Por: Pbro.
Mario Félix Lleonart Barroso.*
La
Navidad es también la historia del mesón lleno y del establo como único lugar
para que naciera el niño. Es también la del totalitario Herodes que incurrió en
un genocida infanticidio, se extiende al episodio del niño Jesús refugiado con
su familia en Egipto…,
De
este tema ya bastante escribí en dramas que representé en nuestras iglesias en
Cuba cuyas fotos y videos no sé si algún día recuperaré pues se encuentran,
junto a los propios dramas escritos, en manos del aparato policial de la
Seguridad del Estado cuando confiscó nuestras laptops el 21 de junio de 2014.
Tal vez cualquier día hasta me entero que los guiones que escribí están siendo
montados por grupos de teatro en cuarteles del MININT o el MINFAR en Cuba. Ya sabemos que los árboles de Navidad
más grandes que se han colocado en Cuba, tras largos años de prohibición de las
festividades, fueron los del Comité Central del PCC, aunque este año
particularmente parece que no los han puesto. En uno de aquellos dramas hasta
me atreví a representar mi propia versión para Cuba del clásico ¨Cuento de Navidad¨ de Charles Dickens.
El
establishment cubano tendrá sus razones para dejar este año al árbol de Navidad
fuera de sus adornos de la temporada, casi arrojándolo por completo a la
iniciativa privada que desde hace algún tiempo intenta ser su mejor pulsador,
aunque a veces parezcan cohabitar juntos. Yo tampoco este año he armado
arbolito. Y no se debe a razones de índole ideológica o religiosa como algunos
que desde hace años la emprenden contra una tradición donde también pulsan
cristianismo y paganismo desde el mismo origen de la festividad, tal vez ni yo
mismo pueda explicar las razones de cómo incluso teniendo chicos en casa no me
motivé este año, aun teniendo disímiles posibilidades de conseguirlos de
diversos tamaños, luces y colores (ni siquiera nos motivamos a colocar una
guirnalda, ni luces dentro o fuera de casa). Es contraproducente cuando en Cuba
hubo años en que sin condiciones llegué a cortar simplemente una rama de pino
que llené con adornos de papel preparados por mí mismo.
Hasta
algunos hermanos de la iglesia se han sorprendido de que su familia pastoral no
haya puesto este tipo de adornos alegóricos. En nuestro barrio nuestra casa
contrasta sin adornos con todas las del vecindario, aunque tal vez muchos de
nuestros vecinos ni siquiera visitan nunca alguna iglesia. No sé qué responder
a los hermanos de la iglesia que por simple curiosidad me han preguntado. Es que tal vez las razones escapen hasta a
nosotros mismos, y digo nosotros pues cualquier otro miembro de nuestra familia
podía haber tomado la iniciativa que ninguno de los otros le habría quitado,
pero nadie lo hizo y pareciera que es que a todos nos ocurra lo mismo. Y el denominador común de todos en casa, y precisamente
nuestro contraste con los demás hermanos de la iglesia, y absolutamente con
todos en el barrio, es que somos cubanos.
Tal
vez en nuestro subconsciente pesa demasiado el hecho de saber que nuestros
padres, abuelos, hermanos, allá lejos en la isla continúan sobreviviendo con
tantas libertades pisoteadas; sin certeza de que hayan podido preparar algún
plato especial para estos días de fiesta; sin tal vez la posibilidad incluso de
colocar un árbol; y sea el espíritu de ellos el que se prolongue en nosotros en
la distancia. El hecho de saber que nuestra gente en Cuba vuelve a vivir otra
navidad sin libertad y sin comida nos impide disfrutar las nuestras plenamente.
Pero
no podría decirse por ello que no reine en nosotros el espíritu navideño. Ayer
hablé de esto en mi sermón dominical cuando abordé la otra Navidad, no la de
risas, canciones y colores, sino la otra, quizás le haya aguado la fiesta a
alguien, aunque no era mi propósito, pero no hablé del muy conocido Nunc dimittis de Simeón en Lucas
2:29-32, sino de lo dicho por él más adelante, en tono mucho más bajo, tal vez
solo al oído de María, otras palabras menos populares y difíciles de digerir,
pero tan reales como las primeras: ¨He
aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y
para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu propia alma), para
que sean revelados los pensamientos de muchos corazones¨ (Lucas 2:34-35).
