No, así no se inicia un panegírico o discurso breve de exaltación a una persona que ha fallecido y por la cual uno siente un aprecio especial. Efectivamente, Nilo Domingo Domínguez, el pastor, ha fallecido. Ayer por la mañana recibimos una llamada con la noticia.
Nunca escuché acerca de Nilo en Cuba; en la iglesia y fuera de ella, tenía
demasiadas ocupaciones que me impedían siquiera acercarme a la vida de este
gran hombre. Lo conocí en una terraza de una vivienda situada en las afueras de
La Habana, e intercambiamos algunas palabras. Le transmití una información muy
reveladora a él, que en ese momento era el presidente de la Convención Bautista
de Cuba Occidental. La escuchó con cautela, observó a quienes se encontraban
allí y simplemente dijo: "Atendamos eso".
Cuando vivía en los Estados Unidos, visitó Fort Worth varias veces; su
llegada era noticia y sus pláticas y sermones eran un privilegio excepcional.
Lo seguíamos donde quiera que fuera y teníamos diálogos virtuosos. Nos quedamos
aguardando una visita final, como si fuéramos a rendirle homenaje al hombre que
ardía por las cosas de Dios, que tenía un valor decidido y un amor
inquebrantable hacia sus semejantes.
Me dio un libro de los que escribió y le dije, medio en broma, medio en
serio, que se lo promovería, y lo hice. Después, con cada libro venía una
sencilla dedicación: “para mis amados hermanos en Cristo y fieles amigos, Dr.
Eloy González y Sra.”. Un día me llegó una carta, como las que hacía escrita de
puño y letras. En un apartado incluyo un punto, desconcertante y cierto, donde
hacía una confesión de mi interés. Quizás escribió la breve carta para
llevarme, en un gesto de respeto y solidaridad, esa afirmación que también era
laudo definitivo. Esto es inusual, pero me brindó una sensación de confirmación
de la verdad que requería. Le agradezco por esto y conservo la carta breve.
Tal vez escribió la breve carta como para llevarme, en gesto de solidaridad
y respeto, aquella afirmación que era también laudo definitivo. Es inusual
esto, pero me produjo una sensación de afirmación de la verdad que necesitaba.
Le estoy agradecido por esto y guardo la breve carta.
Cuando andaba por aquí, todos hablaban de su presencia entre nosotros, y
solamente lo decían aquellos que lo conocían por estos lares: "Nilo vino, anda
por ahí"... así de simple, Nilo. ¿Lo consideran una falta de respeto? No,
así es como se refieren a las personas de gran valor los individuos sencillos.
Ayer, nos llegó la noticia de su partida. “Nilo murió ayer”, me dijeron.
Hace algún tiempo él confesó, en uno de sus libros, su propósito de vida:
“Eso he querido ser yo, una bendición para todo el que ha tenido relación
conmigo”
¡Amigo, hermano…, lo lograste! ¡Ve en paz con tu Dios!
Eloy A González
Fort Worth, Texas a los 22 días del 2025



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