Por:
María Nélida López Báez.*
La Habana, 11 de enero de
2018. -En el sincretismo criollo, Eleguá es el orisha -según los yorubas- dueño
de las encrucijadas, abre y cierra los caminos, concede dinerito, lleva y trae
matrimonios; o sea que tiene unos cuantos poderes. Eleguá es un niño y un viejo a la vez, portero
de las casas religiosas, lo concilian con el Niño de Atocha, por eso se le
ofrendan caramelos, dulces, frutas, merengues, pitos, juguetes; pero también
aguardiente, miel de abeja, tres pollos, un chivo mamón, en fin, es un gran comelón.
Un
babalao en Cuba haciendo un ebbó
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Según cuentan las leyendas
africanas nació como un coco, se fue secando y con los años la mano del hombre
lo convirtió en una piedra con veintiún caminos. (Cualquier similitud con otra
piedra, es cosa de imaginación). Su nombre significa “el mensajero príncipe” y
es el primer santo que se recibe cuando alguna persona se inicia en la religión.
Este año es la deidad
regente, acompañada por Yemayá, que es la dueña de los mares, tiene que ver con
las mujeres embarazadas, como la madre de la religión por sabia y poderosa, sus
ofrendas son: flores frescas, chicharritas de plátano, frutas, carnero, gallo,
pato, melado de caña, y vino seco. Se sincretiza con Nuestra Señora de la
Virgen de Regla.
Esta religión o mezcla de tradiciones religiosas se ha expandido mucho
por la isla; los cubanos creyentes e incluso algunos que no lo son, leen la
letra del año y se la pasan entre sí, al parecer con la esperanza que sea un
año de mejor futuro para la familia, porque siempre se ha visto que hay una
esperanza de mejorar la calidad de vida acudiendo a la fe.
Las personas en la calle comentan, sobre todo, lo relativo a los cambios
que anuncia la letra; pero lo que más ha impactado es el hecho de que siendo
Eleguá el dueño de los caminos, quien abre y cierra las puertas; así como
Yemayá la dueña de los mares, les está indicando a muchos que podrán irse al
exilio por el mar, y es que la gente les da a estos signos sus propias
interpretaciones.
Habría que recordar que, dentro de las costumbres más vinculadas a
recibir el nuevo año con esperanzas, están: tirar un cubo de agua para la calle,
con el fin de que se lleve lo malo; y dar la vuelta de la manzana con una
maleta para poder viajar.
No obstante, según los sacerdotes de la
Regla de Ifá, (Ifá hace referencia al Dios de la adivinación) conocidos como
babalawos, es un año bueno y mucho más fresco que el anterior; lo que no
coincide en lo absoluto, con lo que dijo el vicepresidente cubano Miguel Díaz Canel.
Hasta el momento, ningún
“padrino” ha logrado liberar al pueblo cubano de los 60 años de maldición que
ha tenido, esperemos que en el 2018 se pueda hacer algún “ebbó” (ofrenda,
trabajo mágico) que lleve a los sufridos cubanos a la felicidad, con un fuerte
“maferefun” (bendición).
*Foto reportera de la
Agencia Independiente de Prensa Hablemos Press. Se desempeña como comunicadora para
la Red cubana de comunicadores comunitarios.
Reside en Ciudad de la Habana, Cuba. Teléfono: 52437850.
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