enero 14, 2022

Adelys y Claudia . Esposas de Pastores del 11J

 

Adelys y Claudia

Ellos, a diferencia de Carlos, no pudieron escapar al encarcelamiento. Cuando sus esposas pudieron localizarlos exigieron a las autoridades que se les permitiera realizar una llamada. La respuesta fue que en la cárcel no había teléfono.

Pastores del 11J: Cómo líderes protestantes se convirtieron en blancos de la represión en Cuba. Continuación II.

Por: Yoe Suárez 

El silencio es el ruido mayor en Cuba, pero Adelys Rodríguez lo rompió cuando su esposo, el pastor Yéremi Blanco, fue detenido durante las protestas del 11J en la ciudad de Matanzas. Lo supo a las 7:00 de la noche del propio domingo. Claudia Salazar, esposa de otro pastor, Yarian Sierra, la contactó para decirle que él también estaba preso.

Adelys dejó a sus tres niños junto al de Claudia, y salieron a buscar a sus esposos por las estaciones policiales de la ciudad. Nadie les dio información. “Nos trataron como si fuéramos perros, que no teníamos derecho a nada”, me contó después de su primera maratón por estaciones policiales.

Al otro día supieron en la delegación provincial del MININT que sus esposos estaban en una sección especialmente preparada para los cientos de detenidos del 11J, en la Prisión de Mujeres de la urbe. A la entrada del centro penitenciario esperaron, por horas, una respuesta. Adelys recuerda, en llanto, que altos oficiales dijeron que sus esposos “iban a estar allí de siete a 14 días”.


Adelys Rodriguez y su esposo el Pastor Yéremi Blanco

Yéremi y Yarian son pastores de la denominación cristiana Misión Bereana, presente en Cuba desde la década de 1940, pero ilegalizada después que el castrismo confiscara sus propiedades en 1960. Hoy sus miembros se congregan en casas propias o rentadas.

Aunque desde la década de 1990 el Estado cubano dejó de autocalificarse como oficialmente ateo como hizo durante décadas y desde entonces tolera la práctica de la religión, aún trata de controlar y limitar al máximo el funcionamiento de las organizaciones confesionales.

La actual Ley de Asociaciones, que ampara el funcionamiento de las iglesias, descarta el reconocimiento de grupos cuyo “fin” sea similar al de otro ya inscrito. Esto le permite al Estado negar la inscripción de iglesias con doctrinas similares a las de otras ya reconocidas. Solo escapan de esta regla las 55 denominaciones protestantes legales, en su mayoría establecidas antes de 1959.

De estas iglesias históricas han surgido algunos pastores, como el bautista Raúl Suárez, que apoyan al régimen. También hay otros líderes que han mantenido distancia política, no cooperan, tratando de interactuar lo menos posible con el Estado, pero sin confrontarlo abiertamente.

Por otra parte, existen grupos de fe que el régimen se niega a reconocer, como la red de más de 50 iglesias Movimiento Apostólico, con miles de miembros, o la Misión Bereana, a la que pertenecen Yéremi y Yarian. 

Con frecuencia, son estas iglesias no reconocidas las que han vivido mayores violaciones a sus derechos: demoliciones de templos, arrestos de líderes o coacción a la membresía, como expuso en un reporte de 2020 la ONG CSW.

Quizá por ello, y sin tener qué perder, los pastores de estas congregaciones han sido más frontales que el de las asociaciones inscritas. Líderes como el apóstol Yoel Demetrio, de Las Tunas, se refieren al Estado como dictatorial o denuncian abiertamente los abusos contra la sociedad civil, por ejemplo.

Sin embargo, esta división entre iglesias reconocidas y no inscritas comenzó a cerrarse en 2018, cuando hicieron saber su posición institucional y la de sus feligreses durante la redacción final de la nueva Carta Magna.

Unas 45 denominaciones exigieron respeto a derechos individuales básicos, como la libertad de conciencia, de prensa o la propiedad privada, entre otros. Aunque el rechazo general al artículo 68 de la constitución comunista (que cambiaba la visión del matrimonio como unión exclusiva entre un hombre y una mujer) catalizó la alianza de las iglesias protestantes en una campaña sin precedentes en la sociedad civil cubana, ese fue solo uno de los 16 artículos sobre los que hubo reclamos u oposición en la nueva Constitución.

Líderes protestantes aseguraron que votarían en contra de la Carta Magna, oponiéndose a la campaña que emprendió el régimen a favor del Sí.

