Hoy, domingo 25 de julio de 2010, Día del Pastor y la Misionera para los bautistas cubanos, sentí con dolor la ausencia de algunos apretones de manos, de sinceros Y hasta de hipócritas abrazos, de algún encomio, alguna crítica útil, una sincera exhortación de parte muchos de los feligreses de la iglesia que pastoreo, no porque crea que humanamente lo merezca sino porque en definitiva es un hecho que soy su pastor. Mucho más me dolieron estas actitudes increíbles, hablando del cuerpo de Cristo, respecto a mi esposa por el simple hecho de tenerme a mí por marido, a pesar de que la considero aún mejor sierva que yo. Pero esto no resultó lo más sorprendente: al pasearme por la comunidad me encontré con que lo que sí muchos de estos mismos «hermanos» no habían olvidado era engalanar sus casas en saludo a una fecha política que representa mucha sangre derramada, especialmente si se recuerda la matanza que se perpetró en la enfermería del Cuartel Moncada donde, cobardemente y a traición, fueron masacrados, mientras dormían en la madrugada, los soldados enfermos; igualmente de detestables las reacciones de odio (torturas) que atrajeron como consecuencia algunos de los asaltantes que, puestos en la primera línea de combate, no tuvieron la suerte de los que con mayor instinto de conservación si alcanzaron posteriormente autodefensas y amnistías. Percibiendo lo que se olvida y lo que no se olvida en estos miembros de la iglesia no se puede menos que sentir el mismo enardecimiento que Pablo mientras se paseaba por el Areópago de Atenas al contemplar tal idolatría, especialmente proviniendo de personas que se supone han sido alcanzadas por Jesús para convertirse en pacificadores y no en cómplices de asesinatos, de una u otra parte.
Debo ser sincero, no me produjo tantas nauseas el «olvido» de mi día, y el de mi esposa -ya a eso nos estamos acostumbrando - como la hipócrita, cobarde y oportunista sumatoria a la celebración de una fecha que lo único que recuerda en Cuba es derramamiento de sangre y en la que lo que se debiera decretar fuera más bien un Día de Luto Nacional. Es lamentable que lo haga parte de la misma congregación que se ha dejado manipular en contra de su Pastor, contribuyendo a su orientado aislamiento, por haberse atrevido a romper el cerco de estigmatización contra la libre ciudadana y bloguera Yoani Sánchez, al invitarla al Salón Social de la Iglesia para una charla sobre Internet que burlara la falta de acceso a esta red por parte de la totalidad de los asistentes ya hace casi un año (12 de septiembre, 2009); por levantar su voz en el marco propicio de una discusión plenaria en la Conferencia Agua de Vida, auspiciada por la Alianza Bautista Mundial, el pasado 24 de marzo, condenando la evitable muerte de Orlando Zapata Tamayo, y en favor de las peticiones humanitarias del valeroso ayunante Guillermo Fariñas; y por acompañar pastoralmente a este último durante sus más de 130 días de exitoso Ayuno Total. Pero más vergonzoso todavía resulta que sea parte de esta misma Congregación la que se preste ahora a adornar sus casas en apoyo a la misma dictadura que, entre otros muchos descalabros y exclusiones, cerrara su templo entre el 15 de noviembre de 1963 y el 31 de diciembre de 1964.
Y catalogo este apoyo a la dictadura de hipócrita, cobarde y oportunista porque yo que los conozco bien sé que la mayor parte de ellos no cree realmente en el sistema que aplaude. Hipócritas, porque algunos de los que hoy han puesto banderolas hasta poseen un Número de Caso (CU) en la Oficina para Refugiados de la Sección de Intereses de los EE.UU cuyas planillas yo mismo les he ayudado a llenar, y sueñan salir algún día con las facilidades que ofrece el estatus de Refugiado mientras que a la vez comulgan con la dictadura. Cobardes porque es este el mayor caldo de cultivo con el que se han encontrado quienes les han manipulado a su antojo, consciente o inconscientemente, conociendo su penosa debilidad, también inconcebible en alguien que se diga llamar seguidor del Nazareno y de aquellas multitudes que ofrecieron sus vidas en pro de la causa de Jesús antes que plegarse a presiones o conveniencias: miedo a perder el trabajo, miedo a perder los estudios, miedo a que se dejen de hacer los de la vista gorda quienes les permiten realizar las constantes ilegalidades que les permiten sobrevivir a duras penas, miedo, miedo, miedo …; y por tanto, oportunistas, en auténtica encarnación de la triste descripción de Apocalipsis 13.16-17 que tanto se ha repetido a través de la historia: dejarse marcar a conveniencia por un gobierno déspota a fin de comprar o vender a cambio, aunque esta marca no contenga literalmente un 666 sino un 26 de julio.
Lo más triste resulta saber que lo que anteriormente describo no resulta una pequeña estampa local sino el retrato fiel de un fenómeno que no deja lugar a dudas de que buena parte de lo que debía ser sal no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres (Mateo 5.13).
*Pastor bautista de la Convención Bautista de Cuba Occidental. Desarrolla su Ministerio en la Iglesia Bautista de Taguayabón. Villaclara.
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