Señor Ministro de Cultura, Abel Prieto:
Me
sorprende la indiferencia con que su equipo ha tratado mi reclamación respecto
a la discriminación hacia los cristianos, motivo por el cual le he escrito
varias veces sin conseguir ni un comentario.
Ante
la falta al derecho que me concede la constitución no me dejan otra opción que
acudir a un proceso administrativo. La demanda la interpongo contra:
·
El Ministerio de Cultura (MinCult).
·
El Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT)
No
existe en nuestro ordenamiento jurídico una sala constitucional. Por tanto,
según el origen de la materia, los tribunales juzgan y deciden sobre los
aspectos donde se viola los derechos otorgados al pueblo en la constitución.
En
los artículos del 41 al 43 la Carta Magna cubana explicita la protección a la
igualdad de derechos y oportunidades, proscribe la discriminación por creencias
religiosas y las considera lesiva a la dignidad humana. El Código Penal, en su
artículo 195, lo considera un delito.
En
Cuba una parte importante de la población, que crece cada día, es cristiana. Es
parte de la historia de la cultura de este país, y de las generaciones que
dieron origen a nuestra nacionalidad.
Miguel Porres |
Por
creer en Dios y Jesús Cristo se nos considera religiosos, en la práctica
defendemos la libertad, y nos sentimos libres, buscamos la formación de seres
dignos, sin ataduras a los vicios, donde tengan más valor el ser humano que las
riquezas materiales. Nos inspiramos en un Cristo que se sacrificó por nosotros,
que rechazaba la violencia y la codicia, que predicaba de amor al prójimo.
También estudiamos los fundamentos científicos-teóricos que demuestran la
existencia de Dios, y las pruebas que se han dado en la historia y quedan
palpadas en las Escrituras.
Nos
sentimos discriminados por la política cultural y de la radio y la televisión.
A pesar de existir gran variedad y excelente calidad de autores y música
cristiana, no se divulga casi nunca, por los medios. Solo en acontecimientos
muy marcados o visitas de personalidades a nuestro país se escucha algo de esta
música o se divulgan actos y acontecimientos donde se habla de Dios y Cristo.
Conozco casos en que se solicitaban permisos para utilizar una instalación y al
solicitante se le advirtió que la condición era que no se mencionara en ningún
momento el nombre de Cristo, esta limitación la impuso el funcionario a cargo.
Alarmado
por esta situación he escrito varias veces por vía electrónica al Ministro de
Cultura (pues es el MinCult la máxima institución de la cultura cubana y quien
tiene poder para legislar y e implementar la política cultural del país), y
viendo que no responde le hice llegar un escrito personalmente a su despacho,
al igual que al presidente del ICRT, para solicitar se pronuncie sobre estos
hechos.
A
pesar del derecho a quejarme y recibir una repuesta que me otorga la
Constitución, he recibido el silencio de los funcionarios públicos. Tenía la
esperanza de un pronunciamiento, que no se nos ignorara. He empleado los
recursos que la ley me brinda, consciente de que los problemas de Cuba, debemos
resolverlos entre los cubanos. Mi ánimo se reforzaba porque tengo entendido que
el ciudadano Ministro de Cultura es una persona culta, amante del diálogo y la
diversidad, un intelectual sin miedo al debate. Sin embargo, es frustrante el
trato recibido a mis solicitudes de pronunciamiento.
Es
importante para los cristianos que se nos tenga en cuenta en este espacio,
porque el arte es una forma de poder. Se ha podido dominar la acción subversiva
de quienes están contra el proceso revolucionario, pero el gobierno ha sido
incapaz de evitar el crecimiento y desarrollo de una cultura de la
chabacanería, de lo grosero.
Las
mutaciones en la música popular hacia la rivalidad, el consumismo, la obscenidad,
la denigración de la mujer, la apología al dinero, minan una parte considerable
de la sociedad. Imaginen que el comején invade nuestra carpintería hogareña y
que cuando reparemos en ello ya nada podemos hacer para salvarla; así resultan
estas tendencias distorsionadoras de los valores y principios a que aspira
nuestra sociedad.
Un
campesino que produce la tierra con su duro bregar y espera pacientemente por
su cosecha, a merced de la inclemencia meteorológica y aquellos que prefieren
robar que labrar el campo, lleguen a vender sus productos a instalaciones
turísticas estas no tengan capacidad legal para pagarle en divisa, sin embargo
un grupo musical, que muchas veces no deja el mensaje deseado para la educación
a que aspiramos y en la siembra de valores, puede sin problemas cobrar su pago
en CUC.
Los
cristianos, somos igual de cubanos, de patriotas, no buscamos revertir el
sistema político, ni pretendemos ser parte de la élite de poder, pero sí
reclamamos nuestros derechos a convivir en una sociedad igualitaria, con
iguales oportunidades para todos, ser escuchados, y que se nos tenga en cuenta.
No
representamos una idea fundamentalista, defendemos los valores de Cristo,
luchamos contra el abuso, la inmoralidad, la corrupción, la delincuencia. Por
qué, entonces, no podemos contar con especio en la política cultural de una
sociedad, que en todos sus estatutos y leyes dicen defender valores y
principios muy parecidos a los del cristianismo.
Oramos
porque Dios dé sabiduría a quienes dirigen este país para que puedan tomar las
mejores decisiones en bien del pueblo, para que resistan la tentación y el
poder no nuble su vista.
Abogado Miguel Porres *
La Habana, 2018
Fuente: Tenia
q decirlo. Blog personal de Yoe Suarez quien incluye esta carta como post. La
foto del abogado Porres es del editor del Blog
*Miguel Porres es Licenciado
en Derecho por la Universidad de La Habana 1997 y tiene una maestría de la Universidad de
Barcelona en Derecho Societario en 2005. Ha sido asesor legal en empresas en
Cuba y fue Juez del Tribunal Popular Municipal de Cienfuegos a finales de los
años ochenta. Se integró a la Juventud Comunista sin que ello implicara
rechazar su credo. Asiste a la Iglesia Bautista de Guanabo, La Habana.
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