agosto 22, 2016

Participan líderes del movimiento apostólico en Cuba en el Segundo Encuentro Nacional Cubano.

Segundo Encuentro Cubanos de las dos orillas
Desde el pasado día 12 de agosto y hasta el 14, se celebró en la capital de Puerto Rico el "Segundo Encuentro de Cubanos de las dos orillas" al que fueron invitados, por primera vez, los Apóstoles Alain Toledano y Bernardo de Quesada. El evento, de corte secular, tuvo como objetivo lograr la unidad entre la diversidad de la sociedad civil cubana, tanto dentro como fuera de la isla.
Alain Toledano
Para la ocasión compusieron un himno que nada menciona de muerte y sí habla de vida, amor, entre otras virtudes. El estribillo dice:
Vamos a unirnos todos los Cubanos  / luchando por la patria, libertad y honor. / Llegó la hora de tomarnos de las manos, /vamos a unirnos por un futuro mejor.
Y una de sus estrofas comienza: Si los cubano somos una gran familia /te doy la mano y te brindo el corazón.
Durante este Segundo Encuentro Nacional Cubano se acordaron principios fundamentales para la Nueva República de Cuba y se reafirmaron puntos complementarios a partir de una síntesis de las ponencias presentadas.
Se definió que los pasos previos a una Nueva República deben incluir:
 1) El establecimiento de una Comisión contra la Impunidad.
 2) La fiscalización -con carácter retroactivo- de la gestión de las   empresas presentes en Cuba con el fin de que se respeten los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
 3) Medidas que garanticen la transparencia e integridad y combatan la corrupción en la gestión pública y los procesos electorales.
Bernardo de Quesada
Asimismo, se aprobó la creación de un Congreso para formar un frente común de acción cívica-política con el fin  de restablecer en el país los derechos conculcados, la libertad y la democracia.
La participación, en el pleno de los Apóstoles, motivó al centenar de personas que asistieron. Según nos comentó Raúl Risco, director ejecutivo del Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa: "Demostraron que ser cristiano no es sinónimo de vivir ajeno a los procesos de la sociedad donde se vive".
Para culminar la asamblea, le pidieron al Apóstol Alain Toledano que dirigiera una oración por Cuba. Este hecho causó impresión en algunos de los miembros de la sociedad civil que nunca habían estado en contacto con el Dios Todopoderoso.

*Editor del  Semanario digital “Fuego y Dinámica”. Movimiento apostólico en Cuba. E-mail: ricardoynidiana@nauta.cu

agosto 07, 2016

Rafael Zaldívar: El amigo que no llego tarde.

No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser. J L Borges
En tiempos de absorbente comunicación y desinterés, sorprendido por un tiempo que se acaba, asombrado por el quebranto y dispuesto de nuevo al apremio; me encuentro, como he dicho, en este prolongado ocaso viendo cómo se van propios y extraños;  y es que hace algunos días conocía de la muerte de mi buen amigo Rafael Zaldívar Valdovinos, esto el día 7 de julio del presente año en la ciudad de Camagüey.
Muy enfermo, escamoteándonos la enfermedad y con la certeza de la proximidad de la muerte, había llamado a su familia más cercana para que lo llevaran hasta la ciudad de Camagüey donde aún reside parte de su familia, para allá morir. Dejaba brevemente y para siempre la ciudad donde vivió gran parte de sus 76 años, La Habana, ciudad que siempre le sedujo  y busco contento en ella como pocos.
Conocí a Rafael Zaldívar en las reuniones semanales de la Unión Bautista de Estudiantes Universitarios (UBEU) a finales de los 60’s. La UBEU era una organización que fundada el 23 de agosto de 1949  que inauguró una moderna sede  en  los 50’s en la calle J # 555 muy cerca de la Universidad de la Habana y también cerca del Centro Cristiano Universitario (metodista). Allí ya estaba establecida la Iglesia Bautista W Carey que pastoreaba el Rev. Juan Francisco Naranjo y su esposa Estela Hernández. Esta organización se reunía todos los sábados en animadas y bien organizadas reuniones que se complementaba, por así decirlo, porque también allí ese mismo día y una hora antes se reunía los estudiantes de la Unión Bautista de Estudiantes Secundarios (UBESE). Deben de imaginar el alcance de dos organizaciones de estudiantes reunidas en un lugar céntrico de la capital en los espacios de una iglesia y donde asistía un numeroso grupo de estudiantes no solo de las iglesias de la capital sino otros tantos estudiantes de confesión bautista que estudiaban como becarios en  La Habana.
