noviembre 14, 2025

¿Como debe ser el gobierno de la Iglesia?

 


Con independencia de las confesiones de Fe que acompañan a los que comparten una común Fe en nuestro Señor Jesucristo, y la aceptación denominacional -Bautista- que sustenta nuestras dedicaciones en esta Fe que confesamos. La idea es asumir el cuerpo de creencias o doctrinas que nos acompañan desde que aceptamos esta Fe y la certeza de cuáles son nuestras creencias y prácticas.

La relación de principios de los bautistas tal y como los conocemos es un cuerpo o credo que algunas que se entrelazan entre sí y guardan relación. He leído algunas relaciones que asumen principios básicos y otros que agregan otros principios primordiales sin menoscabar los primeros.

Con la finalidad de ocupar los principios aceptados, y en relación con el gobierno de la Iglesia, mencionaré los otros términos muy similares.

El principio bautista que sustenta el gobierno de la iglesia es considerado como un principio sociológico. Esto es que, el gobierno u orden democrático es predominante. Otras precisiones lo nombran como gobierno congregacional, en tanto que, en otra relación de principios agrega el término, de la iglesia. Siempre hemos escuchado que este es un pilar del pensamiento y la Fe de los bautistas: El gobierno de la Iglesia ES congregacional. Por tanto, el gobierno eclesial de las iglesias bautista NUNCA es episcopal o presbiteriano.

El orden democrático considerado el cuarto principio de las iglesias bautistas forma parte de la herencia anabaptista. Es la auténtica implementación del “sacerdocio de todos los creyentes”. Las congregaciones anabaptistas del s. XVI no contaban con liderazgo profesional, formado en monasterios o universidades. Eran comunidades de mutualismo responsable y participación de todos los miembros en la vida de la iglesia. Pero este principio engendra una o quizás varias paradojas. En este contexto, asumimos que llegan las críticas a este tipo de gobierno “democrático”.  Estas son:

·         El ejercicio del poder congregacional, despierta todo tipo de sentimientos de animadversión de unos contra otros, y la iglesia se convierte en un sindicato, asociación etc.

·         Las decisiones congregacionales son un acto “teatral”, porque a fin de cuentas se hace lo que diga el miembro económicamente más poderoso, o el miembro que grita más fuerte, o el que se enoja más y asusta a todos.

·         Otros asumen que la iglesia debe ser “una teocracia y no una democracia”. Solo que, muchos de los que apuestan por la teocracia son los que dictan las órdenes y mandan como dueños, escondiendo tras la imagen del teócrata el control absoluto y tiránico de la iglesia.

·         La justificación principal presentada por un gobierno eclesial “vertical” , es que es eficiente. Esto es cuando en las iglesias existen un modelo empresarial y el pastor se erige en una especie de director ejecutivo de una empresa. Puede ser eficiente, pero no conveniente, toda vez que, muchas veces producen conflictos destructivos en una iglesia bautista cuyo gobierno congregacional ha sido debilitado.

·         Si se trata de una notoria jerarquía de los diáconos y ancianos que demandan más autoridad los efectos destructivos son los mismos.

·         En no pocas ocasiones el cuestionamiento al gobierno congregacional podría venir de unos pocos miembros de la iglesia que logran obtener mucho poder. Siempre y cuando unas pocas personas obtengan control, el gobierno congregacional se desvanece.

¿Qué podemos hacer para asumir como válido el principio por el cual el gobierno de la iglesia debe ser congregacional?

La clave para que las iglesias Bautistas alcancen el ideal bíblico del gobierno congregacional reside en la madurez espiritual y la fidelidad devota de sus miembros.

