Hasta aquí, detengo
mi relato; si usted ha llegado hasta esta línea le invito a que reflexione
si aún en su hogar no tiene puesto un arbolito de Navidad, si es así no vacile
ni un momento en participar junto a su familia en buscarlo y ponerlo en la
parte más visible de su sala, involucre a toda la familia en esto. Olvídese si
tiene papeles o no, si tiene trabajo, si le acompaña en estos momentos alguna
desdicha, si está enfermo o ve en peligro su hogar. Mire usted, Dios que es más
importante que usted y que Yo, nos tuvo
muy en cuenta a todos nosotros y en un gesto de solidaridad permitió que su
hijo naciera en Belén; y de ahí viene toda esta historia de arbolitos y luces.
La Navidad es
el acto por el cual Dios se hizo solidario con todos nosotros. Sólo le pido que
se haga usted solidario con su familia, honre la Navidad, disfrute de ella y
ponga su arbolito. Este es un símbolo más de esta festividad. ¡Llénese de
Navidad! Si Dios apostó por usted en Belén, haga usted lo mismo, ¡apueste por Dios!
Del artículo: El
árbol de Navidad. (2006)
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