Rafael Zaldivar Valdovinos
Señalo todo lo anterior porque entre los años 60-70, en aquellos tiempos de tormentas y temores, los jóvenes cristianos de confesión bautista y además estudiantes universitarios tenían un espacio de encuentro, regocijo juvenil y compañerismo poco usual para esos tiempos; y también….,  porque se ha dicho que fue el escenario propicio de encendidas confrontaciones lo cual es una exageración en sí. Aquellas dos organizaciones, sobre todo la que agrupaba a los estudiantes universitarios, establecían un programa que era muy actual y abordaba temas que no se tocaban en las iglesias de dónde venían los jóvenes; asistí cada sábado en la noche a programas de avanzadas consideraciones que promovían el diálogo y el libre juego de la ideas en un país donde se establecía un régimen totalitario. Fue en una de esas breves pero intensas conversaciones allí en la UBEU donde conocí a Rafael Zaldívar.
Rafael era un joven alto, de expresión apacible y sincera; su mirada reflejaba bondad y su  frente amplia inteligencia y capacidad. Era de esas personas que establecen una comunicación inmediata y amable no excepta de comentarios directos y controversiales, y eso me agrado. Por aquellos tiempos cursaba el segundo año de la carrera de Medicina, en tanto que Rafael ya estaba por terminar la carrera de Licenciatura en Lengua Francesa. Era usual entre los jóvenes universitarios en la UBEU que le gastaran bromas a Rafael porque en realidad era su edad mayor que la media de los que allí asistíamos, sobre todo porque el asistía incluso a los programas de la UBESE.
Lo cierto es que desde aquel día comencé a visitarlo en su casa en lo que era aquel pequeño apartamento de la calle Suárez 106. En aquel apartamento se mostraba la estrechez y la acogida, para todos; pero sobre todo era el lugar frecuentado para la conversación desenfadada e intensa. Allí fui las primeras veces a conversar y acabe quedándome siempre que podía para comer y establecer mi residencia aun cuando muy pocas veces dormía allí porque el espacio era sin duda limitado; pero me consta que más de una persona en necesidad allí pernocto más de una vez. Aquel era el lugar donde llegar, la referencia de un espacio de plática ágil y sin fingimientos; no había allí frases altisonantes, palabras soeces y carestías de conmiseración en lo que se trataba. Por allí pasaban religiosos de todos los credos, intelectuales encumbrados y pobres diablos que solo alcanzaban el anonimato, artistas, poetas malditos y otros menos malditos; revolucionarios, disidentes, neutrales y no pocos menos neutrales. Exitosos personajes y otros caídos en desgracias por múltiples causas; chivatos y extranjeros, liberales, conservadores, moralistas y algunos no tan moralistas…, en fin el muestrario de una sociedad cerrada en un espacio pequeño pero gentil.
En el año 1971 cuando Rafael ya había terminado sus estudios universitarios y se desempeñaba  como profesor de Francés en el Instituto Pre Universitario de Guiñes y yo  estaba pasando un periodo de trabajo asistencial en Camagüey, fue que comenzó el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. Con las primeras informaciones que aparecieron en la prensa sobre este acontecimiento, escribí a Rafael sobre alguna de mis opiniones y este en respuesta me recriminó por escribir sobre estos asuntos  por correo; de regreso en  La Habana un mes después me encontré la triste realidad de que Rafael había sido expulsado como profesor de Francés, según me dijo, acusado de “proselitismo religioso”, me dijo que le había hablado a dos alumnos de religión.
Es de imaginar lo que representó esto para Nancy Valdovinos, su madre, quien toda la vida se había identificado con las causas revolucionarias y había trabajado arduamente en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) o Partido Ortodoxo y vio llegar, como muchos cubanos llena de esperanzas, la tan ansiada Revolución Cubana.  Ella como Rafael más que simpatizar eran, en el sentido exacto de la palabra y en ese momento, revolucionarios. Entonces veían que aquella Revolución en la que creían, independiente de su probada Fe cristiana; quien sabe bajo que oscuros mecanismos ideológicos se hacía excluyente para ellos, echaba por tierra toda una carrera universitaria y cercenaba la vida laboral y profesional recién comenzada de Rafael . Nadie puede considerar hasta qué punto aquello les arruinó  y fui testigo y partícipe de tales desdichas y tristezas, como nadie. No vi ni una sola muestra de compasión y solidaridad para con ellos;  ni en esta ocasión ni en situaciones sucesivas futuras  mostraron una lógica actitud de víctimas…, y sí que lo eran. En tanto que Rafael buscaba algún trabajo para poder suplir a la familia que incluía a un tío con serios problemas de salud y tratando de esconder sus pesares, Nancy buscaba en sus recuerdos y escribía, como tantos cubanos privados de algo a Celia Sánchez; también confió en Conchita Fernández, una mujer vinculada con el poder en Cuba y con quien trabajo directamente cuando esta fue secretaria de Eduardo Chibás. Nunca obtuvo respuesta alguna.
