Por: Orlando Fondevila.
Ya sabíamos de la pata que cojea Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal. Siempre nos han parecido más que sospechosos, más bien repugnantes, sus coqueteos con la tiranía que ha asolado a Cuba. Pero ahora, mostrando las "buenas relaciones" existentes entre la Iglesia Católica Cubana y la tiranía de los Castro, se ha confesado en Granma. Sí, el libelo comunista de Cuba sirve de atalaya de Su Excelencia. Consumada y explicada la traición a la feligresía católica. Monseñor de Céspedes diserta en Granma para mostrarnos su admiración por el Che. Sí, como lo oyen. Monseñor bendice a uno de los más grandes asesinos de la historia de Cuba. Monseñor nos invita a querer al hombre que disfrutaba, en sus madrugadas de La Cabaña, cuando escuchaba a los desdichados que había enviado a morir ante el pelotón de fusilamiento, exclamar en el minuto supremo: ¡Viva Cristo Rey!
Hay que comprender al asesino, nos pide Monseñor y escribe: "A la hora de juzgar los hechos de una persona, no deberíamos eludir las motivaciones que tuvo para realizarlos, para asumir una actitud ante la vida. El Che no es una excepción. Una cosa son los excesos que podría haber cometido en el marco de esa 'preocupación', y otra, de muy diverso carácter, las que cometen hombres y grupos por las sinrazones del egoísmo y la ambición desmesurada”. Ya ven, el Che mataba -Monseñor le llama "excesos que podría haber cometido"- cargado, eso sí, de buenas intenciones. ¡Infame!
El ilustre Monseñor nos hace una clarificadora declaración política: "El marxismo -afirma, no vaya a ser que le excomulguen- no era, ni es, mi orientación filosófico- política; pero tampoco lo era, ni lo es, el anticomunismo, más visceral que racional". Ante las dudas respecto al Che, Monseñor nos cuenta que pedía orientación a Manuel Piñeiro, con quien mantuvo una buena amistad. Tremendo, nada menos que Piñeiro, Barbarroja, responsable directo de decenas de miles de muertos por las guerrillas en América Latina. El siniestro jefe del Departamento América del PCC.
Finalmente, Monseñor concluye su deyección diciéndonos que "Tan coherente y radical, tan acerina fue su pasión, que lo llevó a la ofrenda de su propia vida. Y cuando un hombre entero llega a esos extremos, las discrepancias con él adquieren otro tono, pues tal hombre merece, no solo respeto, sino también admiración entrañable”. Leyendo a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal -¡que no se nos olvide ese nombre!- entendemos mejor la traición de la Iglesia Católica a la nación cubana. Ahora podemos comprender mejor la siempre obsequiosa actitud del Cardenal Ortega y Alamino con la dictadura; ya no hay secretos en la visita del Cardenal Bertone a Cuba y sus entrevistas a solas con Raúl Castro y con Machado Ventura; ya vemos con claridad porqué fue cerrada la Revista Vitral.
Monseñor de Céspedes y una parte importante de la cúpula eclesial cubana se han conjurado con la dictadura, a cambio de menos que un plato de lentejas. ¿O no? ¿Detrás estarán acaso intereses más gordos y nada celestiales? A los cubanos que queremos la libertad nos espera una batalla muy dura. Tan dura o más que la enfrentada en el pasado medio siglo. A los mezquinos intereses de la Unión Europea, encabezada en este asunto por la España de Zapatero; a la complicidad de la izquierda en todas partes, en primer lugar de la izquierda de Estados Unidos, encabezada por el obaminable (con increíbles apoyos de parte del exilio); a todo esto se le une la Iglesia Católica. Colosales enemigos. Pero que no duden, quedan cubanos de vergüenza.
