Capdevila, La Habana, (PD)
Las negociaciones que de manera secreta sostuvieron durante 18 meses los
gobiernos de los Estados Unidos y Cuba en Canadá, bajo los auspicios de su
Santidad el Papa Francisco, posibilitaron que los presidentes Barak Obama y
Raúl Castro conversaran por espacio de 40 minutos y acordaran iniciar el
proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Además, acordaron liberar por razones humanitarias al contratista
norteamericano Alan Gross, quien purgaba una condena de 15 años, así como el
canje de un espía cubano, oficial de la Dirección de Inteligencia, que brindó
información sensible al gobierno de los EE.UU, por los tres espías de la
desarticulada Red Avispa que cumplían condenas en cárceles norteamericanas.
Paralelo a este canje de espías, Washington le
entregó a La Habana una lista de 53 presos políticos cubanos cuya liberación
era de interés de la parte norteamericana. El gobierno cubano la aceptó, pero
la excarcelación de estos luchadores por la democracia no se hizo de acuerdo a
las normas del derecho penal, sino que se aplicaron procedimientos como la “libertad condicional” y la “licencia extrapenal”, por lo que en la
práctica continúan presos.
Así, el gobierno cubano no honró su compromiso.
La prensa oficial recibió órdenes precisas del
Departamento Ideológico del Partido Comunista para que no hiciera la mínima
alusión al caso del espía cubano preso en cárceles cubanas, de Alan Gross, y
mucho menos de los 53 presos políticos cubanos que fueron liberados.
Para la dictadura, los presos políticos son “no
personas”, no rezan en el escenario nacional. Las pocas veces que se refieren a
ellos, los tildan de “apátridas, mercenarios y contrarrevolucionarios, cuyas
actividades son alentadas y financiadas por el gobierno norteamericano”.
Por iniciativa de Joel Ortega Dopico, presidente del
Consejo de Iglesias, el 8 de
febrero, celebraron en la Iglesia Anglicana, ubicada en 6 y 13, en el Vedado,
un culto de acción de gracias a Dios por el regreso a Cuba de los tres espías.
En el trabajo titulado “Consejo de Iglesias de Cuba ratifica compromiso por la paz”,
aparecido en el periódico Granma, la periodista Amaya Saborit Alfonso expresa
algo que no es cierto cuando afirma que el Consejo de Iglesias de Cuba es “la
institución líder del movimiento ecuménico cubano”.
El término “oikoumenikos” significa “lugar o tierra
poblada como un todo”. Si nos ajustamos a ese significado, el Consejo de
Iglesias es todo lo contrario. De las 500 iglesias protestantes que funcionan
en Cuba, solo 56 forman parte del Consejo de Iglesias. La oficialista
institución evangélica cubana no mantiene vínculo alguno con la iglesia
católica y mucho menos con los cultos sincréticos afrocubanos, de los cuales el
gobierno solo reconoce a la la oficialista Asociación Yoruba.
Por tanto, resulta una burla hablar de ecumenismo en
relación con el Consejo de Iglesias, que es una sucursal de la Oficina para la
Atención a los Asuntos Religiosos del Partido Comunista, que dirige la
materialista Caridad Diego.
En el culto dedicado a la paz y al regreso de los
cinco espías, el fariseo Dopico, en el devocional, se atrevió a plantear que
los cinco agentes de la Inteligencia “han sido profetas e inspiración de cada
iglesia, que han regresado para comprometerse con la iglesia como hermano de
fe”.
Escribas y fariseos disfrazados con el manto de la
fe cristiana se prestan al vergonzoso juego que le impone la dictadura militar
de ignorar a los cientos de presos políticos que languidecen en las ergástulas
del terrible sistema penitenciario cubano.
Gracias a las gestiones del gobierno
norteamericanos, 53 de esos presos políticos fueron recientemente liberados,
pero dicha realidad, para el Consejo de Iglesias, que solo se interesa por los
agentes de la Red Avispa, esto nunca ha existido. Tal es su impiedad que callan
cobardemente ante las calumnias de los medios oficiales contra estos luchadores
prodemocráticos.
En el Evangelio de Mateo, en el versículo 23:2,
dice: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”. En el
Consejo de Iglesias de Cuba ocurre lo mismo: escribas y fariseos son los
encargados de dirigir el evangelismo oficial.
La celebración del culto dedicado a los 5 agentes de
la Inteligencia Cubana fue ordenado por Caridad Diego, que es en definitiva
quien dirige el Consejo de Iglesias.
En dicha eucaristía, como era de esperar, estuvo
ausente la justicia, la misericordia y la fe para todos aquellos que amen de
corazón a Jesucristo y a Dios, como se señala en Marcos 23:25.
Al resaltar como profetas a cinco pistoleros entrenados
y dirigidos por el Ministerio del Interior y seguir insistiendo en la
”injusticia cometida” contra ellos por el sistema judicial norteamericano, el
Consejo de Iglesias ha intentado lavar la sucia imagen del régimen, y dado la
espalda a las injusticias, atropellos y abusos que a diario comete contra el
pueblo cubano.
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