Coro Shalom en su última presentación después de participar en  el Festival de la Diversidad en Minnesota (2012). Rafael Zaldívar tercero de izquierda a derecha.
Nunca, en aquellos días azarosos y difíciles tanto para Rafael como para Nancy, les vi apesadumbrado. Si bien la angustia no se les escapaba de sus rostros,  no escuche ni una sola queja ni nada dicho con resentimiento  o mostrando aborrecimiento  para con aquellos que habían actuado de manera tan injusta. Terminado el servicio religioso de domingo en la iglesia a la que asistía me acerqué al Pastor para decirle lo que le había ocurrido a mi amigo Rafael…, "eso le pasa por ser revolucionario” me dijo.
Poco tiempo después, Rafael logra un trabajo en una carpintería como ayudante y se empleó en esto sabiendo que era la única forma de lograr alguna solución para la situación insegura por la que pasaban. De ningún modo dejaba a un lado tantas actividades a las que le dedicaba no poco de su tiempo y entusiasmo; recuerdo un amigo común que le dijo a Rafael que lo único que le faltaba era anotarse en un curso de bandurria. La iglesia era para él importante y se iba hasta el Reparto de los Pinos donde asistía a la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén, la misma que le conocía de su consagración desde niño. Nadie como Rafael para conocer y disfrutar del ambiente cultural de La Habana en cualquier tiempo; prefiriendo por sobre todo las actividades teatrales a las que frecuentaba sin demora;  conservó por mucho tiempo todos y cada uno de los programas de las obras de teatro a las que acudía con anotaciones incluidas. Su dedicación mayor era al canto coral dentro y fuera de la iglesia lo que fue su principal actividad hasta su muerte. Aun cuando había terminado los estudios de Lengua y Literatura Francesa y conocía y gustaba de la enseñanza, no dejo en ningún momento de aprender y sumar uno y otro idioma a su creciente acervo en conocimientos de lingüística; todo esto a pesar de que las circunstancias lo habían llevado a ser un simple peón de carpintería; nunca lo escuché quejarse de su torcida situación.
Nunca se limitó a relacionarse con extranjeros, a pesar de que esto no era bien visto por el régimen por aquellos tiempos; su natural tendencia a la conversación amable y su conocimientos del idioma francés y del inglés le permitían establecer una comunicación de inmediato con los extranjeros  que, aunque escasos, se veían deambular por La Habana. Tenía una pequeña libreta donde anotaba nombres, direcciones y teléfonos incluyendo  extranjeros radicados en La Habana. La libretica alguien la revisó en el taller de carpintería donde trabajaba y a los pocos días fue expulsado con la misma inquina con que fue obligado a dejar su trabajo de profesor de francés por parte de las autoridades del Ministerio de Educación. Pero faltaba lo peor…….,
En el año 1959 la sociedad cubana no solo fue sorprendida por un cambio de gobierno producto de una revolución armada sino por todo un cambio que movió y distorsionó todos los cimientos de la nación. A pocos días de la victoria y defenestrada la dictadura, el pueblo se vio sumido en un entusiasmo que lo llevó a apoyar una naciente revolución que se estableció mediante una lucha armada, no tan cruenta como no la muestran, pero violenta en sí. Pronto el miedo y el poder se consolidaron sobre un montón de cadáveres y una ideología totalitaria y una práctica del poder basada en la represión y el miedo se apodero de las conciencias, creando una estructura tal que nos acercó a una tiranía de la cual fuimos colaboradores y víctimas propiciatorias. La Iglesia como tal no estuvo ajena; pero la certeza  de que vivíamos en una dictadura y que esta no nos era ajena no fue del todo considerada; preferimos las ideas de que había un lugar y un margen de sobrevivencia y testimonio de lo cristiano en el escenario que predeterminaba la revolución…, avasalladora y triunfante.