El gobierno congregacional efectivo no solo requiere de almas que hayan sido redimidas por la gracia de Cristo, sino que estén activamente creciendo en santidad. Quienes no han abrazado la salvación o se mantienen en inmadurez cristiana (haciendo eco de 1 Corintios 3:1-14) carecen de las virtudes necesarias para participar plenamente, pues no encarnan el sacerdocio de todos los creyentes ni la suficiencia del alma ante Dios. La participación efectiva en el cuerpo de Cristo demanda la humildad del siervo y un profundo compromiso de seguir la voluntad de Cristo como Señor (Filipenses 2:5-11).

No obstante, esta alta vocación se ve debilitada por desafíos terrenales:

La falta de fervor y asistencia a las reuniones deja un vacío de liderazgo, permitiendo que un pequeño grupo ejerza control sobre la vida de la iglesia, en lugar de la guía colectiva del Espíritu. Muchos creyentes simplemente carecen del entendimiento fundamental sobre el cómo y el porqué del gobierno congregacional bautista, lo que impide la toma de decisiones informadas y basadas en la fe. En esencial que, para el gobierno de la iglesia refleje verdaderamente la voluntad del Señor, la congregación debe ser una asamblea de creyentes maduros, activos y bien instruidos en su sana doctrina.

El gobierno congregacional es un modelo de organización eclesial de alta importancia que va más allá de un simple procedimiento interno.

La práctica del gobierno congregacional demuestra el compromiso de la iglesia con la autoridad de la Palabra de Dios. No seguirlo pondría en duda esta dedicación. Al dar voz a todos los miembros, afirma las doctrinas de que cada creyente es competente ante Dios y actúa como sacerdote. Un gobierno de una sola persona o un grupo selecto menoscabaría estas doctrinas.

El involucramiento de todos los miembros en el gobierno es clave para el desarrollo de su madurez cristiana. Les brinda oportunidades para ejercer su sacerdocio y los dones ministeriales dados por Dios (Efesios 4:1-15). La participación plena fomenta un sentido común de pertenencia y compromiso. Tener voz en las decisiones motiva a los miembros a cumplir con sus responsabilidades y a ayudar a ponerlas en práctica, contribuyendo a la vitalidad general de la iglesia.

El gobierno congregacional es esencial para la identidad bautista y crucial para el bienestar de la iglesia, sus miembros y la sociedad en general.

Para fortalecer esta convicción valiosa, las iglesias deben tomar medidas activas para superar los retos de participación. Esto se logra mediante la implementación de: delegación de decisiones y comités y reuniones congregacionales periódicas donde todos los miembros puedan expresarse y votar.

De esta manera, se conservan las bases del gobierno congregacional y se permite a cada miembro participar activamente en la preservación y enriquecimiento de esta convicción fundamental, que está estrechamente ligada a otras enseñanzas bíblicas.

El gobierno congregacional es un principio profundamente evangélico, espiritual y cristiano que va mucho más allá de la mera administración y las sesiones de negocios. Su esencia radica en la participación activa y el ministerio de cada miembro dentro del cuerpo de Cristo, convirtiéndose en un principio litúrgico que impulsa a hacer la obra del reino de Dios con gozo.

El gobierno congregacional destaca que cada miembro es responsable directo ante Dios por la iglesia, tiene un trabajo que realizar en la comunidad de Fe y es un servidor por amor al Señor.

La práctica efectiva y sana del gobierno congregacional depende intrínsecamente de la previa comprensión y aplicación del principio de la membresía regenerada. Intentar practicar el gobierno congregacional sin tener un fundamento de miembros verdaderamente comprometidos es un error que contraviene las reglas fundamentales de la Fe bautista.

El gobierno congregacional es expresión de la Fe donde la responsabilidad, el sacerdocio de los creyentes y el ministerio activo de cada individuo se manifiestan, pero siempre debe estar arraigado en una membresía espiritualmente regenerada.

Mantengámonos en oración por la Iglesia, es mi exhortación y pedido.  

Fuentes consultadas:

·         Los principios bautistas en clave anabaptista

·         Gobierno eclesial congregacional: un desafío

Eloy A González [14 de noviembre de 2025]

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