diciembre 18, 2025

MÁS ALLÁ DE UNA PALABRA EXTRAÑA

 

La palabra “Hamartiología” suele resultarnos extraña, confusa y hasta distante. Definirla simplemente como “el estudio del pecado” parece restarle importancia a un fenómeno que define gran parte de la experiencia humana. Al intentar encerrar en una sola palabra algo tan profundo y complejo, corremos el riesgo de caer en interpretaciones superficiales o incluso oscuras.

Sin embargo, cuando analizamos la realidad detrás de este término, descubrimos que no se trata de conceptos abstractos, sino de situaciones que afectan la vida y el testimonio de la iglesia.


Como menciona Gálatas 6:1, el pecado es algo en lo que uno puede ser "sorprendido" o atrapado. No es solo un error aislado, sino un ciclo del que la persona no puede salir por sí misma, requiriendo la restauración amorosa y humilde de los demás. El alcance del pecado incluye también la confusión y la falta de respeto hacia lo sagrado, algo que puede incluso llevar a la exclusión de la comunidad para proteger la integridad de la fe.

Cuando el comportamiento dentro de la iglesia es incluso más bajo que los estándares del mundo, el pecado deja de ser un asunto privado. Se convierte en una sombra que apaga el "candelabro" del testimonio cristiano, afectando la luz que la iglesia debe dar al mundo.

Estudiar este tema no es un ejercicio académico vacío. Es entender cómo el mal puede atrapar a una persona, distorsionar la verdad y dañar el reflejo de Dios en la comunidad, para así saber cómo actuar con justicia, mansedumbre y la urgencia de restaurar la luz.

La hamartiología es el estudio del pecado: su origen, sus efectos en la humanidad y sus consecuencias eternas. El pecado significa “no dar en el blanco” de la justicia de Dios (Romanos 3:23).

La Biblia lo define como transgresión de la ley (1 Juan 3:4) y rebelión contra Dios (Deuteronomio 9:7). Todos heredamos el pecado desde Adán (Romanos 5:12), y aunque algunos pecados parecen más graves que otros, todos conducen a la condenación eterna (Romanos 6:23). La dificultad surge en discernir lo que es pecado en áreas no mencionadas explícitamente en la Escritura.

Aunque estudiar el pecado puede parecer negativo, es esencial porque nos recuerda que somos pecadores por herencia, imputación y elección personal, nos muestra por qué Dios debe juzgar el pecado y señala la única solución: el sacrificio expiatorio de Cristo Jesús.

Solo al comprender la profundidad del pecado podemos valorar la grandeza del amor de Dios, quien nos justifica gratuitamente por su gracia en Cristo (Romanos 3:23-24).

Si esta palabra, hamartología, es un poco extraña y confusa, esperen a que tratemos el tema de la hamartofobia.

Recopilación y texto Eloy A González  [18 de diciembre de 2025]

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