Creímos, que solo era posible una lectura de compromiso social del cristiano y de lo cristiano para ser parte de una revolución que tenía ya a sus enemigos pero que estos no tenían por qué estar dentro dela Iglesia; a pesar de las persecuciones contra la iglesia, las depuraciones (en la universidad), la UMAP, y el estalinismo tropical de la vida cultural y educativa de la nación. A los cristianos nos tocaba ser parte de un sistema que podía asfixiarnos en un abrazo desesperado por transitar el compromiso político atemperado a los principios sociales de las prédicas y prácticas bíblicas, sobre todo neo testamentarias.
En este contexto la iglesia cristiana y la iglesia bautista se movía en un estado de crispación, con eventos que suponían enfrentamientos e intolerancias. Un grupo de jóvenes preocupados por lo que debía ser el testimonio en tales circunstancias y apremiados por el contexto casi obligado de militancia política que nos absorbía, consideraron que una lectura sobre la responsabilidad social del cristiano podía explicar y mostrar lo que de justo tenia también los principios sociales de los evangelios.
Rafael formaba parte de este grupo dentro de la iglesia Bautista, pero también se hacía evidentes estas inquietudes dentro del movimiento ecuménico y de algunos grupos que formaban parte de la iglesia católica cubana. Fue dentro de la Iglesia Bautista que se organizó y se llevaron a término  el Primer Campamento sobre la Responsabilidad Social del Cristiano y un año después tuvo su segunda edición. Al termino del primero, un encuentro en una Iglesia Bautista de La Habana fue un evento que resultó interesante y comprometedor; la asistencia fue tan variada que mostró la posibilidad de que un diálogo dentro de la iglesia bautista era posible. A todo esto siguió, declaraciones, publicaciones y eventos compartidos con otras organizaciones e iglesias.
Entonces sucedió lo inesperado. Rafael Zaldívar nunca abandonó su consagrada  entrega a su iglesia de la cual era miembro, la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén en el barrio de Los Pinos; y fue allí, por iniciativa de su pastor el Rev. Antonio Pérez Ravelo, que fue expulsado sin mediar una decisión congregacional y argumentándose de manera festinada que se hacía por su condición de “revolucionario”. Esto ocurrió por el año 1974, y constituyó para Rafael, su madre también miembro de aquella iglesia y sus amigos y hermanos en la Fe una noticia dolorosa. Si las anteriores expulsiones fueron lamentables y les ocasionó muchos desgarros, esta última, la expulsión de la Iglesia fue una tragedia de la cual nunca se recuperaron.  
Revertir la decisión del Pastor era imposible; pero que los miembros pidieran una revisión de tal decisión si era posible y esto buscamos. Con premura redactamos una carta en términos sencillos y fraternales en el mejor espíritu cristiano y nos fuimos para Los Pinos con una buena cantidad de esas cartas y la intención de hablar con algunos de los miembros de la Iglesia. Solo visitamos dos familias a los que les explicamos y le dejamos la carta; no intercambiaron palabras algunas, otras dos familias o no estaban o no abrieron sus puertas…, para terminar nuestra gestión, desanimados, fuimos a la iglesia y dejamos allí el resto de las cartas. Nunca hubo una repuesta. La expulsión de Rafael Zaldívar de la Iglesia era un hecho consumado. Esta vez no había sido porque era “religioso” o “se relacionaba con extranjeros” sino por ser “revolucionario”. Alguien en tono de broma le dijo a Rafael, para quitarle tensión al momento, que no se preocupara que cada vez menos personas querían estar en la Iglesia. Por aquel tiempo Rafael era uno de los 6 754 miembros de las iglesias bautistas de la región occidental del país y lo echaron de una de ellas; pero era allí donde él quería estar, su fidelidad a su iglesia era algo incuestionable. Rafael tenía un cabello negro y ondulado, después de estos años liosos entre el 1971 y 1975 su cabello se hizo gris, encaneció en un tiempo corto; porque eso hace los sufrimientos, envejecer.
Era apremiante que Rafael tuviera una iglesia donde congregarse y todo indicaba que otras iglesias bautistas no iban a contrariar la decisión del Pastor Pérez Ravelo; fue ahí donde una discreta indagación condujo a la posibilidad de que la membresía de Rafael Zaldívar para la Iglesia Bautista Bethel en Miramar, fuera aceptada. Rafael fue miembro activo de esa Iglesia desde los años 70’s hasta su muerte.
