marzo 04, 2019

El gobierno cubano silencia la ayuda prestada por las iglesias a las víctimas del tronado que azoto en La Habana.


Gobierno silencia ayuda de iglesias a víctimas del tornado. ¡Y se auto alaba!
En aquellos territorios de los habaneros barrios de Luyanó y de Santos Suarez, devastados por el tornado del 27 de enero, las iglesias católica y bautistas repartieron a las víctimas: raciones, alimentos, agua, ropa, velas, juguetes y jabón; desde el día siguiente al desastre. Dos días después, el Estado, colocó quioscos para vender alimentos y agua.
No fue visible la Cruz Roja Cubana, organización que se supone podía haber funcionado como red de ayuda.
Pero la prensa plana, televisiva y radial, monopolio del Gobierno, no ha publicado nada sobre esta labor de las iglesias, dedicando gran espacio a alabar al Gobierno por su labor de ayuda. Lo cual, comentan e informan vecinos y fieles.
Los casi derruidos edificaciones de la  Iglesia parroquial de Jesús del Monte, su aledaño Centro de Lasalle y la Capilla de Nuestra Señora de La Guardia (que aún reparte ayuda) más la Iglesia M.N.McColl y el Seminario Bautista de la Convención Bautista de Occidente, se distinguieron en esta labor.
El “presidente” Díaz-Canel, declaró: “Tenemos suficientes recursos, no necesitamos ayuda capitalista”, declaración que indignó al público. Las autoridades dictaron y divulgaron en su prensa, que todas las donaciones había que entregarlas al Partido y al Gobierno.
Estas se almacenan en  un único almacén  en “Ciudad Libertad”, Marianao; punto muy distante del área del desastre y donde, según la información oficial, las clasificarían y distribuirían a los gobiernos locales.
También habilitaron una cuenta bancaria para donaciones nacionales y otra para donaciones desde el extranjero.
Vecinos perjudicados, opinan que hubo lentitud y rigidez y desorden burocrático en la reacción estatal.
En contraste, las iglesias ofrecen una red muy extensa y natural, con conocimiento de la población de sus territorios y una membresía que puede informar sobre los necesitados, lo cual les permite canalizar ayuda en casos de desastre.
Y, pese a rumores sobre entregas a quienes no lo necesitan y de que los voluntarios y sus amistades se benefician con ropa y comida; las iglesias  gozan de la confianza por parte de los donantes nacionales, extranjeros y los mismos vecinos y feligreses católicos que critican esos manejos. Confianza que no otorgan al Estado.
Pero la dictadura en su autobombo, celosa, no quiere iniciativas, ni que se destaque por su labor social institución alguna ajena y al decirle su “espejo mágico” que quedó en segundo lugar, a falta de mandarles a las iglesias “manzanas envenenadas”, las castiga con el silencio.

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