo escribí en este blog hace unos días, debía colocarse a Cristo en la frente como se colocó Martí la estrella que alumbra y mata.