No sé qué
está pasando con algunas personas e instituciones en el mundo, pienso que
padecen de una especie de letargo que no
les permite percibir la realidad cubana, o simplemente se conforman con lo que
el antidemocrático gobierno del país les informa y dibuja. La Cuba profunda es
otra cosa, muy lejana a los informes y estadísticas que el desgobierno ofrece a
la opinión internacional. El simple hecho de ver a la nación sumergida en la
quiebra y el desequilibrio causados por
más de cincuenta años bajo el
mismo sistema, con gobernantes cuya extrema autosuficiencia les ha llevado
a creer que son dioses inmortales, todopoderosos e insustituibles, ya basta
para que el mundo libre comprenda que en la pequeña isla antillana, la
democracia y la libertad salieron al campo un día y al parecer no encuentran el
camino de regreso a casa.
Tampoco logro explicarme la razón por la que el
pueblo de Cuba no toma de las riendas y se libera de una vez y por todas de lo
que tanto le agobia. A las claras se puede percibir, solo hay que tener un poco
de buena vista, que el país sucumbe, que sus habitantes están descontentos del
diario vivir, aunque lamentablemente la respuesta a esta infelicidad sea la
alta tasa de emigrantes, de suicidios, de alcoholismo, de delincuencia, los
bajos índices de procreación que
resultan en una población envejecida, la
enajenación y el mutismo.
Hablar de
libertades en Cuba es casi doloroso, el monosílabo más recurrente es el No: No
libertad de expresión; No libertad de
prensa; No libertad de afiliación política o de partido (en un sistema
monopartidista); No libertad ideológica; No libertad de información; No
libertad de reunión o agrupación; y una
libertad religiosa muy entre comillas, donde la separación iglesia-estado solo
compete a la iglesia, porque el estado constantemente ejerce su dominio
injerencista sobre las diferentes denominaciones, asociaciones, etc.,
manipulando al liderazgo eclesial, siempre amenazante, chantajista, con aires
de superioridad. Realmente no sé a qué
le llaman separación iglesia-estado, cuando la primera es supervisada en todo por el segundo, cada paso que da, cada
decisión que toma. Continúan latentes además las interrogantes que el mismo
Benedicto XVI planteara en su reciente visita al país: ¿cuándo se devolverán en
su totalidad las instituciones que la Revolución en sus primeros años confiscó
a las iglesias?; ¿cuándo se podrán crear nuevas instituciones educacionales de
carácter religioso para que las actuales y futuras generaciones de creyentes se eduquen, no bajo
la doctrina del marxismo leninismo, sino bajo la enseñanza de la Biblia?
¿Cuándo las instituciones religiosas podrán abrir sus propios espacios radiales
y televisivos, tener sus publicaciones periódicas, imprentas, editoriales y
librerías? ¿Será que negar esto a las iglesias no es en buena medida ultrajar
la libertad de las mismas?
Foto a la derecha , pastores evangelicos en la UMAP
Por otro
lado sería interesante señalar que todos los elementos que privan a los
creyentes en Cuba de su genuina libertad, al ser restaurados, si lo fueran,
deben serlo para todos, sin distinción, incluyendo, como dijera Percy
Francisco Alvarado Godoy en su post: “Otra
falacia de Radio Martí…”, a las “diminutas e irrelevantes congregaciones
adscritas a la
Convención Bautista Occidental, así como al Movimiento Apostólico”, este último no
legalizado por el filtro censor del famoso Registro de Asociaciones del Comité
Central. La gran falacia radica, y créanme esto ya es más que “un lodazal de
mentiras”, en decir que en Cuba su
desgobierno, y cito al mismo autor antes mencionado: “jamás ha torturado o
perseguido a pastores religiosos por sus creencias, independientemente del
tamaño de sus denominaciones, su aislamiento o falta de una red de apoyo a nivel
nacional o internacional. “ Pienso que
el término, jamás, es demasiado amplio. Aunque claro este autor al que hago
alusión está siguiendo los pasos de su máximo guía, el hoy líder histórico de
la Revolución cubana, Fidel Castro, quien tuvo el impudor de declarar en la
entrevista “Fidel y la religión” que en Cuba nunca se había cerrado ningún
templo. En el pasado no muy lejano, a penas la década del 60 del anterior
siglo, los dictadores, por entonces enemigos acérrimos de la religión, crearon
los campos de concentración UMAP, a donde fueron a parar cientos de pastores y líderes
de iglesias. Muchos templos fueron literalmente cerrados, entre ellos el de la
Iglesia Bautista Ebenezer de Taguayabón, de la cual soy miembro. Los creyentes
no eran avalados para entrar a las universidades del país, muchos perdían sus trabajos si decidían
permanecer fieles a su fe. Los templos se vaciaron dando paso a la era de la
ideología comunista, con su carácter ateo y materialista, que en la versión de
Fidel Castro tomó aspecto de exterminador de la espiritualidad de un pueblo por
naturaleza creyente.
La tan
cacareada Constitución
cubana actual, a la vez manipulada por los dueños de todo en el
interior de la isla, dice en su artículo 8, reconocer y respetar la libertad de
conciencia y de religión, deberían si fueran honestos colocar una cláusula a
este artículo: solo si quien la profesa es revolucionario, practica el
fidelismo y ha aprendido a asentir a todo cuanto se le ordene por parte de las
instancias gubernamentales. La cláusula está implícita, aun cuando continúa
diciendo el artículo que las instituciones religiosas están separadas del Estado.
El artículo 55 expresa: que el estado reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y
religión. Sería reiterativo explicar esta gran mentira, un país donde quienes
piensan diferente ideológica y políticamente son encarcelados, detenidos
arbitrariamente, amenazados, repudiados y siempre bajo el mismo pretexto
difamatorio de que son asalariados del imperio o mercenarios. En el
egocentrismo atroz de los Castro y sus seguidores los “revolucionarios” no
caben las mentes diferentes, le temen a la pluralidad, como el temor que le
tienen los tiranos a los de fe verdadera y convicciones firmes.
De cualquier
modo y sin comprender aun qué pasa con quienes se proclaman libres en el
mundo, y con el pueblo cubano tan
carente de sus derechos más elementales, yo prosigo aquí dentro de la sofocada
Cuba y en esta “diminuta e irrelevante Convención Bautista de Cuba Occidental”,
para mí llena de tradiciones hermosas y una profunda historia de más de cien
años, con paladines de la fe como lo
fueron el muy cercano a Martí, Alberto J. Díaz, colaborador en las luchas
independistas contra la colonia española; Luis Manuel González Peña, quien en
el tiempo más oscuro de los creyentes en Cuba dijera a un funcionario que le
pronosticó el fin de las iglesias en el país, que habría iglesias para
rato, y otros. Creyendo en un Jesús que
no comulga con los poderosos egocéntricos de este mundo, sino con los de abajo,
con “las inmensas minorías” y que en
definitiva, fue seguido por muchos, para luego ser abandonado por la gran
multitud, incluyendo a sus discípulos, y que también fue crucificado por muchos
y aceptado por pocos.
*Profesora
en el Seminario Teológico Bautista Luis Manuel González Peña .Licenciada en
Ciencias de la Información por la Universidad de la Habana y Máster en Teología
por el Seminario Evangélico Los Pinos Nuevos y por la Facultad Latinoamericana
de Estudios Teológicos (FLET, hoy Laurel University).Apoya el trabajo profético
de su esposo el pastor Mario Félix Lleonart y ha publicado en pagina webs como, Religión en Revolución y Conexión cubana.
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