diciembre 05, 2025

CUESTIÓN DE OLORES

 Eloy A González.

..., en su casa hay olor a azufre porque el fuego la consume. Los malvados son como un árbol, al que se le secan las raíces y se le marchitan las ramas. Job 18:15-16

Hoy me gustaría centrarme en un tema inusual y hasta repugnante: los olores nauseabundos. No me refiero a fragancias agradables, sino a aquellos que resultan francamente desagradables, repulsivos o que provocan náuseas, como el hedor de la descomposición (basura o comida podrida), las aguas residuales, el gas, el sulfuro (similar a huevos podridos) o los animales muertos. Dentro de esta categoría, el olor a azufre tiene un significado especial en mi memoria.

Fue precisamente el azufre y el infierno lo que me trajo a la mente un recuerdo inolvidable de principios de los años 70. En aquella época, en una pequeña iglesia en la periferia de La Habana, fui testigo inesperado de una reunión de religiosos que rápidamente se transformó en un encuentro sumamente intenso, casi un aquelarre.

Asistían miembros de una denominación evangélica y algunos participantes externos, incluyéndome a mí, un joven en aquel momento. La reunión se había convocado para discutir la responsabilidad social de los cristianos. Sin embargo, en cuanto comenzó la presentación, escuché la voz de un pastor detrás de mí invocar, con una intensidad aterradora, el olor a azufre, el juicio divino y la destrucción inminente. La atmósfera se volvió tan cargada que, sentado en medio del salón, me pareció que el orador hablaba en lenguas y me asusté de verdad.

Esa reunión trascendió el evento programado. Terminó definiendo una postura influenciada por las desavenencias de la historia de Cuba en ese periodo, una época en la que las ideologías políticas y la Fe religiosa se corrompían mutuamente.


El hedor del azufre tiene una relación con el infierno porque el sulfuro de hidrógeno (con olor a huevos en descomposición) y el azufre elemental (que se quema con fuego azul y tóxico), nutre la imaginación barroca y medieval acerca de un sitio de castigo divino y condenación, sobre todo en las Escrituras, como es el caso del Apocalipsis. Este hedor se volvió un indicador de la presencia del diablo y la actividad demoníaca en la cultura popular y en la ficción, representando el sufrimiento eterno en el "lago de azufre y fuego". El sujeto en su delirio solo atinó a invocar el demonio porque así interpretaba lo que escuchaba.

El azufre en la Biblia es un símbolo recurrente y poderoso del juicio divino, la retribución y la destrucción absoluta contra la iniquidad, tal como se establece en la primera gran referencia de Génesis 19:24, donde Jehová usó "azufre y fuego" para aniquilar Sodoma y Gomorra. A lo largo de las Escrituras, este elemento altamente inflamable se asocia con la desolación en la Tierra (Job 18:15) y, más prominentemente, con la condenación eterna en el libro de Apocalipsis, donde se describe el "lago de fuego que arde con azufre" como la morada final para los no salvos, simbolizando el tormento perpetuo y el poder irrevocable de la ira de Dios.

Otro de los olores lo asocio con una cita literaria y el queso, veamos:

En el año 2015 las Brigidinas congregación creada en 1911 en Suecia por la beata María Elisabet Hesselbald inauguró un nuevo convento en Cuba. Un poco más de una década después de estrenar una impresionante sede habanera que ha sido posible gracias a la vieja alianza entre la abadesa y el régimen Castro comunista.

Pocos días después de que las monjas se instalaran, comenzaron las reformas, atrayendo la atención de los vecinos pobres de la zona. Una vez terminada la capilla, se reveló que la obra también incluiría un hostal de diez habitaciones para complementar su labor pastoral con ancianos y pobres. Actualmente, los turistas pueden reservar habitaciones dobles por 50 CUC (con desayuno) o una suite por 65 CUC mediante correo electrónico.

Escribí un artículo sobre el extraño acuerdo entre la Orden del Santísimo Salvador – Brigidinas- y el innombrable Jefe, a quien se le concedieron prerrogativas. En ese momento, mencioné la frase: "Algo huele mal en Dinamarca" (de Hamlet de Shakespeare), que significa que hay algo profundamente corrupto, sospechoso o incorrecto en una situación, especialmente a nivel político o moral, señalando un mal gobierno o problemas subyacentes en el sistema.

Un personero de la Orden de las Brigidinas, algo molesto, respondió a mi artículo con la frase: “está oscuro y huele a queso". Esta expresión, aunque vulgar, se utiliza para dar una respuesta, "está oscuro y huele a queso”, parece relacionada con la pregunta, pero en realidad no tiene nada que ver, reflejando la confusión de su réplica en ese momento. Confieso que me divertí mucho con su respuesta.

La confluencia de estas tres expresiones enmarca la podredumbre moral que, a menudo, corroe el corazón de la Fe y el poder.

La conducta de los cristianos hipócritas no es un simple desliz, sino un hedor que asciende hasta el umbral del Juicio Divino. El olor desagradable a azufre no es una metáfora suave; es la ineludible promesa bíblica de retribución y destrucción absoluta (Génesis 19:24, Apocalipsis 20:10). Es la sentencia ardiente contra la iniquidad de aquellos que visten piedad mientras practican la falsedad.

Y es precisamente en este escenario donde resuena el eco shakesperiano: "Algo huele mal en Dinamarca". Esta frase no apunta a un error trivial, sino a una corrupción profunda, sospechosa e incorrecta a nivel político y moral. Señala esa podredumbre subyacente en el sistema, la intriga oculta en los pasillos de las instituciones que deberían ser puras. El hipócrita es el sepulcro blanqueado que por fuera luce intachable, pero por dentro está podrido (Mateo 23:27).

Lo más patético de este cuadro de decadencia es la respuesta del confrontado. Frente a la verdad desnuda de la crítica, el personero religioso no ofreció redención ni defensa honesta, sino una evasiva burda y prosaica: "está oscuro y huele a queso". Esta frase, aunque nos divierta por su vulgaridad, es el epítome de la cobardía intelectual. Es la réplica que pretende ser ingeniosa pero que solo consigue ser completamente irrelevante; la negación absoluta del diálogo y la confesión. Es la patética cortina de humo lanzada por quien, al ser descubierto oliendo a podrido ("Dinamarca"), intenta cubrir el hedor con una respuesta que solo huele a excusa barata.

En este único texto, tenemos la denuncia de la corrupción ("Huele mal..."), la defensa evasiva de los culpables ("...Huele a queso"), y la advertencia profética de la consecuencia final ("...Huele a azufre").

Es la trágica secuencia del hipócrita.

Eloy A Gonzalez [5 de diciembre de 2025]

Foto: 👇

El Tormento de San Antonio o La Tentación de San Antonio, c. 1487-1488 Es una pintura de Miguel Ángel. Esta pintura se encuentra actualmente en el Museo de Arte Kimbell de Fort Worth, Texas.