Así
transcurrió el insólito juicio de la URSS en el que Dios fue condenado a muerte
por «genocidio».
Poco
después de instaurarse la Revolución comunista de 1917. En esta vorágine de
acontecimientos se organizó en Moscú un tribunal popular al que el primer
Gobierno bolchevique declaró absolutamente competente para juzgar al
Todopoderoso por sus «crímenes contra la Humanidad» y «genocidio». El ataque
más insólito se produjo a comienzos de 1918, con el llamado «Juicio del Estado
Soviético contra Dios»
En
primer lugar, se produjo la lectura de todos los delitos que el pueblo ruso, en
supuesta representación del resto de la especie humana, atribuía el «reo». Los
fiscales presentaron una gran cantidad de pruebas basadas en testimonios
históricos, según los cuales la imputación principal estaba clara: Dios era
culpable. Los defensores designados por el Estado soviético, por su parte,
aportaron pruebas de su inocencia. Llegaron incluso a pedir la absolución del
acusado, alegando que padecía una «grave demencia y trastornos psíquicos» y
que, por lo tanto, no era responsable de los hechos que se le achacaban.
Tras
cinco horas de testimonios, apelaciones y protestas, el tribunal declaró
finalmente «culpable» a Dios de los delitos por los que era juzgado. A
continuación, Lunacharski leyó la sentencia: el Señor era condenado a muerte y
debía ser fusilado a la mañana siguiente. Hasta entonces, sus abogados no
tendrían derecho a interponer ningún tipo de recurso ni establecer el más
mínimo aplazamiento. Al amanecer, un pelotón llevó a cabo los deseos del juez
disparando varias ráfagas al cielo de Moscú.
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Fuente. ABC historia.
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