Capdevila, La Habana, marzo 11 de 2010 (PD).- Orlando Zapata Tamayo, un humilde albañil negro de 42 años, preso de conciencia condenado en la primavera de 2003, se ha convertido en el rostro de Cuba. Su fallecimiento, luego de una huelga de hambre de 85 días, ha producido una gran conmoción y la condena internacional contra el gobierno cubano, el único y principal responsable de su muerte.
Su muerte, después de soportar un prolongado tormento, es la más viva denuncia al régimen que sojuzga a los cubanos, el más rotundo mentís a la grosera y distorsionada propaganda de un gobierno que después de 50 años no puede presentar logros que lo rediman, porque su destartalada vitrina lo que muestra es un país en ruinas y un prolijo repertorio de envilecimiento moral y ético.
Pero tal parece que la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) y el Concejo de Iglesia de Cuba (CIC) son sucursales de la 0ficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunistas (PC), porque en el caso del fallecimiento de Zapata Tamayo estas son las santas horas que no han emitido una declaración pública respecto al hecho. Ha ocurrido todo lo contrario, tanto la iglesia católica como las evangélicas han mantenido un cómplice y aterrorizado silencio.
Precisamente en la Constitución de la Republica de Cuba, desde la enmienda de agosto de 1992, el artículo 8 señala: “El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. En la República de Cuba, las instituciones religiosas están separadas del Estado”.
Todo apunta a que el obispado católico cubano no desea crispar las relaciones con el gobierno cubano porque desde hace bastante tiempo ha tomado distancia de los luchadores prodemocráticos. La muestra más palpable es que ante la incuestionable culpabilidad del régimen por el crimen cometido contra Zapata Tamayo, la iglesia católica haya decidido callar. Con esta actitud, legitiman una barbarie que ha concitado la condena de las personas, religiosas o no, en la mayoría de los países del mundo.
El Vicario de Dios en la tierra, su Santidad el Papa Benedicto XVl, en sus diferente encíclicas, no deja de pronunciarse porque, “ante todo es el hombre el que debe salvarse”. Esa labor evangelizadora que el Sumo Pontífice pide que se dirija a la salvación de aquel o aquellos que ponen sus vidas en peligro para salvar a sus prójimos sometidos por un régimen despótico, la iglesia católica cubana no la cumplió.
Ante esta tragedia, la iglesia optó por dar la espalda al que agonizaba, en contra de las enseñanzas de Jesucristo. Proceder así es no seguir las enseñanzas del hijo de Dios en la tierra; lo único que cabía ante aquel dilema era seguir el mandato del señor todopoderoso y desde el primer momento orar y elevar la plegaria a los espíritus y los ángeles salvadores por la libertad y la salvación de Zapata Tamayo. Eso no se hizo.
Si hubiesen procedido tal como las santas escrituras y la constitución refrendan, no hubiese debido surgir ningún conflicto con las autoridades cubanas, por la sencilla razón que constitucionalmente Cuba es un Estado laico, y el Consejo de Obispos Católicos sabe perfectamente que religión y Estado son dos cosas separadas, razón más que suficiente para que el gobierno cubano se abstenga de emitir cualquier juicio condenatorio contra la iglesia.
Del que no se esperaba ninguna reacción de condena o condolencia por la muerte de Zapata Tamayo es del oficialista Consejo de Iglesias (CIC), totalmente identificado con la política referida a la libertad de conciencia que sectaria y selectivamente aplica el gobierno cubano.
Es normal que los pastores de las iglesias evangélicas reconocidas por el CIC en sus misas dominicales exijan la libertad de los 5 espías cubanos presos en los Estados Unidos y no digan una palabra de los 200 presos políticos que purgan largas condenas en las infernales cárceles cubanas. Por estos antecedentes, ni pensar que se halla interesado por la muerte de Zapata Tamayo y menos aún indagar las circunstancias que condujeron a tan terrible desenlace.
De algo nadie debe dudar. Caridad Diego, la Jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del PCC y sus partidarios más incondicionales, Marcial Miguel Hernández, Presidente del Consejo de Iglesias de Cuba y los pastores Raúl Suárez, Oden Marichal y Reinerio Arce, se distinguen como activos policías religiosos ocupados en que el evangelismo oficial bajo su égida no se aparte en lo más mínimo de las normas fijadas por el gobierno cubano.
*Periodista independiente cubano. Reside en La Habana. Se ocupa de las Relaciones Internacionales del Partido Solidaridad Democrática.
Nota del Editor: Con el titulo de “Silencio Episcopal” y refiriéndose a la Iglesia cubana, el autor del articulo enfoca la no respuesta de las principales iglesias cubanas al asesinato del opositor Orlando Zapata Tamayo, note el lector la fecha en que apareció en la Red que no hemos omitido. Lo cierto es que sí hay una respuesta de la Iglesia Católica Cubana que puede leerse AQUÍ. También hay una respuesta del Consejo de Iglesias de Cuba que puede leerse AQUÍ. Ambas notas han sido acotadas en este Blog. Dado el interés en los argumentos del autor del artículo lo hemos incluido como un post. La foto que aparece en este post es de la página Web Cuba Democracia y Vida.
1 comentario:
la verdad es que yo he estado haciendo un trabajo relacionado a la iglesia en Cuba y debo agradecer a este blog y sus creadores por ofrecernos sus valiosas opiniones.
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