Esta es la segunda parte del testimonio y descargo del
periodista independiente Jaime Leygonier. El autor envió este documento sin
tener respuesta alguna. La nota al editor y director de Palabra Nueva por si se
explica y la incluimos aquí como introducción a este post:
Sr. Director de la Revista “Palabra Nueva”, Dr.
Roberto Méndez Martínez, Editora Jefa, Yarelys Rico Hernández. E mail: palabranueva@ccpadrevarela.org
Le envió borrador de trabajo, en dos partes, sobre
problemas de la Iglesia, no resueltos pese a peticiones de años. Uno los
involucra a ustedes; por tratarse de la entrevista a Mons. Jorge E. Serpa, en
la cual, este prelado y la Revista incurrieron en difamación mediante libelo.
Lo cual les comuniqué entonces (2015) por e-mail de “Hablemos Press” y
públicamente, en la página de esa agencia, solicitando, fundado en códigos de
ética periodística, la rectificación o el derecho a réplica en la Revista.
También lo envió al Sr. Arzobispo. Les declaro mi estima y que veo en ustedes a
implicados por circunstancias ajenas: La mezquindad de un superior, o de
varios. Que Dios los bendiga. Jaime Leygonier Fernández.
Iglesia: Política “del avestruz” y de “la caja del
gato” (II)
“Que
el Arzobispo de La Habana, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, responda
y solucione los problemas y peticiones que heredó de su predecesor y los que no
atendió antes, como miembro de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba”.
En anterior
traté de esa voluntad de los obispos, de no responder quejas ni corregir los
males, sino dejarlos correr, política muy de espaldas a servir al rebaño.
¿Cuáles
pueden ser las causas?
¡Ojalá
significara el silencio de personas virtuosas que no se dejan arrastrar a
discusiones! Pero ¿existen otras posibles explicaciones que las siguientes?:
La
impunidad. El miedo a la verdad. La mala administración de lo temporal y el
menosprecio por lo espiritual, propias de quienes gozan de un cargo sin
trabajarlo. Debilidad: “el Rey Madero”
del que abusan sus subordinados. Complicidad en las faltas.
Es
experiencia que, casi siempre, cuando un superior consiente faltas es porque
está desmoralizado por sus faltas propias, conocidas de sus subordinados: “Benevolencia
de pecador”.
Pero si se
nos ocurriera cualquier causa que justifique esa conducta en superiores
religiosos, siempre sería imposible sin una falta de celo por la Casa de Dios.
Y en Cuba,
toda autoridad es un objetivo de los servicios de inteligencia, para someterla
a los intereses de la Dictadura, y toda autoridad en pecado…deviene esclava de
esos servicios.
Viven un
sentimiento de casta superior, aislada en sí misma, cuyos miembros esperan no
ser cuestionados jamás, y no por sus méritos propios, sino exclusivamente por
su pertenencia a la casta.
Se alaban
unos a otros en misa y apoyan, aun al que delinque, cuando “alguien de afuera” los denuncia.
A raíz del
robo a Jesús del Monte, escribí sobre la conveniencia de que, según precedente
de la Iglesia católica en los E.E.U.U., en Cuba, los sacerdotes informen a los
fieles sobre sus ingresos y gastos, supervisión que impediría malos manejos
económicos.
Y un fraile,
predicó en contra de mi propuesta, porque, dijo, por defectos humanos que
pudiera tener algún sacerdote “los
seleccionaron al entrar al seminario y allí les enseñaron buenos principios. Y
¿quién eres tú para pedir cuentas si a lo mejor ni aportas...?”
Al concluir,
lo celebraron mucho Magaly Talavera, quien con conocimiento del párroco Formoso
me había acosado diez meses, hasta mi expulsión como profesor de catecismo y
una amiga de dicho párroco, quien recibía ayudas monetarias de él.
“¿Quién eres tú para pedir cuentas?” No somos
nada, o, ¡cuidado!, por ese mismo personalismo hay laicos criados-amos de su
amo. Usurpan el poder, le hacen el trabajo al cura, mandan en su nombre, hacen
mucho daño espiritual y malversan. Ejemplo: la parroquia de La Medalla
Milagrosa.
La Iglesia
no es democrática, pero los clérigos no están cumpliendo las leyes establecidas
por la jerarquía y que podrían evitar abusos del sistema jerárquico.
Desobedecen
así a la autoridad de la Iglesia, hacen personal y arbitraria esa autoridad, y
la democracia se manifiesta en que las iglesias se vacían.
Y no
responden; porque saben que no tienen respuestas y que el público olvida
rápido. Entierran sus suciedades. Los gatos lo hacen por limpios; estos
pastores nunca limpian la caja de arena en que convirtieron a nuestra Santa
Madre Iglesia.
Y cuando el
mal olor estalla en la Prensa, la culpan de mala fe, en el extranjero, en Cuba,
la prensa oficial no los toca y si la prensa independiente los señala, aplican “la política del avestruz”: Enterrar la
cabeza en la arena cuando viene un peligro.
Es un mito,
el avestruz, no hace esa estupidez. Queda para débiles que cierran los ojos,
esperando que las cosas se arreglan solas, “monos
sabios”: “Nada-veo”, “Nada-oigo” y
“Nada-digo”; prepotentes que se creen por encima de toda crítica; y
culpables con poder.
Insisto en
que el Arzobispo de La Habana, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez,
responda y solucione los problemas y peticiones que heredó de su predecesor
Mons. Jaime Ortega y que, por tanto, le corresponden ahora, y los que no
atendió antes, como miembro de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
Que Mons.
Jorge Enrique Serpa Pérez y “Palabra Nueva”, rectifiquen su difamación a “los
70” presos de conciencia que calumniaron de que “algunos eran presos comunes” o
me otorguen derecho de réplica en esa revista del Arzobispado de La Habana,
según principios de ética periodística.
La
devolución de lo robado a Jesús del Monte. Que los padres pasionistas, no
prediquen contra la inerrancia bíblica. Asambleas de fieles supervisen los
ingresos y egresos de sus sacerdotes: Es criminal no hacerlo en este paraíso
del lavado de dinero.
Pido
transparencia, ¿la teme algún hombre honrado? Es criminal negarse a informar
los ingresos y egresos de la Iglesia en este país de sistema ideal para el
lavado de dinero y el chantaje estatal a autoridades religiosas y donantes.
¡Qué
vergüenza ventilar en público lo que hace años pudieron solucionar en minutos,
en su oficina o por teléfono!
Y si lo
hubieran resuelto en privado: ¿No le vergüenza que un fiel tenga que pedirles
¡durante años! que hagan devolver lo robado y que un obispo no difame en la
revista del Arzobispado?
¿Qué les
pida en privado y en carta pública que investiguen una posible violación del
secreto de confesión y no averigüen nada?
Si demandan
crédito, no lo funden en sus “largas vestiduras” ni en girar cheques sin fondo
contra los apóstoles y mártires de la Iglesia, proclamándose sus continuadores;
tienen que depositar un mínimo personal en esa cuenta.
Si
“endurecen los oídos” a las demandas justas de los “¿quién eres tú para pedir
cuentas?” responderán ante el Dios Vivo, en el que, según la fe que muestran
con estas obras, tal vez no creen.
*Periodista
independiente cubano. Ha colaborado con la agencia de prensa independiente
Hablemos Press y sus notas aparecen en distintos sitios de internet sobre temas
cubano. E-mail: jaimeleygonier@gmail.com
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