Hace algunos años en ocasión del paso del huracán Rita por el
Sur de Texas y las consecuencias
inmediatas de este evento, escribí este articulo para un periódico local del
norte de Texas motivado por el testimonio de esta mujer inmigrante mexicana que
ayudaba a los que evacuaban de la zona de Houston y Galveston. Miles de
personas estuvieron entrampadas por varios días en la I-45, pero al menos se
dio una orden de evacuación y las personas buscaban áreas al norte más seguras.
Sabemos que este huracán golpeo fuertemente a Galveston pero las consecuencia
no fueron como ahora vemos en Houston y zonas aledañas con el paso del huracán Harvey.
Es por eso que incluimos este artículo ahora como post.
Maria Juárez, una mujer dichosa.
Por Eloy A González.
“Salid a encontrar al sediento; llevadle agua…,
socorred con pan al que huye”
Isaías 21: 14
Formamos parte de una gran nación, vulnerable como puede ser cualquier
conglomerado humano; sujetos como estamos a convertirnos en objetivos de las
fuerzas del mal que en su momento descargaron su odio sobre la ciudad de Nueva York.
Ahora lo vulnerable vuelve a ser realidad; un doble y secuencial torbellino
trastornador ha convertido la costa del golfo de los Estados Unidos en el imperio
de recias y poderosas aguas lanzadas por el viento que se hace furor y espanto.
Me refiero a los poderosos huracanes que han azotado la costa sur de
los Estados Unidos en los últimos días, con potencia arrolladora y resultados catastróficos
pocas veces vistos. Sus nombres, lo de estos huracanes tropicales que vienen a
golpear la vastedad de estas tierras nos resulta harto familiar: Katrina y Rita.
Los efectos que han producido estos dos huracanes son de un quebranto de tal
magnitud que hoy de forma directa e indirecta afecta toda la Nación.
El huracán Katrina, dejo a la ciudad de Nueva Orleáns desolada,
abandonada y convertida en un lodazal de aguas putridas y mustrario de detritus
de una civilizaron que habiendo sido azolada solo muestra su desnudez, sentido
de vacío y soledad de húmedo desierto.
Evacuación
de los habitantes del Houston hacia el norte del Estado por la I-45, cuando el huracán Rita (2005) |
Cuando el huracán Rita se acercaba a las olas costas de Texas, un
estremecimiento colectivo se apodero de todos; las imágenes de la muerte, la devastación
y el caos, producido por el huracán que le antecedió, hizo que los moradores de
las zonas que serian afectadas por este poderoso huracán tomaran de forma rápida
y resueltas conciencia del peligro que se les venia encima. Las casas fueron
cerradas, las conciencias fueron conmovidas.
En esta ocasión hubo muestras de actuar profesional, actitudes resueltas
e inteligentes y sobre todo, conciencia ciudadana del peligro, y
responsabilidad de la gente a la hora de escuchar y tomar decisiones que a
tantos podían afectar.
Los moradores de ciudades que podían ser desvastadas, se lanzaron en frenética
salida a lugares seguros y alejados del peligro. Millones abandonaron las
ciudades habitadas y estas quedaron como desiertos, asombro y temor evidente había
en los rostros de aquellos que manejaban horas por la Autopista I-45 buscando
un lugar seguro. La ciudad de placentero deleite como Galvelton con sus soleadas
playas, y la populosa Houston, vieron sus habitantes esparcidos por las amplias
autopistas. Ciudades de gozo y laboriosidad fueron oscurecidas por el temor. La
Nación de nuevo se mostraba conmovida y expectante.
Los millones de habitantes en sus autos llenaban las autopistas que salían
hacia el norte y el tráfico adquirió la categoría de infierno de lento andar.
Algunos no les alcanzo el combustible, a otros los alimentos que llevaban, los
mas no les alcanzó la paciencia necesaria para manejar durante mas de 20horas
en ocasiones. Hambrientos sedientos y ansiosos, miles se convirtieron en una
población que se movía con lentitud dramática.
Hay actos en estos días que hacen que muchos inclinen el ánimo, y
fomenten las más nobles virtudes en eso de compadecerse de los trabajos,
miserias y angustias ajenas. Un anciano cubano de 88 años, muy cerca de la muerte,
en sacado del lodo por un joven nicaragüense en la Ciudad de Nueva Orleáns, trasladado
a Dallas, es recibido y cuidado por una familia hondureña. Seres irreconocibles
por los demás y ajenos en medio de la tribulación y participes de la
pobreza, hacen de su generosidad gestos simples. Dios pone en los corazones de
los sencillos, abundante misericordia.
La Autopista I-45 camino al norte y buscando la ciudad de Dallas, se
convirtió en un escenario proclive a las más amargas tribulaciones. Hambre,
sed, tristeza por los bienes dejados atrás, impotencia por la lentitud, y temor
a verse sorprendido por la tormenta que se acercaba en medio de las
desprotegidas y congestionadas autopistas. Ese fue el escenario real.
En medio del caos, la desesperación, una mujer de origen mexicano de
nombre Maria Juárez, se hace presente allí, donde están los menesterosos del
momento, en un pequeña “troca’, y ha
viva voz les ofrece a los desesperados aquellos, agua y comida caliente.
Conversa, se detiene en cada uno y les orienta las posibilidades de
albergue mas cercanos. Por momentos recuerdo unas palabras leídas, esas que
tanto se repiten; dichosos los misericordiosos, esos los que como Maria salen
en busca del sediento. Les lleva agua a los niños y socorre con pan a los que
huyen. Allí en la extensa autopista I – 45 se produjo el milagro de la
misericordia.
La imagen de Maria, dando de beber a los sedientos, y alcanzando un
plato de comidas a los hambrientos. Las palabras suaves en el hablar, su
sencillez de gestos, me hizo pensar de nuevo en que algo de eso he leído también,
creo que dice así: tuve sed y me diste de beber, tuve hambre y de diste de
comer…’; no alcanzo a entender mas nada. Tal vez no recuerdo, o no quiero
recordar.
Cuantos contamos con tiempo, y no practicamos la misericordia, cuantos
tienen la bendición de ser jóvenes y llenos de energía, y no tienden la mano a
los necesitados; cuantos tienen tantos bienes que bien pueden compartir, pero
no alcanzan a los necesitados en un momento dado, como esos de la autopista
i-45.
Tengo mala memoria, pero ahora si recordé algo que leí y quiero
compartirlo con ustedes: Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. ¡Ahora si la
cita esta completa. Pienso si Maria Juárez en algún momento de su Vida llego a
leer, o leerá esta palabra, las de la cita claro.
©2005