Además, varias organizaciones religiosas, entre ellas la Iglesia Metodista a la que pertenece Carlos Macías, el pastor de Jovellanos, organizaron una campaña cívica nacional que incluyó recogidas de firmas e incluso la convocatoria de una “marcha por la familia” que el Estado prohibió.

Las autoridades reaccionaron al desafío que le habían planteado las organizaciones religiosas. A partir de entonces, varios líderes protestantes, incluidos los de iglesias reconocidas, comenzaron a sufrir más citaciones, amenazas o prohibiciones para salir del país.

La tensión aumentó en 2019, cuando las más grandes denominaciones opuestas a la Constitución formaron una organización al margen del Estado: la Alianza de Iglesias Evangélicas. Esto constituyó un cuestionamiento directo al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), organización afín al régimen. Los creadores de la Alianza, de hecho, declararon abiertamente no sentirse representados por el CIC y aún no han logrado que la organización sea legalizada.

En la entrevista concedida para este reportaje, la vocera de CSW aseguró que la creación de la Alianza “fue una muestra de unidad nunca vista entre las iglesias protestantes desde 1959”.

Desde entonces, el CIC iría perdiendo miembros, lo que puso en evidencia el deterioro cada vez mayor de las relaciones entre iglesias y Estado. En la actualidad, menos de la mitad de las 55 asociaciones protestantes legales del país integran la organización.

Poco antes del 11J, la Iglesia Cristiana Pentecostal y la Reformada cancelaron su membresía en el CIC. Este acto de protesta ocurrió por la implantación de un “Programa de Educación Integral en Sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos” en el centralizado sistema de enseñanza estatal, que generó un nuevo choque con el régimen, así como rechazo entre la mayoría de las iglesias protestantes.

En aquel momento, Yéremi se pronunció por el derecho preferente de los padres a escoger el tipo de educación para sus hijos. En un post de mayo de 2021, dijo no gustarle la política, pero lamentó que el Gobierno controlara “estrictamente” la educación y que no hubiera escuelas o se permitiera la educación en casa.

También denunció al “sistema comunista, que se ha llenado la boca de decir que en Cuba no se violan los derechos humanos” e ironizó: “en boca de los que se alimentan como parásitos de un sistema que le propina ganancias en menor o mayor medida, somos el país perfecto”.

Para él y para Yarian, ambos integrantes de una iglesia ilegalizada, la oposición más abierta al Gobierno venía desde al menos 2019. Ese año Yarian compartió en redes sociales una denuncia por la expropiación de un templo de una Iglesia Nazarena.

Ese mismo año, poco antes, Yéremi participó de una protesta en el aeropuerto de Holguín, después de que la estatal Cubana de Aviación cancelara un vuelo y los clientes denunciaran maltrato por parte de los funcionarios. 

Por todo esto, como le sucedió a Carlos, para Yéremi y Yarian resultó natural salir a manifestarse por las calles de Matanzas cuando vieron en redes sociales que miles de personas lo estaban haciendo el 11 de julio. Según explicó Claudia, la esposa de Yarian, ambos protestaron “porque aborrecían el comunismo”.

Ellos, a diferencia de Carlos, no pudieron escapar al encarcelamiento. Cuando sus esposas pudieron localizarlos exigieron a las autoridades que se les permitiera realizar una llamada. La respuesta fue que en la cárcel no había teléfono. Al día siguiente dijeron que no hubo llamada porque los pastores se negaron a dar sus números. “Nuestros esposos no nos tendrían angustiadas, sin saber de su paradero”, me dijo Adelys.

Están “prácticamente secuestrados”, posteó Claudia en Facebook, y criticó a las autoridades: “Hasta los protocolos de sanidad violaron porque solo permitieron entregarles tres nasobucos y llevan más días detenidos”. Para entregar medicamentos a Yéremi, que estaba recuperándose de la COVID-19, “tuvimos que buscar hasta prescripción médica, porque no lo autorizaban”. 

A Claudia le informaron que Yéremi y Yarian serían procesados por escándalo público, pero “ellos ni agredieron a nadie, ni destruyeron nada”, replicó.

Mientras, su detención causó indignación en integrantes de la comunidad protestante como el pastor de Holguín, Jatniel Pérez Feira, quien criticó en sus redes sociales las detenciones arbitrarias de manifestantes. Poco después de pronunciarse, Pérez Feira aseguró haber recibido llamadas anónimas para intimidarlo.

Continuará…,

Fuente: Cubanet

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