Por: Iris Borrero.
Este domingo se efectuó en el Malecón habanero la tradicional lectura
bíblica que organiza la Liga Evangélica de Cuba por el día mundial que celebra
a ese libro.
Aun después de amenazas
vía redes sociales contra la actividad independiente por parte de cierto
activismo LGBT varios creyentes se reunieron en la populosa avenida con sus
Biblias.
Hubo mucha menor afluencia que años pasados a causa del ambiente hostil
creado por activistas como Roberto
Ramos Morí o Elaine
Saralegui, quienes han incitado a la violencia anteriormente, y la prensa
independiente cubana cubrió el suceso.
El portal CiberCuba publicó una nota con el titular “Activistas
LGTBI y evangélicos cubanos vuelven a mostrar diferencias en el malecón de La
Habana”, sin embargo, no se ajusta a la realidad de los hechos.
Los evangélicos asistieron a un festejo que esperan anualmente, quienes
mostraron su diferencia contra los ciudadanos que allí se reunieron fueron
cuatro activistas, liderados por el exdiputado del régimen, Luis Ángel Robles.
Los evangélicos no mostraron diferencias con nadie este domingo, simplemente
celebraron el libro central de su fe.
Lo más importante, y que sugiere el título del texto pero sin dar
mayores luces: los activistas que blandieron una bandera gay desde un auto a
toda velocidad, ¿con qué mostraron su desacuerdo? ¿Contra qué cristianos lean
en silencio La Biblia? ¿Contra la libertad de reunión de un grupo social?
¿Contra una actividad independiente, en un país cuyas libertades están
cercenadas por una dictadura?
Sabiéndolo o sin saberlo -es todavía un misterio- activistas LGBT le
hacen el juego al castrismo, ahora, como grupo de choque contra otros grupos de
la sociedad civil. Esto recuerda, tristemente, los actos de repudio no tan
lejanos en la memoria instigados por La Habana.
Leyendo la Biblia en el Malecon habanero
Es penoso que, desinformando, inventando la confrontación en momentos
específicos donde no los hay (como durante la lectura bíblica del domingo),
esté un periodismo independiente que admiro y creo necesario para el país.
El Informe Keller señaló a inicios de este año la parcialización de la
prensa independiente en la controversia sobre el derrotado artículo 68 (que
admitía el matrimonio gay en Cuba) y la satanización de la comunidad
evangélica.
En este caso, incluso, el informe señala parte de un dossier de El Toque, que tergiversa los patrones con que
mide estadísticas sobre cuántos textos (tanto en medios estatales como no
estatales) se publicaron a favor y en contra de la aprobación del artículo 68
en febrero pasado.
Volviendo a la actuación de los medios independientes sobre la lectura
bíblica de este domingo, la nota que más llama la atención es la de ADN
titulada: “Exdiputado
gay paseó la bandera LGBT+ frente a activistas religiosos en el Malecón”.
El apunte más relevante sobre esta nota es el siguiente: no había “activistas religiosos” en el Malecón.
Había familias, niños, ancianos, personas con discapacidades, mujeres y
hombres.
La lectura bíblica se ha hecho año tras año por casi una década, no
responde al contexto de ataques de una parte del activismo LGBT contra la
comunidad evangélica cubana, como ya se había explicado.
No creo que los medios independientes sean el enemigo del pueblo, ni
mercenarios (como les llama el castrismo), sino que son imprescindibles para la
conformación democrática del país.
Sin embargo, debemos recordar cómo se ve en verdad el periodismo
militante. El que bajo la bota del Partido Comunista de Cuba difama de la
oposición pacífica, el que en la Unión Soviética prohibía hablar sobre abusos
del gobierno central sobre judíos y otras poblaciones minoritarias, el que en
los movimientos de izquierda latinoamericanos cerraba las planas para “errores” como el asesinato del poeta
Roque Dalton, etc.
El periodismo
militante no existe (4), su nombre es propaganda. Y eso, siempre deja
víctimas.
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