Fuente: Patria Digital
Ya sabíamos de la pata que cojea Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal. Siempre nos han parecido más que sospechosos, más bien repugnantes, sus coqueteos con la tiranía que ha asolado a Cuba. Pero ahora, mostrando las "buenas relaciones" existentes entre la Iglesia Católica Cubana y la tiranía de los Castro, se ha confesado en Granma. Sí, el libelo comunista de Cuba sirve de atalaya de Su Excelencia. Consumada y explicada la traición a la feligresía católica. Monseñor de Céspedes diserta en Granma para mostrarnos su admiración por el Che. Sí, como lo oyen. Monseñor bendice a uno de los más grandes asesinos de la historia de Cuba. Monseñor nos invita a querer al hombre que disfrutaba, en sus madrugadas de La Cabaña, cuando escuchaba a los desdichados que había enviado a morir ante el pelotón de fusilamiento, exclamar en el minuto supremo: ¡Viva Cristo Rey!
Hay que comprender al asesino, nos pide Monseñor y escribe: "A la hora de juzgar los hechos de una persona, no deberíamos eludir las motivaciones que tuvo para realizarlos, para asumir una actitud ante la vida. El Che no es una excepción. Una cosa son los excesos que podría haber cometido en el marco de esa 'preocupación', y otra, de muy diverso carácter, las que cometen hombres y grupos por las sinrazones del egoísmo y la ambición desmesurada”. Ya ven, el Che mataba -Monseñor le llama "excesos que podría haber cometido"- cargado, eso sí, de buenas intenciones. ¡Infame!
El ilustre Monseñor nos hace una clarificadora declaración política: "El marxismo -afirma, no vaya a ser que le excomulguen- no era, ni es, mi orientación filosófico- política; pero tampoco lo era, ni lo es, el anticomunismo, más visceral que racional". Ante las dudas respecto al Che, Monseñor nos cuenta que pedía orientación a Manuel Piñeiro, con quien mantuvo una buena amistad. Tremendo, nada menos que Piñeiro, Barbarroja, responsable directo de decenas de miles de muertos por las guerrillas en América Latina. El siniestro jefe del Departamento América del PCC.
Finalmente, Monseñor concluye su deyección diciéndonos que "Tan coherente y radical, tan acerina fue su pasión, que lo llevó a la ofrenda de su propia vida. Y cuando un hombre entero llega a esos extremos, las discrepancias con él adquieren otro tono, pues tal hombre merece, no solo respeto, sino también admiración entrañable”. Leyendo a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal -¡que no se nos olvide ese nombre!- entendemos mejor la traición de la Iglesia Católica a la nación cubana. Ahora podemos comprender mejor la siempre obsequiosa actitud del Cardenal Ortega y Alamino con la dictadura; ya no hay secretos en la visita del Cardenal Bertone a Cuba y sus entrevistas a solas con Raúl Castro y con Machado Ventura; ya vemos con claridad porqué fue cerrada la Revista Vitral.
Monseñor de Céspedes y una parte importante de la cúpula eclesial cubana se han conjurado con la dictadura, a cambio de menos que un plato de lentejas. ¿O no? ¿Detrás estarán acaso intereses más gordos y nada celestiales? A los cubanos que queremos la libertad nos espera una batalla muy dura. Tan dura o más que la enfrentada en el pasado medio siglo. A los mezquinos intereses de la Unión Europea, encabezada en este asunto por la España de Zapatero; a la complicidad de la izquierda en todas partes, en primer lugar de la izquierda de Estados Unidos, encabezada por el obaminable (con increíbles apoyos de parte del exilio); a todo esto se le une la Iglesia Católica. Colosales enemigos. Pero que no duden, quedan cubanos de vergüenza.
Fuente: Patria Digital
1 comentario:
estimado orlando fondevila: más allá de la simple expresión de mi concordancia o no con su artículo "monseñor y el asesino" quisiera expresarle mi parecer con respecto a la actitud de sus críticas a la iglesia. concretamente pienso que cae usted en el mismo error que critica: "caer en extremismos". ni ernesto che guevara es lo suficientemente bueno como para ser invocado como "san guevara", ni los pecados de la iglesia cubana son tan graves como para considerarla traidora del pueblo. particularmente pienso que son los extremismos lo que más daño hacen y pueden hacer al futuro de todos los cubanos. gracias.
Publicar un comentario