Compañeros
de Oración:
Perdonen
mi silencio durante nuestra última semana de oración por Cuba.
Esta
semana tocamos la séptima manera para lograr un cambio sostenible en Cuba:
"El envío de obreros a las naciones."
Les confieso que nunca estuve muy convencido que el enviar nuestros misioneros
a otras regiones del mundo, podría ayudar a un cambio en Cuba.
Nuestra corta
visión--y porque no, nuestro egoísmo--nos hace pensar que primero debemos
cambiar a Cuba y luego seguir a las naciones. Tal vez esto se debe a nuestra
errada interpretación de Hechos 1:8: "Me
seréis testigos en. . ." Fijémonos que el texto dice "en tanto." Ahora entiendo que la
idea es: "En tanto estamos ganando a
Cuba para Cristo, podemos estar enviando obreros a las naciones." Y como es el mismo Espíritu quien dice cómo
debemos interceder, para esta última semana de oración, Él nos trajo hasta las
oficinas de la IMB en los EEUU,
para hacer que nuestro corazón pudiera latir junto a los que están yendo a las
naciones.
Nunca
pude imaginar el plan que nuestro Dios tenía para nosotros en esta última
semana de oración. Entre otras muchas experiencias, permítanme mencionar
algunas que estremecieron todo mi ser:
·
tocar con mis manos el baúl con las pertenencias de
la misionera Lottie Moon (1840-1912), esa pequeña mujer que aceptó el reto de
ir a China y dar su vida por amor a aquella nación.
·
arrodillarme frente al mapa mundi, donde el
presidente de la IMB, el
hermano Tom Elliff, clama por las naciones.
·
conversar con el equipo de estrategia global de
oración de la IMB, y orar junto a ellos por todas las naciones.
·
hacer una caminata de oración "virtual",
por las diferentes regiones del mundo no alcanzado.
·
contemplar una lista amplia de los héroes de la fe
de Hebreos 11, con el nombre de hombres y mujeres que murieron lejos de sus
casas, por llevar la buena noticia del evangelio: "de los cuales el mundo
no era digno".
·
para el viernes 6 de junio, el Señor me reservó un
asiento en el culto de comisionamiento o envío de 52 misioneros a las naciones.
Nada ha conmovido más mi vida que ver un grupo de jóvenes, matrimonios (algunos
con sus pequeños hijos), y aun ancianos, renunciando a su comodidad en los EEUU
para ir a los lugares más difíciles del mundo a llevar la buena noticia. Mi
corazón se estremeció al escuchar al hermano John Brady, Vice-Presidente para
Estrategia Global. El transmitía palabras de consuelo a los familiares de
aquellos misioneros que allí estaban, con lágrimas en los ojos, despidiendo a
sus hijos. No lo hacía como alguien ajeno al dolor de aquellos padres que
despiden a sus hijos. Lo hacía con el sentir de un hombre que también dispidió
a su hija cuando partió a las naciones. Al terminar el servicio, pude tomar una
foto junto a este hombre y su esposa. Ella me mostró la foto de su hija. Con
lágrimas en sus ojos me pidió que orara por ella. No pude decir el lugar donde
estaba, pues es una zona donde los cristianos son perseguidos. ¡Jamás podré
olvidar aquellos rostros! En ellos había gozo por la decisión de sus hijos de
obedecer el llamado de Dios. También había lágrimas conscientes del sufrimiento
y las necesidades a las que están expuestos, y la posibilidad real de no verlos
más aquí en la tierra. En ese momento entendí un poco más el amor de Dios.
¡Cuán grande es su amor para con nosotros, al punto que se desprendió de Su
Hijo, para que nosotros pudiéramos llegar con El!
Ruego
hermanos que nos unamos al clamor por las naciones.
Ruego
que en el 2015, en el Día de Pentecostés, al concluir nuestra 8va campaña de
oración por Cuba, podamos comisionar a un grupo de misioneros cubanos para ir a
las naciones.
Que
el gozo de la obediencia a Dios se mezcle con las lágrimas del dolor que
provoca la separación de aquellos que hoy son imprescindibles entre nosotros.
¡Extraña
manera de cambiar a Cuba!
¡Al dar, seremos bendecidos!
Pastor, José Enrique Pérez.
Nota
del Editor: Hemos recibido esta carta por correo electrónico que circula entre
cristianos de confesión bautista, consideramos de interés incluirla como post
en nuestro Blog.
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