De una manera u otra los que pasamos por la
UBEU [Unión Bautista de Estudiantes Universitarios] recordamos de solo
mencionarla a Ondina Maristany +. Esta destacada figura pública
y misionera muy recordada la conocí en un programa de la UBEU a finales de los
sesenta. En los noventa me invitaron a un inusitado con ella alrededor del año 1998
en una casa en La Habana; lo inusual fue que era un encuentro donde la mayoría eran exubeistas que se habían sumado a la Revolución. Después la encontré en una de
las iglesias qui en Fort Worth y hablamos brevemente; tenia algunas preguntas
para ella, pero la conversación se malogró. Ahora incluyo aquí este articulo
que encuentro en mi archivo y que , en su momento, me lo hizo llegar mi amigo
el pastor Robert Fricker +. [El Editor del Blog]
Ondina Maristany y la UBEU.
Por: Ariel Arias
Hay muchos que opinan que se
nace una sola vez, Nicodemos y yo sabemos que esto no es cierto. Se vuelve a
nacer cada vez que tenemos una experiencia impactante que resulta en un cambio
y visión de nuestra manera de actuar y pensar.
Yo, como todo ser viviente, nací
por primera vez el día que mi madre me trajo a este mundo, permitiéndome el
privilegio de ser cristiano de nacimiento porque este hecho ocurrió en el
pueblo de El Cristo.
Mi segundo nacimiento ocurrió
cuando teniendo solamente ocho años, sin la influencia de nada ni nadie, tuve
la visión de entender, aunque solamente fuera instintivamente, que la religión
que por tradición había heredado, no estaba en conjunción con lo que mi alma
sentía y navegando contra la corriente del poderoso mundo donde me desenvolvía,
comencé la búsqueda de mi propio mundo de la espiritualidad.
Mi tercer nacimiento fue un
parto prolongado cuyas primeras contracciones comenzaron a principios del año
1953 cuando durante un casual encuentro en la calle con mi amiga y compañera de
bachillerato Gisela Batista, esta me extendiera una invitación para asistir a
una reunión de un grupo llamado Unión Bautista de Estudiantes Universitarios
que estaban empezando a reunirse en un apartamento de la calle L de El Vedado,
residencia de su nueva consejera la Dra. Ondina Maristany. Estos encuentros
eran todos los martes. Con mucha curiosidad y poca expectativa, me presenté,
como había prometido, al lugar de la cita. Quedé muy gratamente impresionado
con este grupo pionero de ubeistas entre los que se encontraban según puedo
recordar: Claudio Lima(el presidente en esos momentos) Elsy Monté, Moisés
González, Iris y Mercedes Abella, Carlos Quintana, Pepe Romero, Jacinto
Rodríguez, Ramón Valdés. Luis Rodríguez,
Adolfo Sánchez Meana, César López, Hela Pagola. Silvia Rodés, Lidia Antúnez, Joel
Barrios, Ivo Sánchez, Juana Luz García, César Odio, Juan Vivar, Yolanda
Álvarez, Olga Montes, Manuel Ortiz (Goly),Rebeca Cartaya, Nohemí Brooks, Rubén y
Eduardo Bory, Josefina y Estefanía Herrera, Martha Fadhel, Severo Otero, Orlando
Rosel, Lidia Turner y seguramente algún otro nombre que se me escapa. Mas tarde
ese mismo año se añadieron Nelson Sosa, Irma Perú, Sara Vizcay y Nelson
Machado.
Este grupo era tan fraternal y alegre, que desde el primer día me
hicieron sentir parte de este, con el cual participé muy activamente hasta mi
graduación en 1960.
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Ondina Maristany |
Lo que resultó más
impresionante para mí fue el encuentro con la consejera a la cual solo conocía
por referencias por ser la hermana de Ena Maristany, esposa del Rev. Mario
Casanellas que fuera por un tiempo nuestro pastor en la Primera Iglesia
Bautista de Santiago de Cuba. La imagen que me había anticipadamente de ella
era la típica de las misioneras cubanas de la época, con poco o ningún
acicalamiento de la cara, pelo más bien largo, conservadoramente vestidas,
modestas sonrisas y dulces miradas. Cuál no sería mi asombro al enterarme de
que aquella joven que respondiera a mi llamado a la puerta dándome la
bienvenida con una amplia y alegre sonrisa, bonita, con su cara muy bien
arreglada, modernamente vestida, esbelta y de rítmico andar, era ni nada más ni
nada menos que la nueva consejera acabado de graduarse del Seminario Teológico
Bautista de Fort Worth, Texas, asignada para dirigir este importante naciente
grupo de la obra bautista cubana.
Para mí fue muy impresionante
el choque con esta recia personalidad, que no claudicaba cuando de hacer su
trabajo con eficiencia y rigor se trataba, que tenía la gran habilidad de saber
alternar muy bien su firmeza y fortaleza de carácter con el amor, la ternura,
siendo muy apasionada, con entrega total, cuando se le presentaba la
oportunidad de ayudar a otros en sus necesidades espirituales o materiales sin
importarle en lo absoluto su estatus social o religioso.
Enemiga acérrima de la
mediocridad y la mezquindad, cosa que tenía que tener bien claro todo aquel que
se desenvolviera cerca de ella para que su faena pudiera contar con su
aprobación. Daba muchas órdenes, pero siempre era la primera en realizar la
tarea más difícil, sirviendo de ejemplo a los demás.
