marzo 19, 2011

Una ventana a la luz.

Cuán contrastantes son las palabras de Dagoberto Valdés Hernández, emitidas en el Editorial de la Revista Vitral Número Trece correspondiente a los meses de mayo y junio del año 1996, con las proferidas en su contra en el documental: “Las razones de Cuba. Mentiras bien pagadas”, televisado el lunes catorce de marzo en la televisión nacional donde se le llama, entre otros improperios: personajillo, mercenario y mentiroso, todo esto acompañado de una banda sonora con altos matices dramáticos que rayan en lo siniestro, con la intención de querer dibujar a la opinión pública nacional y extranjera a un ser despreciable, enemigo de la honestidad y de las buenas razones. Las palabras de Dagoberto, sin embargo, nos muestran a un ser humano muy lejano de todas estas calumnias, nos dibujan a un hombre de paz, conocedor del Evangelio y bien convencido de las razones que lo motivan a escribir y declararse opuesto al Sistema imperante en Cuba, pero siempre desde la óptica del respeto y el reconocimiento de quienes militan en la senda contraria a la que él ha elegido para transitar, textualmente sus palabras son las siguientes: “Diálogo es decir lo que pensamos y creemos sin hipocresías pero sin faltar el respeto al otro. Diálogo es debatir en lo que no coincidimos para comprender por qué discrepamos. Diálogo es proponer todas las alternativas que conllevan al bien común. Pero diálogo no es disimular lo que pensamos y creemos, ni coartar el debate de nuestras discrepancias, ni dejar de decir las discrepancias y las alternativas por miedo o por complacer a los demás…” (en: “La Libertad de la Luz, Compilación de editoriales de la Revista Vitral, 1994-2007, p. 86).
Foto a la derecha. Dagoberto Valdez y Pr Mario F Lleonart .
Es grande el contraste entre este hombre que aspira al diálogo, a la búsqueda de entendimiento, al debate, con la atmósfera densa del documental, donde se le trata de desprestigiar y eliminar la autenticidad de su pensamiento. Dagoberto busca simplemente el sitio en la sociedad cubana que como cubano le corresponde, aunque sus ideas no sean compatibles con las de la Revolución socialista, porque no nacemos ni revolucionarios, ni socialistas, somos simplemente hijos de esta tierra donde Dios nos puso y sea cuales fueren nuestras opiniones políticas, siempre seremos cubanos; nos propone además una ventana abierta a la luz, que aun cerrada permita que esta penetre por la transparencia de sus cristales a la sociedad y cultura cubanas, bien necesitadas de esta transparencia y luminosidad. De la parte oficialista el diálogo y el entendimiento están herméticamente cerrados, el reconocimiento a la libertad de pensamiento, a la espontaneidad y responsabilidad individual de alguien que se niega a seguir los preceptos ideológicos del Sistema queda totalmente descartado.
Dagoberto habla de respeto, a él se le irrespetó sobre manera en este material televisivo, habla de escuchar y de expresarse, el Gobierno por el contrario habla, pero trata siempre de silenciar las otras voces, la capacidad de los revolucionarios cubanos de oír es casi nula, solo escuchan sus propios criterios y argumentos, es como una guerra en blanco y negro, donde quedan eliminados los matices: los soldaditos buenos siempre son Fidel Castro y su séquito de seguidores; los soldaditos malos, todos los hombres y mujeres que disienten, estos son los mentirosos, mercenarios, mediocres, manejados por gobiernos extranjeros, intrigantes. Dagoberto cae entonces en esta lista negra de los soldaditos blancos y él con muchos más motivos, porque su buena letra, la honestidad y consecuencia de sus ideas, su valentía y capacidad de descollar lo han transformado en la diana codiciada por un régimen que no tolera a los soldaditos insubordinados que marchan contracorriente.
De todas formas este hombre de Dios está presto a perdonar a sus enemigos, a tratarlos con respeto, a no subestimarlos. Está presto a entregar todo su amor y sacrificio a su país. Seguirá en pos de la conquista de nuevas rutas para nuestro pueblo, donde mencionar las palabras, pluralidad, diálogo, democracia, entendimiento, libertad no sea más motivo de escarnio público. Un país donde la inteligencia y las buenas intenciones de personas como él sean reconocidas. Como el mismo Dagoberto dijera: “Debemos levantar las miradas de los rastreros intereses y mirar a los altos ideales, a las metas altas… a las luces nuevas que siempre llegan luego de las más cerradas oscuridades.” (En: La Libertad de la Luz, ídem. a la anterior cita).
Quienes gobiernan con mano dura a Cuba quieren desmoralizar y robar crédito a los que se les enfrentan sin miedo, sin hipocresías, ni caretas. Se niegan a reconocer la existencia de una oposición genuina, sin influencias foráneas, es más sencillo decir al mundo que aquellos que piensan diferente son pagados por gobiernos como el de los Estados Unidos, pero quien escudriñe en los escritos de Dagoberto Valdés podrá ver las razones de este cubano y hasta descubrir cuál es la verdadera Cuba, la que necesita con urgencia el cambio, un cambio regido y llevado a cabo por nosotros mismos, los dueños de esta tierra, los cubanos, unidos en el elevado empeño de conquistar una Patria con todos y para el bien de todos, sin discriminación de ideales políticos. Quiero entonces hacer llegar a Dagoberto y a todos los cubanos de buena voluntad estas palabras escritas por él mismo y que nos muestran al ser humano que realmente es: “Ánimo, la libertad de la luz ha iluminado siempre nuestras palmas. Así ha sido siempre en el amanecer. Así ha sido siempre luego del implacable ciclón tropical. Así ha sido siempre en Cuba”. (Idem a la cita anterior).
*Licenciada en Información Científico Técnica y Bibliotecología y Máster en Estudios Teológicos por FLET. Desempeña sus labores en la Iglesia Bautista de Taguayabón en Villa Clara Cuba junto a su esposo el Pbro. Mario F Lleonart B

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