mayo 18, 2007

La brujería siempre ha sido un ingrediente básico en la pócima del castrismo.

Bururú, barará, ¿cómo está Fidel?
Por. Miguel Cossio.
La brujería siempre ha sido un ingrediente básico en la pócima del castrismo. Al principio encarnó en los cuerpos y en las mentes de Celia Sánchez y René Vallejo, secretaria ella y médico él, de Fidel Castro.
El comandante Vallejo era espiritista y Celia militaba en la santería con disciplina y devoción revolucionaria. Era hija de Yemayá y le daba al asunto en la mismísima costura. Ambos murieron hace años. Pero sus aficiones por la superstición siguen siendo todavía un elemento vital en el ajiaco político cubano. Lo prueba la reciente y cuarta visita a la Isla del gobernante de la pequeña república de Gambia, Yahya Jammeh, conocido a nivel mundial como el presidente curandero.
Yahya Abdul-Aziz Jamus Junkung Jammeh, como se llama ahora, aterrizó en La Habana la semana pasada y lo primero que declaró a la televisión oficial fue ''vengo a visitar a mi hermano Fidel''. ''Como gran amigo de Africa, nosotros, los revolucionarios de Africa, estamos obligados a visitarlo y ofrecerle nuestro apoyo'', dijo.
Jammeh, un ex teniente de la policía militar de Gambia, trabó amistad con Castro tras hacerse del poder en julio de 1994 por la vía de un incruento golpe de estado, que derrocó a Dawda Jawara. Pero ése no fue el acto que lo catapultó hacia los reflectores de la prensa internacional, sino sus prácticas oscurantistas para sanar enfermedades.
El hombre ha asegurado que puede curar el sida los jueves y el asma, los sábados. Su remedio sanatorio consiste en dos plátanos, una bebida amarga de color entre amarillo y marrón, y una pasta verde con la que embarra a los enfermos, y que obtiene de siete hojas de hierbas aromáticas, tres de las cuales no crecen en Gambia. El rito contempla, además, la lectura de pasajes sagrados del Corán.
Como su método es infalible, Jammeh no admite cuestionamientos de ninguna índole y por ello expulsó en febrero a la representante de la ONU en el país, la doctora Fadzai Gwaradzimba, quien puso en duda las habilidades del dictador para curar el vih-sida.
Antes de ser expulsada, Fadzai llamó a los más de 20 mil gambianos afectados con el virus a que no cambiaran el tratamiento médico antirretroviral por el supuesto brebaje mágico de Jammeh, contenido en botellas de sirope de chocolate y publicitado a toda hora por la televisión oficial de Gambia. Por cierto, Gambia no tiene prensa libre.
No sabemos si Jammeh vio o no a Castro o le dejó con Raúl, con quien sí estuvo, una botellita de su extraño brebaje, que receta a troche y moche a los gambianos. Fidel lo que tiene es Alzheimer o Parkinson, según la CIA, o males de las tripas, según el gallegón García Sabrido.
Es curioso que Cuba reciba con honores de Estado a un curandero, cuyos métodos poco científicos son rechazados por la ONU. Mientras, Brasil se enfrenta a las transnacionales farmacéuticas y libera las licencias para producir medicamentos genéricos contra el sida. Es la confrontación abierta de dos visiones políticas. Castro critica a Brasil por el tema del etanol. Pero se arrima a un yerbero.
¿De dónde vendrá este amor brujo castrista? Walterio Carbonell, amigo de Castro en la juventud, contó al escritor Luis Agüero que Fidel decía que le habían hecho el santo Aggayú, cuando estaba en el vientre de su madre, Lina Ruz. Atavismos de su abuela materna.
Verdad o no, después de 50 años, ¿quién puede negar cierto hechizo de Castro sobre la nación cubana? Bururú, barará. Jammeh y Fidel. Con gorro blanco, mejunje y tamborcito africano. Los cocos van por Cuba. Así de trágico.
Foto del Presidente curandero.

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