Tenía un muy alto concepto de responsabilidad y avanzada visión en el
cumplimiento de las altas metas que ella misma se imponía al realizar la obra a
la cual había decidido entregar su vida.
Los sermones que más han
influenciado en mi vida no han sido los que he escuchado de grandes
predicadores, han sido los que sin palabras he recibido de Ondina.
Nunca se puede haber dramatizado mejor el pasaje bíblico de la
multiplicación de los panes y los peces que en su casa donde todo el que
llegaba comía, aunque esto por supuesto conllevaba la proporcional disminución
de las raciones de los demás siendo ella la que tomaba la menor parte, si
alguna. El hambre era un padecimiento crónico en ella aún en la época donde
había abundancia de alimentos en Cuba.
Su intenso trabajo y su
compulsivo amor por la lectura le quitaban muchas horas para dormir y
descansar. Sus mejores siestas son las que tomaba en las guaguas mientras se
desplazaba a los lugares donde tenía que acudir, con mucha frecuencia cuando
despertaba ya estaba muy lejos de la parada donde debía bajarse, también
aprovechaba cualquier lugar donde debiera esperar, aunque fueran cinco minutos
y si no había asiento, jugando con el equilibrio, echaba su pestañazo parada.
No tenía nada de ella, todo lo
compartía, en su casa lo único privado que tenía era su dormitorio, todo lo
demás era comunitario. Cuando nos visitaba desde Cuba yo le llevaba a las
tiendas para que comprara sus encargos, sacaba de la cartera una lista que
incluía plantillas de zapatos de todos tamaños, tallas de ropas para distintas
edades y sexos, recetas de espejuelos y medicinas, pero para ella nunca quería
nada.
Además de su trabajo en la UBEU
y el Seminario, donde enseñaba, atendía a una misión que la Iglesia El Calvario
de La Habana había comenzado en el parque Aguirre, a un costado del Stadium
Universitario, donde yo ya asistía. Con su llegada todo se movilizó, a su lado
no podía haber nada estático, haciendo que esta obra creciera, siendo necesario
de que nos mudáramos dos veces para espacios más grandes antes de que en un
tiempo récord, se convirtiera en la Iglesia Bautista William Carey y por su
diligencia tuviéramos como primer pastor al muy notorio Rev. Domingo Fernández
que en esos momentos pastoreaba la Iglesia Bautista de San José de Las Lajas
sin intenciones de moverse para ningún otro lugar.
La UBEU con ella a la cabeza,
crecía rápidamente en miembros, visitantes y actividades. Los programas de los
martes eran siempre de calidad y muy variados. Logró que nos diéramos a conocer
en el mundo no cristiano al integrar nuestro grupo a las sociedades culturales
juveniles cubanas auspiciadas por la UNESCO, habiendo ella en una ocasión y
Hela Pagola en otra, representado a Cuba en congresos internacionales y
tuviéramos participación en la exposición del Palacio de las Bellas Artes en La
Habana donde por unos días mantuvimos un quiosco ofreciendo información de
nuestra agrupación a miles de visitantes.
Los ubeistas estábamos
repartidos por todas las iglesias de la gran Habana ocupando casi siempre
posiciones de liderazgo.
Se empezaron las llamadas cruzadas misioneras, ocupándonos por un día
completo de todas las actividades de la iglesia que solicitara nuestra
presencia, hacíamos visitas puerta por puerta y a las personas en la calle
ofreciéndoles literatura e invitarle al servicio de la noche donde teníamos a
nuestro cargo la música y predicación. Tuvimos oportunidad de hacer este
trabajo en muchos pueblos y ciudades de las seis provincias cubanas.
Todos los domingos en la tarde sosteníamos un servicio en el Hospital Universitario
“Calixto García” en un local grande autorizados por la administración donde
reuníamos los pacientes que pudieran movilizarse y a los que no, los íbamos a
visitar cama por cama.
Se creó un departamento de asistencia social donde brindábamos ayuda a
pacientes y familiares de los mismo, especialmente a los que venían de lugares
distantes de la capital.
Cuando estuvo terminado el
nuevo edificio que los hermanos bautistas del sur de Los Estados Unidos habían
aportado el dinero para su construcción, empezamos a vivir bajo el mismo techo,
Ondina, el administrador y los ubeistas varones. Este mayor acercamiento hizo
que nos conociéramos mejor por compartir más tiempo juntos.
Al triunfar el nuevo gobierno en 1959, se creó un nuevo ministerio en el
país llamado de Asistencia Social, la ministro nombrada para ocupar este cargo
había sido profesora de Ondina en la Universidad, conociendo muy bien su
preparación y capacidad de trabajo, le ofreció un alto cargo el cual ella de
inmediato rechazó porque a ella solamente le interesaba su trabajo de
misionera, siendo nosotros que bajo el argumento de que desde esa posición ella
iba a tener la oportunidad de ayudar a los más necesitados y orando, que
finalmente aceptó con la condición que lo haría tan solo por un año.
Durante este último período
hasta que ella decidió irse a misionar en las montañas de la provincia de
Oriente, los que tuvimos el privilegio de estar más cerca de ella, aprendimos
mucho de esta energética e inolvidable mujer que tanto influenció en la vida de
nosotros y de los miles de personas que tuvieron la suerte de conocerle.
Fuente: Archivo
del Editor del Blog Religión en Revolución. En su momento, cortesía del Pastor
Robert Fricker +.