Puede
ser que muchos amigos y hasta familiares se hayan extrañado de mi falta de
comunicación en un día tan especial. No
es que les hubiese olvidado, ni mucho menos que no pasásemos un día
extremadamente navideño. Por el contrario, es que le cedí todo el Día de
Navidad mi teléfono a mi hija Rachel de 9 años, ella pasó feliz toda la jornada
hablando con otra niña cubana refugiada como ella en otro punto distante de
USA. Fue la manera en que ambas, sin otros niños a su alrededor, pudieron pasar
primero literalmente horas conversando, y luego jugando como si estuvieran lado
a lado a través de Roblox. La otra niña refugiada cubana en este momento está
de homeless con su mamá, pasando juntas las que tal vez sean una de las peores
navidades de sus vidas. A diferencia de Rachel la otra niña no vino a USA
acompañada de ambos padres, ni siquiera con algún otro hermano, solo con su
madre soltera a quien se le hace difícil obtener de momento un trabajo que no
choque con sus prioritarios deberes como madre, ni que le permita obtener el
dinero suficiente como para pagar una renta. En Cuba tenían su propio
apartamento pero la persecución en su contra les hacía la vida cada vez más
imposible, por lo que prefirieron venir de homeless, para empezar, a Estados
Unidos , que continuar viviendo todo el tiempo mancilladas a cambio de tener un
apartamento en Cuba.
La
vida de los refugiados cubanos como para la de cualquier refugiado de otro país
suele ser dura, sobre todo en los primeros tiempos, y especialmente si solo se
trata de una madre soltera y una niña, como sucede en este caso. Nuestra salida
es un exilio por más que el régimen nos despida de Cuba en un teatro mal
montado en el aeropuerto simulando que solo salimos de visita, y hasta se
molesta en recordarnos con ¨cortesía¨
que según su actual Ley migratoria ¨podemos
estar hasta dos años de viaje¨ -porque según el establishment que
desgobierna Cuba en ese país no existen ni presos, ni mucho menos refugiados
políticos; retórica que no solo los medios nacionales cubanos se encargan de
propagar sino que incluso hasta algunos medios norteamericanos amplifican. Mi
familia, llegada como refugiada a los Estados Unidos en agosto de 2016 ha
tenido entrevistas con algunos de estos medios que luego nunca fueron
publicadas por contradecir sus discursos desinformativos.
Los
refugiados cubanos no somos tan populares como los sirios o iraquíes, y
nuestras realidades de origen podrán ser bien diferentes, pero somos tan
refugiados unos como los otros, aunque esto no le encaje a medios como CNN: en
noviembre de 2016 fuimos entrevistados para el show 'United Shades of America' de Kamau Bell para su capítulo 'Inmigrants and refugees', pero no nos
incluyeron. En julio de 2017 se tomó el trabajo de venir a nuestra propia casa
un equipo de NPR, aparté mi tiempo y dediqué dos horas, pero tampoco ellos
escucharon lo que querían oír, recuerdo todavía la cara de espanto de la
productora cuando puse el ejemplo del pastor Ramón Rigal que no quería que sus
hijos fuesen más a la escuela porque allí les obligan a gritar ¨Pioneros por el comunismo, ¡Seremos como el
Ché!¨. Y el rostro de la periodista no se desfiguró por lo que le conté que
obligaban a hacer a los hijos del pastor, sino porque yo me atrevía a
cuestionar a uno de sus íconos, el Ché Guevara. No me extrañó que dos semanas
después me avisaran que habían perdido el tiempo pues el audio no se había
grabado y no podrían publicar nada. Un importante medio cristiano al que
dediqué mi mañana del viernes 17 de noviembre para una entrevista en sus
estudios en DC y al cual di la primicia del secuestro al que todavía se
encuentra impunemente sometida la Oficina de la Junta de Misiones de la
Convención Bautista Occidental todavía no ha publicado ni un minuto.
La
Navidad es también la historia del mesón lleno y del establo como único lugar
para que naciera el niño. Es también la del totalitario Herodes que incurrió en
un genocida infanticidio, se extiende al episodio del niño Jesús refugiado con
su familia en Egipto dando inmediato cumplimiento a las advertencias proféticas
que diera el anciano Simeón a María. Pero así como esas circunstancias
transitorias convergieron en el cumplimiento de los propósitos divinos para
traer luz a las tinieblas; también en nuestras historias se manifestará la otra
Navidad de gozo y paz. Porque como bien nos demostrará el Niño, en la cruz,
luego del quebrantamiento viene la exaltación.