Socorred al cubano que huye, tal vez nos alcance
la misericordia.
Hace algún tiempo escribí para un periódico local un artículo
sobre una mujer mexicana que socorría a las personas que huían del inminente
peligro de un huracán que se aproximaba a las costas de Texas. Esto lo hacía
con aquellas personas que se encontraban varadas en la I-45, una conocida y transitada autopista
de Texas .Allí les llevaba agua y alimentos calientes. “Salid a encontrar al
sediento; llevadle agua…, socorred con pan al que huye” Isaías 21: 14. Así
terminaba aquel artículo:
Tengo mala memoria, pero ahora si recordé algo que leí y quiero compartirlo
con Uds.: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran
misericordia”. ¡Ahora si la cita está completa! Pienso si María Juárez en algún
momento de su vida llego a leer, o leerá esta palabra, las de la cita claro.
Es en ocasión de la reciente decisión del gobierno
norteamericano y la realidad de cientos de compatriotas cubanos que se
encuentran varados en la frontera México-EEUU, que encuentro el siguiente artículo
que quiero compartir con usted y, sin agregarle
opinión alguna, serán ustedes los lectores los que juzguen:
Encuentran cubanos libertad en Laredo
Cubanos en Libertad apoya a decenas de refugiados que
escapan de Cuba y necesitan ayuda inicial para estabilizar su vida
Por Marcelo Reyes
LAREDO, TX, 04/12/2014.- La historia de “Cubanos en
Libertad” comienza mucho antes de que las oficinas de esta organización fueran
abiertas a menos de 10 pasos del Puente I, por Calle Pedregal.
Olga Garza, una mexicana que emigró a Estados Unidos hace
varios años, notó durante su empleo como taxista de Laredo que había una gran
población cubana necesitada de ayuda, a pesar del Programa de Refugiados.
Así que ella comenzó a llevar hombres y mujeres que
necesitaban aventón al aeropuerto sin cobrarles el pasaje completo; después los
llevaba y además los invitaba a comer; y luego les dio refugio en su
departamento para que se bañaran, se cambiaran de ropa y durmieran un poco.
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Olga Garza |
Poco a poco, Olga se ganó el repudio de sus compañeros
taxistas porque ella prefería ayudara a otros que no fueran mexicanos. Ellos
desconocían que durante su estadía en Minnesota apoyó a gente de muchas
nacionalidades al trabajar como voluntaria en organismos civiles.
Luego de que los mismos compañeros la echaran del lugar,
doña Olga se asoció con su esposo y otro mexicano con residencia estadounidense
para levantar todo un refugio para aquellos que prefirieron arriesgar su vida
en el mar saliendo de Cuba que seguir viviendo bajo lo que ellos llaman “una
dictadura peor que la de Batista”.
Pero todo el esfuerzo económico ha salido de su parte.
Ella y sus socios invierten casi todo lo que ganan en mantener a flote este
proyecto. Hasta quedarse incluso sin comer para ellos mismos.
En cuatro meses, entre los tres socios han invertido más
de 14 mil dólares en mejorar las instalaciones de este nuevo lugar, además de
comida y otro tipo de asistencia para todos los cubanos que solicitan llamadas
telefónicas, conexión a internet o incluso un aventón a “la guagua”, que es el
autobús.
De hecho, a partir de “Cubanos en Libertad”, se formó
otra organización llamada “La Cubanísima USA”: un servicio de transporte
autónomo que se encarga de transportar a todos los cubanos que lo necesiten
hacia Florida, cobrándole un porcentaje del pasaje o incluso, sin cobrarles un
solo dólar.
El conductor de una Van de “La Cubanísima” es un
refugiado que llegó a Estados Unidos hace siete años, luego de que la dictadura
de Fidel Castro lo metiera en la cárcel varias veces por rebelarse contra el
gobierno revolucionario.
Hoy, gracias al favor que le hizo un comerciante, la
renta de este nuevo local saldrá poco a poco, mientras la voz se corre entre
los isleños que sufren de maltrato dentro de las oficinas de la Patrulla
Fronteriza, según le cuentan ellos a Olga.
Al menos 10 cubanos llegan a este lugar para buscar algún
apoyo y quedarse en hogar de libres y tierra de valientes; algunas veces hasta
30 o incluso 50. La mayoría con miedo de ser fotografiados o incluso vistos por
alguna autoridad. Se les olvida que al llegar a Estados Unidos, ya se pueden
considerar libres.