Por estos tiempos viajó a Europa en una jornada que siempre recordó, sería su primer viaje al exterior y conoció a España, Francia y Suiza; fue como un bálsamo refrescante después de tantos tropiezos y canalladas.
Un día  se encontró, caminando por La Habana como solía hacer, a un ex condiscípulo de la Universidad que le hablo de un proyecto  para poner a funcionar una Escuela de Idiomas adjunta  al Ministerio de Salud Pública (MINSAP); sin mayores problemas acepto incorporarse al claustro de profesores de esta institución recién creada donde trabajo hasta su retiro. Solo que…, los canallas y miserables no tenían tiempo para el sosiego, faltaba algo peor.
El 1 de abril del 1980 comienza la crisis o el éxodo del Mariel, su antecedente fue irrupción de miles de cubanos en la Embajada del Perú en La Habana. El éxodo ocurrió entre abril y octubre del 1980 y llevo a los Estados Unidos más de 125 mil cubanos. Pero todo no fue tan simple, una oleada de represión, acoso e intimidación sacudió toda la isla; miles de cubanos, familias enteras fueron víctimas de los ruines  actos de repudio que mostraban al desnudo cuanto de vil y miserable puede ser el comportamiento de las así llamadas masas enardecidas que atacaban a los que buscaban abandonar el país. El asunto se reducía a atacar, en todos los sentidos, a aquellos que entraron a la Embajada del Perú, esperaban por los familiares que venían a buscarlos de los EEUU o mostraban una clara disposición a salir del país en aquel puente del Mariel. Los enemigos eran sin dudas los que querían abandonar el país y con ello menguar el elevado proyecto revolucionario.
En pleno apogeo de esta crisis, Rafael Zaldívar recibió la visita de uno de sus compañeros de trabajo, profesor como el de la Escuela de Idiomas; este le hablo directamente y le pidió de forma encarecida que no fuera al día siguiente a su centro de trabajo; como es lógico Rafael le preguntó la razón y este no quiso darle más datos pidiéndole una y otra vez que no fuera. Rafael hizo caso omiso de aquello y al día siguiente se presentó a trabajar como venía haciendo siempre y como era habitual en un buen trabajador que disfrutaba de su trabajo; allí le esperaba un acto de repudio que no supe nunca en qué medida se produjo, pero el resultado inmediato fue la separación  de su centro de trabajo. Esta vez fue una injusticia que no tenía explicación alguna, porque él seguía siendo el mismo que simpatizaba con la revolución y nunca había pasado por su mente salir del país. Esta vez, catalogado cómo “escoria”, veía de nuevo esfumarse su vida laboral y su  probada dedicación profesional. Como mantenía siempre una actitud digna guardo silencio, lo que no hicieron muchos que conociéndole no podían admitir tal canallada.
Meses después, cuando las aguas volvieron a su nivel, fue incorporado a su mismo puesto de trabajo. Por ese entonces yo vivía con mi familia en Holguín, pero en uno de mis viajes a La Habana pude conversar con él sobre tan embarazoso asunto. Nada me dijo de cómo fue su inesperada separación y si fue un acto de repudio como se venían ejecutando. Ante mi insistencia me aseguró que todo se debía a algunas personas envidiosas y mal intencionadas  que no entendían por qué le llamaban constantemente de la oficina del Ministro (MINSAP) para servir de intérprete cuando venían delegaciones de alto nivel de países francófonos. Seguí sin entender. Finalmente me dijo que la decisión de reintegrarlo al trabajo vino por una visita formal de Sergio Arce Martínez a las Oficinas de José Felipe Carneado, donde le fue planteado a este funcionario la situación e injusta separación de que había sido víctima. Años después el Rev. Raúl Suarez me aseguró, que uno de sus mayores logros en materia de Derechos Humanos había sido el lograr la reincorporación de Rafael a su trabajo.
