Con independencia de las confesiones de Fe que acompañan a
los que comparten una común Fe en nuestro Señor Jesucristo, y la aceptación denominacional
-Bautista- que sustenta nuestras dedicaciones en esta Fe que confesamos. La
idea es asumir el cuerpo de creencias o doctrinas que nos acompañan desde que aceptamos
esta Fe y la certeza de cuáles son nuestras creencias y prácticas.
La relación de principios de los bautistas tal y como los
conocemos es un cuerpo o credo que algunas que se entrelazan entre sí y guardan
relación. He leído algunas relaciones que asumen principios básicos y otros que
agregan otros principios primordiales sin menoscabar los primeros.
Con la finalidad de ocupar los principios aceptados, y en relación con el gobierno de la Iglesia, mencionaré los otros términos muy
similares.
El principio bautista que sustenta el gobierno de la
iglesia es considerado como un principio sociológico. Esto es que, el
gobierno u orden democrático es predominante. Otras precisiones lo nombran como
gobierno congregacional, en tanto que, en otra relación de principios agrega el
término, de la iglesia. Siempre hemos escuchado que este es un pilar del
pensamiento y la Fe de los bautistas: El gobierno de la Iglesia ES
congregacional. Por tanto, el gobierno eclesial de las iglesias bautista NUNCA
es episcopal o presbiteriano.
El orden democrático considerado el cuarto principio de
las iglesias bautistas forma parte de la herencia anabaptista. Es la auténtica
implementación del “sacerdocio de todos los creyentes”. Las
congregaciones anabaptistas del s. XVI no contaban con liderazgo profesional,
formado en monasterios o universidades. Eran comunidades de mutualismo
responsable y participación de todos los miembros en la vida de la iglesia. Pero
este principio engendra una o quizás varias paradojas. En este contexto,
asumimos que llegan las críticas a este tipo de gobierno “democrático”. Estas son:
·
El ejercicio del poder congregacional, despierta todo
tipo de sentimientos de animadversión de unos contra otros, y la iglesia se convierte
en un sindicato, asociación etc.
·
Las decisiones congregacionales son un acto “teatral”,
porque a fin de cuentas se hace lo que diga el miembro económicamente más
poderoso, o el miembro que grita más fuerte, o el que se enoja más y asusta a
todos.
·
Otros asumen que la iglesia debe ser “una teocracia y no
una democracia”. Solo que, muchos de los que apuestan por la teocracia son los
que dictan las órdenes y mandan como dueños, escondiendo tras la imagen del teócrata
el control absoluto y tiránico de la iglesia.
·
La justificación principal presentada por un gobierno
eclesial “vertical” , es que es eficiente. Esto es cuando en las iglesias
existen un modelo empresarial y el pastor se erige en una especie de director
ejecutivo de una empresa. Puede ser eficiente, pero no conveniente, toda vez
que, muchas veces producen conflictos destructivos en una iglesia bautista cuyo
gobierno congregacional ha sido debilitado.
·
Si se trata de una notoria jerarquía de los diáconos y
ancianos que demandan más autoridad los efectos destructivos son los mismos.
·
En no pocas ocasiones el cuestionamiento al gobierno
congregacional podría venir de unos pocos miembros de la iglesia que logran
obtener mucho poder. Siempre y cuando unas pocas personas obtengan control, el
gobierno congregacional se desvanece.
¿Qué podemos hacer para asumir como válido el principio por
el cual el gobierno de la iglesia debe ser congregacional?
La clave para que las iglesias Bautistas alcancen el
ideal bíblico del gobierno congregacional reside en la madurez espiritual y la
fidelidad devota de sus miembros.
El gobierno congregacional efectivo no solo requiere de
almas que hayan sido redimidas por la gracia de Cristo, sino que estén
activamente creciendo en santidad. Quienes no han abrazado la salvación o se
mantienen en inmadurez cristiana (haciendo eco de 1 Corintios 3:1-14) carecen
de las virtudes necesarias para participar plenamente, pues no encarnan el
sacerdocio de todos los creyentes ni la suficiencia del alma ante Dios. La
participación efectiva en el cuerpo de Cristo demanda la humildad del siervo y
un profundo compromiso de seguir la voluntad de Cristo como Señor (Filipenses
2:5-11).
