Ni “gusanos” ni disidentes: respuesta a una
publicación católica cubana
Resulta lamentable lo aparecido en “Vida Cristiana” el
pasado domingo.....,
Por: Rene Gómez Manzano.*
Durante mi carrera como periodista independiente en Cuba, más de una vez
he tenido que rebatir planteamientos calumniosos hechos por los poderosos
medios de propaganda castristas. Lo que nunca pensé es que llegaría un día como
hoy, en que el objeto de mis refutaciones tuviera que ser un trabajo publicado
en la pequeña prensa católica del país.
Se trata del Número 2769 del plegable hebdomadario Vida Cristiana. Esa
publicación consiste en una simple hoja de papel gaceta y tamaño legal, impresa
a cuatro páginas, que cada fin de semana se entrega a los fieles después de
misa. Su modesta tirada se ajusta a las limitadas posibilidades editoriales con
las que cuenta la institución más antigua de nuestra Patria.
La publicación es tan modesta que ni siquiera se vende. Su primera plana
siempre está dedicada a un tema relacionado con la liturgia de la palabra de
ese domingo. Otras secciones fijas contienen el santoral y las lecturas
bíblicas de la semana, así como algún soneto del prolífico hermano Jesús Bayo.
Los restantes trabajos —ninguno de los cuales excede de una página—
narran experiencias vivenciales o eventos eclesiales; de modo eventual,
consisten en un artículo de opinión. Yo, como católico practicante, en
ocasiones puedo no estar de acuerdo con alguna de las tesis esbozadas en estos
escritos, pero mi discrepancia no ha pasado de ahí, pues los planteamientos se
hicieron con el debido respeto al prójimo. No se trata de algo que deba
asombrarnos, pues eso es lo que cuadra a una publicación cristiana.
No sucedió así con el artículo de esta semana que provocó mi malestar y
motivó estas líneas. Se trata del trabajo intitulado “El Amor Todo lo Puede”, escrito por Julio Pernús. A pesar del
título, que se reproduce en la línea final de la obrita, ésta parece inspirada
en un odio visceral contra “el otro”, en el desprecio más profundo hacia el que
piensa o actúa diferente. Se trata, como es obvio, de sentimientos naturales en
un comunista, pero no en un católico.
En un párrafo digno del olvido, el autor, refiriéndose a Estados Unidos,
plantea: “Como muchos miembros del pueblo
cubano tengo familiares allí, que por cierto no son gusanos, lumpens ni
disidentes. Son personas honestas y trabajadoras que decidieron emigrar”
(…).
Insisto en que jamás pensé leer palabras como ésas en una publicación
cristiana. El término despectivo “gusano”
fue ideado y empleado sin recato alguno por el fundador de la dinastía
castrista para referirse a otros seres humanos que discrepaban de él y de sus
erradas políticas; fue pronunciado desde elevadas tribunas y utilizado de manera
habitual como parte inseparable de la neolengua “revolucionaria”. El vocablo
“gusanos”, en boca de Fidel Castro, fue un hermano carnal de “las cucarachas” a
las que gustaba injuriar Adolfo Hitler y de “las ratas” del norcoreano Kim
Il-Sung.
Se trató de un medio grosero, pero por desgracia efectivo, de denigrar
al adversario, de ningunearlo y convertirlo en “no persona”. Su empleo en el lenguaje cotidiano constituyó el
prólogo imprescindible para transformar a todo el que discrepaba en objeto
válido de cuanto abuso y cuanto atropello se les ocurrieran a los jerarcas del
Nuevo Régimen. ¿Qué corresponde hacer con un gusano? ¡Despreciarlo y
aplastarlo!
Pero el uso generalizado de dicha palabra, con ese sentido, data de los
primeros tiempos de la Revolución, décadas atrás. En fechas recientes, no la he
leído ni siquiera en el Granma, lo cual es mucho decir. De hecho, en esa
acepción peyorativa no recuerdo haberla visto impresa desde hace años, hasta
que ahora Vida Cristiana — ¡nada menos que un periódico católico!— volvió a
utilizarla.
Algo parecido —aunque ya no tan claro— sucede con el neologismo “lumpens”. Por supuesto que esta voz
tiene su significación correcta, pero también ella ha sido prostituida por el
totalitarismo. Durante el Éxodo del Mariel, ese término se aplicaba no sólo a
los convictos sacados de las prisiones u otros antisociales (que en puridad
podían merecer ese calificativo, lo que no justifica que se les insultara así
de manera pública). También se usó para las personas decentes recogidas por sus
familiares.
Por último, Pernús incluye a los “disidentes”;
es decir: presenta al que discrepa como otra supuesta personificación del mal.
Salvando las distancias, ese párrafo bochornoso me recuerda una anécdota de la
República Dominicana. En las primeras elecciones democráticas celebradas allí
tras la eliminación del tirano Trujillo, hubo dos candidatos presidenciales
favoritos: Viriato Fiallo y Juan Bosch.
En un mitin de campaña, el primero se refirió a todos sus compatriotas,
pero pretendió puntualizar el concepto con unas palabras repulsivas: “Los
negros, los mulatos y las personas decentes”… La frase, de claro contenido
racista, pronunciada en un país donde el proceso de mestizaje está muy
avanzado, puso de manifiesto que el señor Fiallo, además de un hombre malo, era
un pésimo político. No en balde Bosch ganó a sombrerazos.
Ahora Pernús hace algo parecido. Para cerrar con broche de oro su
repugnante párrafo, pone de un lado a “gusanos,
lumpens (y) disidentes”. Del otro, frente a ellos, coloca a las “personas honestas y trabajadoras”. ¡Y
que una cochinada como ésa la hayamos tenido que leer en un órgano cristiano!
Cubanet
* (La
Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes
colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista.
Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de
conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la
Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación
HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el
Premio Ludovic Trarieux.
No hay comentarios:
Publicar un comentario