Antes de continuar quiero referirme a dos anécdotas que Rafael me contó en uno de mis viajes a La Habana a finales de los 80’s. Nancy tenía un viejo radio que había comprado a comienzo de los 60’s y no funcionaba; un día se empeña en arreglarlo y un compañero de trabajo de Rafael se brinda para traer un técnico de radio y así lo hizo. El radio comenzó a funcionar bien pero unos días después tenía ruidos muy extraño. Esta vez Rafael buscó la ayuda de un ingeniero electrónico  de confianza que trabajaba de manera ocasional en una iglesia bautista cerca de su casa. Este comenzó a revisar el radio y en un momento le pidió a Rafael y a Nancy que no hablaran, siguió su trabajo, lo detuvo y le pidió a Rafael que salieran al pasillo exterior. Para asombro de Rafael este le dijo que el radio tenía instalado un micrófono de escucha  que iba a retirarlo de inmediato y destruirlo. Unos días después el compañero de trabajo de Rafael y el “técnico” de radio llegaron para  “revisar” de nuevo el equipo pero él no lo permitió; meses después se encontró al “técnico” y este le evadió. Esto sucedió según me dijo Rafael a finales del 1977. No sé cuánto hay de cierto o fabulación en esto; pero de lo que si estoy seguro es que si algún lugar en La Habana era conveniente para los oscuros propósitos… de instalar un mecanismo de escucha era en aquel apartamento.
También me conto Rafael que un día vinieron a su trabajo unos funcionarios y le dijeron que debía comenzar a enseñar idioma Francés a una persona en particular para lo cual debía de establecer un horario diario de una o dos horas , las clases serian personales y con absoluta privacidad. En la primera clase fue que conoció quien era el alumno, se trataba de Carlos Lage Dávila, quien fuera Vice Presidente del Consejo de Estado. Le enseñó por casi un año… ¿aprendió? le pregunte y me contesto: muy bien.
En los años siguientes  Rafael Zaldívar desempeño su trabajo como bien hacía, siempre dedico tiempo a su Iglesia y participo durante años en el Coro Shalom. Esto último lo llevo a múltiples viajes al exterior. Nunca dejo de ser el amigo sincero de buenas intenciones  que mostraba un respeto y aprecio sin reservas.
De regreso a La Habana, retomamos una relación afectada por las distancias. Cuando en el año 1992 fui detenido y en múltiples ocasiones citado por la policía política, fui de inmediato a su casa y le explique la situación a fin de no comprometerlo con mi amistad. Me dijo sin equívocos: siempre has venido a esta casa y siempre has sido un amigo leal, quiero que sigas viniendo a conversar porque nada puede suprimir esta amistad de tantos años. Todos los domingos después del servicio de la Iglesia almorzábamos juntos y dedicábamos buen tiempo a las conversaciones que tanto disfrutaba. Nunca supo que la policía política me había amenazado con que harían un registro a su apartamento, “el de la viejita que usted visita” me dijeron.
Pude saber en la forma discreta pero directa con que decía las cosas, como impidió que alguien, manipulado por la policía política, progresara en su intento de intimidarme en tanto que a otro miserable lo detuvo sin más cuando intentó atacarme con infames calumnias.
Cuando un amigo se va se detienen los caminos, en realidad los caminos se hicieron estrechos cuando deje la Habana y fui a trabajar al oriente del país; fue entonces que no hubo más conversaciones. Cuando fue posible nos escuchamos y compartimos, cuando nos necesitamos nos encontramos. Compartimos sobresaltos y tristezas, algunas alegrías y la necesaria paz que da una Fe compartida y unas ideas marcadas por la virtud y el enojo.
Siempre entendí que realmente éramos amigos. He hice lo que todo amigo hace, agradecer a Dios por una amistad tan prolongada como intensa. Gracias por haber sido mi amigo.
En soledad e insania pasó sus últimos tiempos sin que pudiéramos comprenderlo todo; ya no lo vamos a hacer. Ni preferimos solo recordarle; cuando llegó el momento de dejarnos sé que falto una mano que estrechara su despedida, fue la mía…., lo siento. El amigo estaba distante y cansado, el amigo es el vencido.
Hace algún tiempo escribí un artículo sobre la amistad y entre otras cosas dije:
Cuando todos se han ido… ¿por qué pensar que el amigo llega? Es así de cierto. ¿Será que han llegado las horas de conjurar esas amistades equívocas que vienen en horas de la noche a turbar el sueño del vencido?..................., En cuanto a dar la bienvenida a los nuevos amigos o amigas. Ya se hace tarde; se ha acortado demasiado el tiempo. Al vencido le faltan los amigos, si estos vienen, solo les digo que no se demoren; porque los amigos verdaderos suelen llegar tarde.
Tú en cambio fuiste el amigo bueno y  espléndido que nunca llego tarde.
Fort Worth, TX. 30 de Julio 2016©