No obstante, esta alta vocación se ve debilitada por
desafíos terrenales:
La falta de fervor y asistencia a las reuniones deja un
vacío de liderazgo, permitiendo que un pequeño grupo ejerza control sobre la
vida de la iglesia, en lugar de la guía colectiva del Espíritu. Muchos
creyentes simplemente carecen del entendimiento fundamental sobre el cómo y el
porqué del gobierno congregacional bautista, lo que impide la toma de
decisiones informadas y basadas en la fe. En esencial que, para el gobierno de
la iglesia refleje verdaderamente la voluntad del Señor, la congregación debe
ser una asamblea de creyentes maduros, activos y bien instruidos en su sana
doctrina.
El gobierno congregacional es un modelo de organización
eclesial de alta importancia que va más allá de un simple procedimiento
interno.
La práctica del gobierno congregacional demuestra el
compromiso de la iglesia con la autoridad de la Palabra de Dios. No seguirlo
pondría en duda esta dedicación. Al dar voz a todos los miembros, afirma las
doctrinas de que cada creyente es competente ante Dios y actúa como sacerdote.
Un gobierno de una sola persona o un grupo selecto menoscabaría estas
doctrinas.
El involucramiento de todos los miembros en el gobierno
es clave para el desarrollo de su madurez cristiana. Les brinda oportunidades
para ejercer su sacerdocio y los dones ministeriales dados por Dios (Efesios
4:1-15). La participación plena fomenta un sentido común de pertenencia y
compromiso. Tener voz en las decisiones motiva a los miembros a cumplir con sus
responsabilidades y a ayudar a ponerlas en práctica, contribuyendo a la
vitalidad general de la iglesia.
El gobierno congregacional es esencial para la identidad
bautista y crucial para el bienestar de la iglesia, sus miembros y la sociedad
en general.
Para fortalecer esta convicción valiosa,
las iglesias deben tomar medidas activas para superar los retos de
participación. Esto se logra mediante la implementación de: delegación de
decisiones y comités y reuniones congregacionales periódicas donde todos los
miembros puedan expresarse y votar.
De esta manera, se conservan las bases del gobierno
congregacional y se permite a cada miembro participar activamente en la preservación
y enriquecimiento de esta convicción fundamental, que está estrechamente ligada
a otras enseñanzas bíblicas.
El gobierno congregacional es un principio profundamente
evangélico, espiritual y cristiano que va mucho más allá de la mera
administración y las sesiones de negocios. Su esencia radica en la
participación activa y el ministerio de cada miembro dentro del cuerpo de
Cristo, convirtiéndose en un principio litúrgico que impulsa a hacer la obra
del reino de Dios con gozo.
El gobierno congregacional destaca que cada miembro es responsable
directo ante Dios por la iglesia, tiene un trabajo que realizar en la comunidad
de Fe y es un servidor por amor al Señor.
La práctica efectiva y sana del gobierno congregacional depende
intrínsecamente de la previa comprensión y aplicación del principio de la
membresía regenerada. Intentar practicar el gobierno congregacional sin tener
un fundamento de miembros verdaderamente comprometidos es un error que
contraviene las reglas fundamentales de la Fe bautista.
El gobierno congregacional es expresión de la Fe donde la
responsabilidad, el sacerdocio de los creyentes y el ministerio activo de cada
individuo se manifiestan, pero siempre debe estar arraigado en una membresía
espiritualmente regenerada.
Mantengámonos en oración por la Iglesia, es mi exhortación
y pedido.
Fuentes consultadas:
·
Los
principios bautistas en clave anabaptista
·
Gobierno
eclesial congregacional: un desafío
Eloy A González [14 de noviembre de 2025]

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