Erba della mia erba. Adriana Zarri (1919-2010)
El libro finaliza con sus recuerdos de una época feliz; aunque grande es,
en verdad, su lamento por la ermita de il Molinasso y por su proyecto de una
vida eremítica, a la que fatigosamente había conquistado:
“Las realidades nacen
y mueren; y cuando ellas no quieren morir ya no son más aquellas, pues se van
degradando. Es también mejor que entierre esta vida mía conmigo, y que venga
aquí quien quiera venir; o mejor que no venga nadie. Pero il Molinasso morirá dulcemente,
abrazado por las zarzas. Aquí se dan el agrietamiento y el desmoronamiento de
las paredes, el colapso y la caída de sus techos; el cielo se ríe desde arriba
y el sol se desploma en su interior, mientras el viento juega con las puertas
que se agitan […] Cuando ya todo se haya venido abajo, las ruinas florecerán y
vivirán en todas partes: en la hierba, en la espesura de los espinos, en el
refugio de los topos y en el meneo de las lagartijas […] La muerte es la vida.
Y en el invierno la nieve disminuirá como la angustia al morir, preparando así
el marzo de las prímulas”.
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Il Molinasso de Adriana Zarri |
No me vistan de negro:
es triste y fúnebre.
No me vistan de
blanco:
es soberbio y
retórico.
Vístanme
de flores amarillas y
rosas,
y con alas de pájaros.
Y tú, Señor, mira mis
manos.
Quizás haya una
corona.
Quizás
haya una cruz.
O algo equivocado.
En mis manos tengo
verdes hojas
y sobre la cruz,
tu resurrección.
Y sobre la tumba
no pongan un frío
mármol
con las mentiras
habituales
que consuelan a los
vivos.
Dejen solo la tierra,
que ella escriba, en
la primavera,
un epígrafe de hierba.
Y así dirá
que he vivido,
que he esperado.
Y escribirá mi nombre
y el tuyo,
juntos como dos bocas
de amapolas.
Fuente: Solitarios en
silencio [Blog]
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