Las
caravanas a Cuba, que anualmente organizan los denominados Pastores por la paz,
obligan a pensar. En la de este año, la número 22, que ya cruzó la frontera
entre Canadá y los Estados Unidos, orquestaron el acostumbrado show mediático
con carteles alegóricos al bloqueo (en realidad embargo) y a los cinco héroes
(en realidad espías), brazos en alto con los puños cerrados, canciones de
combate y la trajinada bandera cubana en sus vehículos. La próxima frontera a
cruzar, después de recorrer en su tour 80 ciudades norteamericanas, recogiendo
artículos en desuso, será la de Estados Unidos con México, por el Estado de
Texas, donde repetirán el show.
Estos
Pastores parece que apuestan más a la propaganda, que a la ayuda humanitaria a
Cuba: en definitiva, por traer unos cuantos tarecos, se aseguran, además del
protagonismo mediático, un recorrido turístico por el territorio
norteamericano, un paseo por México, un viaje gratis a Cuba con los gastos
pagos, recibimientos por las organizaciones gubernamentales y cobertura por la
prensa oficial. ¡Qué más se puede pedir por una inversión tan pequeña!
Si los
primeros artículos que pretenden trasladar a Cuba los recolectaron en Canadá
(material médico, bicicletas y sillas de ruedas), ¿por qué no enviarlos
directamente desde este país? ¿Para qué enfrentar los trámites aduanales
(seguro que son mucho menos engorrosos y más baratos, que los de la aduana
cubana con cualquier simple viajero), tener que emplear vehículos y gastar en
combustibles y alimentación, trasladándolos por el territorio norteamericano?
Tal vez, con ese ahorro, podrían haber agregado unos cuantos artículos más.
Parece que el espectáculo se planificó con un show al comienzo, en la frontera
de Canadá, y otro al final, en la frontera con México.
Es
conveniente señalar, para quienes no están enterados, que estos envíos no se
hacen a Cuba sino al gobierno cubano, que parece igual pero no es lo mismo,
quien los distribuye a través de sus organizaciones e instituciones u otras
afines, según sus intereses específicos. Ninguna organización no gubernamental,
que no responda a sus intereses políticos, es tenida en cuenta,
independientemente de las necesidades de sus miembros: 22 veces se ha repetido,
así que no constituye una casualidad.
Cuando se
apuesta por la paz, se trata de facilitar el diálogo y la tolerancia entre las
partes en conflicto. Durante más de veinte años, estos Pastores han defendido
las posiciones y repetido los argumentos y las consignas del gobierno cubano.
Jamás se han preocupado por la situación de ningún preso político, ni por sus
madres, esposas e hijos, y mucho menos, han escuchado la opinión de los que
piensan distinto, que son tan cubanos como los demás. Con esta falta de
neutralidad, no es posible pretender que alguien crea que apuestan por la paz.
Esto de
utilizar para todo el nombre de Cuba, cuando en realidad lo correcto sería
decir gobierno de Cuba, es algo que ya resulta molesto para muchos ciudadanos.
Como todos sabemos, el gobierno no representa ni sustituye a todos los once
millones de cubanos que vivimos en la isla, y mucho menos, a los más de dos
millones que residen fuera de ella. Si los Pastores, o cualquier otra
organización, quieren apoyar al gobierno, que lo hagan (están en su pleno
derecho de hacerlo), pero que no se escuden tras el nombre de Cuba, y mucho
menos de los cubanos: deben asumir su decisión, con todas sus implicaciones
presentes y futuras. Es verdad que no son todos los que están ni están todos
los que son pero, sin ánimo de ofender: parece que Dios los cría y el Diablo
los junta.
*La Habana,
1938 . Estudié en los Escolapios de la Víbora y me gradué de Perito Mercantil.
Trabajé en publicidad (investigador de mercado y productor de comerciales y programas
para la televisión); también fui militar. Me interesa la literatura, el cine,
los deportes profesionales y la naturaleza. Hace años escribo. El
Blog Mermeladas
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