Por: Angélica Mora
¿Qué haría Jesús, en un caso semejante? ¿Estaría
de parte de los que golpean a las mujeres?
Cada domingo se puede
pronosticar -como tormenta de verano- que la policía política cubana, junto con
miembros de las Brigadas de Acción Rápida, atacarán sin compasión, a grupos de
mujeres vestidas de blanco que concurren a las iglesias y parroquias de Cuba a
orar por los presos políticos y por cambios para la Isla.
Parece que ambos pedidos son
demasiado grandes y peligrosos para la estabilidad del gobierno, que
atemorizado exige que se reprima a la
fuerza a los grupos de mujeres. Los actos represivos se producen con varias horas de anticipación, incluso
algunos se inician el sábado, para impedir que las mujeres salgan de sus
hogares hacia los templos.
Junto a las mujeres concurren
activistas, quienes las acompañan y tratan de protegerlas. Sin embargo, estos
también son blancos de la furia policial y de las turbas.
Varias mujeres y hombres
resultan heridos y deben ser conducidos a hospitales. La mayoría de los
opositores son arrestados a la fuerza y conducidos a autos patrullas y luego de
varias horas son abandonados lejos de sus hogares.
Las casas de estas Damas de
Blanco y los activistas son objeto de asaltos con múltiples daños materiales,
en un país donde es difícil encontrar como reparar las viviendas.
Berta Solís, líder de las Damas
de Blanco, indicó que pese a la violencia "Se va a continuar con represión
o sin represión. Estamos en el derecho de ejercer nuestra libertad religiosa,
pero también libertad de movimiento y de asociación".
Lo que llama la atención es la
falta de protección y el inmenso silencio por parte de la Iglesia Católica, que
defiende causas cuando son de izquierda, pero se niega a proteger y salir en
defensa de este grupo de fieles, que concurren cada domingo a los templos a
pedir libertad y cambios pacíficos para Cuba.
Fuente: Apuntes
de una Periodista
Declaración de la Dama de Blanco,
Elizabeth Pacheco Lamas
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