"A
semejanza de Rouco Varela en Madrid y de Tarcisio Bertone y Angelo Sodano en el
Vaticano, Ortega se apropió de los dos últimos pisos de una especie de palacio
colonial espléndido, asomado a la bahía de La Habana, y lo convirtió en su
residencia privada. El lugar es magnífico, entre flores exóticas, palmeras e
higueras, con una ubicación ideal en la calle Tacón, en la ciudad vieja, justo
detrás de la catedral barroca y relativamente cerca de la sede del episcopado
cubano."
"Esta
especie de hacienda urbana, que posee un claustro con un hermoso patio, fue
durante mucho tiempo el cuartel general de los jesuitas, luego sede de la
diócesis, y convertido hoy en el Centro Cultural Félix Varela.
En
este edificio, la Iglesia cubana imparte cursos de idiomas y concede diplomas
de enseñanza general reconocidos por el Vaticano, pero no por el gobierno
cubano. Pasé varios días en la biblioteca, abierta a los investigadores, antes
de descubrir, disimulado en el ala derecha, un ascensor privado que sube al
tercer piso. En una puerta intermedia, se lee: «No pase. Privado», sin más
indicaciones."
Es
cierto, como me sugieren varios contactos entrevistados en La Habana, que el
régimen conocía perfectamente las relaciones, los encuentros, los viajes, la
vida privada y las costumbres de Jaime Ortega, fueran las que fueran. Dado su
nivel jerárquico y sus frecuentes conexiones con el Vaticano, está claro que el
cardenal era vigilado las 24 horas del día por la policía política cubana. Una
de las especialidades de esta policía es precisamente comprometer a
personalidades destacadas filmándolas en sus aventuras sexuales, en su
domicilio o en hoteles."
"¿Fue
obligado a «cantar» Ortega, como sugieren algunos? ¿Era él, o su entorno, tan
vulnerable que no tenía ningún margen de maniobra para criticar al régimen? Uno
de los mejores especialistas anglosajones en cuestiones de inteligencia cubana
me dice, durante un almuerzo en París, que el cardenal Ortega y su entorno
fueron vigilados directamente por Alejandro Castro Espín, hijo del expresidente
Raúl Castro. Incluso se dice que el jefe oficioso de todos los servicios
secretos cubanos elaboró con los años, gracias a una tecnología de vigilancia
muy sofisticada, un dosier completo sobre los líderes de la Iglesia católica en
Cuba, y sobre Jaime Ortega en particular. En otras palabras, Ortega es
«atendido» («protegido»), a muy alto nivel. Alejandro Castro Espín, personaje
en la sombra, es el coordinador del Consejo de defensa y seguridad nacional,
que reúne a todos los servicios de inteligencia y contrainteligencia cubanos:
él mismo sería el oficial de enlace del cardenal Ortega."
"Hace
unos años, el testimonio en la televisión de un excoronel de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias cubanas, Roberto Ortega también fue noticia en los
medios cubanos. Desde su exilio en Estados Unidos, dio a entender que el
arzobispo Jaime Ortega llevaría una doble vida: habría tenido relaciones íntimas
con un agente del servicio secreto cubano, descrito como un «negro macizo de
seis pies de altura» (1,83 metros). Según este excoronel, el gobierno cubano
tendría vídeos y pruebas concretas sobre Jaime Ortega. Estos elementos eran
útiles como medios de presión o de chantaje al cardenal, a fin de garantizar su
pleno apoyo al régimen de Castro. Aunque esta entrevista de televisión dio pie
a muchos artículos de prensa, que se pueden encontrar en línea, y no fue
desmentida por el propio cardenal Ortega, no proporciona ninguna evidencia
concreta."
"Lo
que es seguro, en cualquier caso, es que los escándalos sexuales dentro de la
Iglesia se han multiplicado en Cuba desde hace varias décadas, tanto en la
archidiócesis y en el episcopado, como en muchas diócesis del país. Surge con
frecuencia un nombre: el de monseñor Carlos Manuel de Céspedes, un cura de la
parroquia de San Agustín, exvicario general de la archidiócesis de La Habana y
persona cercana a Ortega. Aunque le atribuían el título de «monseñor», Céspedes
nunca fue consagrado obispo, tal vez a causa de su doble vida: su
homosexualidad y su aventurismo sexual están bien documentados; su relación con
la policía política cubana también (se decía que le gustaba «bendecir el pene
de los muchachos», me comenta un célebre teólogo)."
"En
cierto modo, los religiosos creen que están al margen de las leyes de los
hombres, y en Cuba más que en cualquier otro sitio. Creen que su estatus
especial justifica y legitima el hecho de poder situarse en un terreno donde no
rige el derecho común —me indica prudentemente Roberto Veiga.
En
el episcopado cubano, también me hablan de abusos sexuales «internos» a
seminaristas o sacerdotes jóvenes, perpetrados por prelados. Al parecer,
algunos monsignori contrataban chicos de compañía, y abusaban de estos jóvenes
a cambio de una módica suma de dinero. A menudo, y según un testimonio de
primera mano, se invita a prostitutos para practicar sexo en grupo donde
abundan las palabras groseras —«pinga», «friqui friqui», «maricones»—y las
humillaciones. En caso de negarse a participar en estas fiestas sensuales, son
denunciados a la policía, que detiene sistemáticamente a los chicos y deja en
paz a los prelados."
Sodoma
.Poder y escándalo en el Vaticano.
Frédéric
Martel
Fuente
: Comentarios a un
artículo aparecido en Diario de Cuba.
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