junio 07, 2012

Las “evidencias” de Benedicto XVI sobre Cuba y algunas preguntas adicionales.


Opinión de un católico cubano luego de las declaraciones del Cardenal Ortega Alamino.
Durante la visita del Papa a Cuba, abundaron las referencias a la “libertad” por parte de los protagonistas del gran espectáculo generado en aquellos días de marzo.
De Su Santidad, entresaco lo que él reiteró como “evidencias”:
“Hoy es evidente que la ideología marxista, como se la concebía, ya no responde a la realidad: así ya no se puede responder y construir una sociedad; deben encontrarse nuevos modelos, con paciencia y de manera constructiva.”
“Es evidente que la Iglesia está siempre de la parte de la libertad: libertad de conciencia, libertad de religión.”
De la “libertad de conciencia” no me preocupo, pues aún en prisión, nadie puede quitármela, a no ser con alucinógenos u otros “condimentos” especialmente preparados para el caso. Aquí nos ocupa la “libertad de expresión”, como algo concreto a manifestarse en medios muy materiales: Prensa escrita, Radio, Televisión, la calle y los sitios digitales.
En cuanto a la ideología marxista, si bien el Santo Padre la considera obsoleta, agrega una coletilla: “como se la concebía”, lo que da pié a una nueva posibilidad de concebir el comunismo: ¿Quizás a lo Hugo Chávez?...
No creo a Joseph Ratzinger un simpatizante de los comunistas, como tampoco le endilgo ese “cartelito” a Jaime Ortega, pero ciertamente este último calificó de “delincuentes” a un grupo de personas que ocuparon una iglesia en La Habana, con una carta de peticiones dirigidas a Benedicto XVI, días antes de su visita a Cuba.
Lo peor del asunto es que el Obispo de la capital cubana se escudó en las autoridades para sus declaraciones, olvidando que las leyes de mi país son únicas, leyes que décadas atrás, le llevaron a él mismo hasta los tristemente recordados campamentos de la “UMAP”. En defensa de “Su Eminencia”, estuvo el vivir reconcentrado ocho meses, cuando pudo acogerse a la cómoda decisión de salir de Cuba.
Pasaron los años difíciles de las relaciones entre la Iglesia Católica y el estado revolucionario. Los Curas sobrevivieron, con su infinita paciencia, hasta el día de hoy, cuando al decir del presidente Raúl Castro:
“Nos satisfacen las estrechas relaciones entre la Santa Sede y Cuba,…”
“Nuestro gobierno y la iglesia católica, apostólica y romana en Cuba, mantenemos buenas relaciones.”
Entonces, días antes de la visita papal, luego de un peregrinar de la Virgen de la Caridad del Cobre, que convocó a millones de cubanos, vienen unas personas desconocidas a ocupar la Basílica Menor de La Habana, consagrada a La Patrona de Cuba.
o   ¿Eran ellos feligreses católicos o parroquianos?
o   ¿Eran acaso miembros reconocidos de la oposición política?
o   ¿Eran delincuentes comunes?
Las realidades apuntan a un NO respecto a las dos primeras preguntas, en cuanto a la tercera, el asunto resulta discutido, pues en Cuba las prohibiciones son tantas que es difícil encontrar un cubano estrictamente dentro de la ley.
Foto a la izquierda de los miembros del Partido Republicano en Cuba que ocuparon la Iglesia.
De cualquier forma, si los ocupantes permanecían en el templo, se consagraba en la práctica algo así como un “derecho de asilo”, legalmente imposible en ese lugar. Por otro lado, el intento amenazaba seriamente con arruinar el largo proceso de reconstrucción de una convivencia entre los católicos y el estado revolucionario.
Cuba vive un momento de cambios insoslayables. La oposición política es débil; tan débil que la propia Iglesia católica medió ante el ofrecimiento unilateral por parte del gobierno, de una amnistía para la mayor parte de los presos de conciencia que existían en el país.
Como sabiamente me ha dicho un amigo de larga experiencia: “la iglesia tiene su propia agenda” y así lo creo. Recuerdo la negativa del Cardenal Ortega, en abril del año anterior, cuando el Partido Comunista de Cuba convocó a un cónclave de todas las religiones practicadas en la nación, con el objetivo de alcanzar un consenso en torno al futuro del país:
“Ni vertical ni horizontalmente la acción de la Iglesia se funda en alianza alguna, sino que brota del derecho que tiene el cuerpo eclesial de hacer presente el amor de Jesucristo en el mundo de hoy según su propia misión.”
El estado cubano no tiene en la Iglesia ni un aliado ni un enemigo. La Iglesia no espera ningún privilegio. En todo caso, para sí misma, el reconocimiento de su derecho a cumplir en libertad su misión.”
Únicamente la iglesia católica, apostólica y romana, se apartó de la convocatoria, mostrando su independencia respecto al gobierno. Agrego que los templos católicos no son embajadas y la arquidiócesis de La Habana no es un partido político. De igual forma, el Cardenal Ortega no es juez para determinar quiénes son delincuentes o no en mi país.
Aún así, La Iglesia católica queda como el único interlocutor viable ante el gobierno, en el incierto futuro de Cuba.
Por ahora, mientras lejos de nuestras tribulaciones cotidianas, otros diatriban contra el cardenal cubano, el Obispo de Roma nos dice:
“Les he asegurado además que el Papa lleva en su corazón las preocupaciones y las aspiraciones de todos los cubanos, especialmente de aquellos que sufren debido a las limitaciones de la libertad.”
Se trata de la única declaración papal, esta vez desde El Vaticano, donde aborda el tema de La libertad como un asunto palpable en la sociedad cubana.
Al parecer, por ahora solamente nos queda REZAR.
*Periodista independiente cubano, radica en Ciudad de la Habana, Cuba y sus colaboraciones aparecen en sitios webs de temas cubanos. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente punto de vista del autor que nos induce a confiar en una política eclesial muy confusa.