diciembre 05, 2019

Periodismo militante: Activismo LGBT en Cuba vuelve a trocar la realidad.


Por: Iris Borrero.
Este domingo se efectuó en el Malecón habanero la tradicional lectura bíblica que organiza la Liga Evangélica de Cuba por el día mundial que celebra a ese libro.
Aun después de amenazas vía redes sociales contra la actividad independiente por parte de cierto activismo LGBT varios creyentes se reunieron en la populosa avenida con sus Biblias.
Hubo mucha menor afluencia que años pasados a causa del ambiente hostil creado por activistas como Roberto Ramos Morí o Elaine Saralegui, quienes han incitado a la violencia anteriormente, y la prensa independiente cubana cubrió el suceso.
El portal CiberCuba publicó una nota con el titular “Activistas LGTBI y evangélicos cubanos vuelven a mostrar diferencias en el malecón de La Habana”, sin embargo, no se ajusta a la realidad de los hechos.
Los evangélicos asistieron a un festejo que esperan anualmente, quienes mostraron su diferencia contra los ciudadanos que allí se reunieron fueron cuatro activistas, liderados por el exdiputado del régimen, Luis Ángel Robles. Los evangélicos no mostraron diferencias con nadie este domingo, simplemente celebraron el libro central de su fe.
Lo más importante, y que sugiere el título del texto pero sin dar mayores luces: los activistas que blandieron una bandera gay desde un auto a toda velocidad, ¿con qué mostraron su desacuerdo? ¿Contra qué cristianos lean en silencio La Biblia? ¿Contra la libertad de reunión de un grupo social? ¿Contra una actividad independiente, en un país cuyas libertades están cercenadas por una dictadura?
Sabiéndolo o sin saberlo -es todavía un misterio- activistas LGBT le hacen el juego al castrismo, ahora, como grupo de choque contra otros grupos de la sociedad civil. Esto recuerda, tristemente, los actos de repudio no tan lejanos en la memoria instigados por La Habana.
Leyendo la Biblia en el Malecon habanero
Es penoso que, desinformando, inventando la confrontación en momentos específicos donde no los hay (como durante la lectura bíblica del domingo), esté un periodismo independiente que admiro y creo necesario para el país.
El Informe Keller señaló a inicios de este año la parcialización de la prensa independiente en la controversia sobre el derrotado artículo 68 (que admitía el matrimonio gay en Cuba) y la satanización de la comunidad evangélica.
En este caso, incluso, el informe señala parte de un dossier de El Toque, que tergiversa los patrones con que mide estadísticas sobre cuántos textos (tanto en medios estatales como no estatales) se publicaron a favor y en contra de la aprobación del artículo 68 en febrero pasado.
Volviendo a la actuación de los medios independientes sobre la lectura bíblica de este domingo, la nota que más llama la atención es la de ADN titulada: “Exdiputado gay paseó la bandera LGBT+ frente a activistas religiosos en el Malecón”.
El apunte más relevante sobre esta nota es el siguiente: no había “activistas religiosos” en el Malecón. Había familias, niños, ancianos, personas con discapacidades, mujeres y hombres.
La lectura bíblica se ha hecho año tras año por casi una década, no responde al contexto de ataques de una parte del activismo LGBT contra la comunidad evangélica cubana, como ya se había explicado.
No creo que los medios independientes sean el enemigo del pueblo, ni mercenarios (como les llama el castrismo), sino que son imprescindibles para la conformación democrática del país.
Sin embargo, debemos recordar cómo se ve en verdad el periodismo militante. El que bajo la bota del Partido Comunista de Cuba difama de la oposición pacífica, el que en la Unión Soviética prohibía hablar sobre abusos del gobierno central sobre judíos y otras poblaciones minoritarias, el que en los movimientos de izquierda latinoamericanos cerraba las planas para “errores” como el asesinato del poeta Roque Dalton, etc.
El periodismo militante no existe (4), su nombre es propaganda. Y eso, siempre deja víctimas.

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