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| ANCIANOS CUBANOS |
Desde el comienzo del mes, una serie de mensajes sobre
las personas de la tercera edad han sido abordados en los servicios dominicales
de la #IBNH a donde asisto. Para el próximo domingo estará efectuándose un
servicio especial en el cual estaremos participando “los viejos y viejas” de la
iglesia, y lo de viejos lo digo con especial cariño y admitido respeto.
El problema de la tercera edad es con mucho uno de los
principales problemas sociales que alcanza a los ancianos (as) estén donde
estén. Pero reviste especial importancia ante la apremiante realidad en #Cuba,
donde la extrema pobreza y el abandono son tal que toda una población sucumbe,
encerrada y viviendo en un Estado de calamidad pública.
Hoy leo una entrada [Rostros ancianos tras los
deambulantes en Santa Clara], escrita desde la capital de la provincia cubana
en la cual nací y viví buena parte de mi vida. Entre otras cosas, dice la nota:
“Son ancianos que alguna vez fueron maestros, obreros, campesinos o artistas;
hombres y mujeres que forjaron la Cuba de hoy, pero que ahora, en la fragilidad
de la vejez, enfrentan la mendicidad. En el Parque Vidal, un hombre de unos 80
años, encorvado y con ropas gastadas, recoge latas para sobrevivir. En el
bulevar, una anciana de mirada agotada abraza un cartón como único refugio. No
son solo “deambulantes”; son cubanos con nombres e historias que merecen ser
rescatadas del olvido”.
Pero ya están siendo olvidados y abandonados a su
suerte. Ante tanta desgracia, les dejo este breve poema que encuentro en las
redes sociales del poeta y trovador cubano José L García Díaz:
Cultivo
una prosa amarga
Por
esos tristes ancianos
Que
creyeron en tiranos
Y
hoy la muerte les aguarda
Cultivo
una prosa amarga
Por
la cruz de los engaños
Sufriendo
por tantos años
El
peso de la verdad
Y muriendo
en soledad
Sin nietos
ni cumpleaños.

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