Por: Eloy Arnaldo Gonzalez. *
Es domingo en la tarde, es calida la brisa en el ruidoso andar en la autopista; ésta la que nos lleva al norte de la ciudad, para asomarnos al oeste donde el sol ya en el poniente trae una constelación de colores que anuncian una explosión de ritmos y de cantos, añoranzas de palmeras y de patios de una Patria distante casi de encanto.
Llegamos a la Iglesia Bautista Getsemani, aquí en Fort Worth, animados por las noticias agradables de ver y escuchar al Grupo musical: Alabanza DC, que viniendo de nuestra distante y amada Isla, se presenta en esta ciudad para regocijo de la escasa pero siempre animada comunidad cubana. Hay un sentir de admiración y sorpresa con la presencia de estos jóvenes cristianos que vienen a mostrar su probado talento y su especial cuidado en la Fe que así profesan. No van escatimar en deleitarnos con su arte de entrega a Dios traído desde el mismo centro de la Isla, de la lejana Santa Clara de donde son originarios.
Este grupo toma forma y pasión en la distante Santa Clara hace algunos años, en la Primera Iglesia Bautista de esa ciudad, y no es la primera vez que nos visitan en Fort Word, Texas a donde han venido a traernos una tarde de concertada música, testimonios francos, sueños compartidos y poesía arrancada a nuestra tierra.
Jóvenes son y dados al talento, herederos de raíces caribeñas de una música que es todo menos el silencio, que se traduce en ritmos acabados que vuelan en felices instantes, como sacados de palmeras que desafían el viento, ardientes guardarrayas, verde-gris de extensos cañaverales, y el suave murmullo de un arroyo que se hace melodía. Traen a Dios en el corazón como traen la Patria en la mirada.
En resuelta presentación en una melodiosa guaracha que alcanza a las tímidas caderas, nos dicen así de identidad en vocablos que alternan: somos latinos/somos cristianos/somos un pueblo en Dios/ somos hermanos. Superada la duda de un auditorio tal variado, los jóvenes sumando ritmos cubanos tan auténticos como sus voces que cantan a un Dios al que saben honrar, nos sumergen en una nueva melodía que reconoce la grandeza del Todopoderoso:
Tu me has dado alegría/me has dado la vida/ y esta melodía/tu eres Dios gigante/ la única razón para cantarte.
Los vocalistas hacen gala y dominio de melodías conocidas al interpretar: “Sublime Gracia’ y “Cual grande es El”, que precisan el sentir colectivo de un Dios de amor, y de grandeza que alcanza a todos. Ese es el mensaje de amor y de saber que Dios existe, también en Cuba: la distante y añorada, la que ha quedado en la memoria en este camino ausente y deslustrado como es el Exilio, en el que andamos en el filo de la espera.
Ha quedado para el final ese sollozo, casi escondido entre las palabras y los gestos, de un auditorio que se hace identidad de Isla y de fuego, de torbellino de ritmos y de un huracán de sueños.
Ahora los jóvenes músicos y vocalistas del grupo Alabanza DC nos traen una Guajira: “Como agradecer”; que se hace Son en inquieto estribillo, para deleitar el recuerdo con notas firmes de las claves en compás que procura seguir sin pensarlo las agudas y cortas notas del trés siempre apresurado; y el acompasado movimiento de la maracas que hacen recordar el crujir del guano o el lento movimiento de carretas. Para completar la lúcida armonía, el fondo suave y casi de queja de las notas prolongadas de la trompeta, que hace de sus largas y sombrías notas presagio de tormenta.
Terminan con un Son cual melodía de fuego y mestizaje; oscura celosía de una identidad que es crisol, condición y aferramiento. Vienen los ritmos alegres y de cierto, que todos allí sentimos que había mucho de lo nuestro. Había montes verdes colmados de décimas dichas en las tardes de domingos; frescura de flores acechadas por la brisas, fragancias de los patios visitados por el rocío de la mañana y aromas de selectas flores que se confunden con recuerdos de tardes en familia y hogares casi olvidados. Había matinée de domingos y verbenas, pregones de mañanas y juegos de niños en veranos de quimeras.
Repica el tambor como recordando que las tristezas no tendrán descanso. “Tremendo gozo, es una bendición cantarte a ti”, dicen los jóvenes vocalistas, mientras el auditorio se suma en improvisado coro para compartir tan contagioso tema. Hay una fruición colectiva de Dios, de una alegría infinita y complaciente de saberse empleados en cantar al Creador. Hay júbilo y una limpia ejecución de música que llega desde Cuba hasta el Norte de Texas. Hay también luces, cielo azul, el verde mar que baña nuestras costas, transparentes playas y misteriosas arboledas, olor a mango y lomas en primavera.
“Tremendo gozo”; sin embargo, aún guardo el lamento y el sentir que uno se pierde poco a poco. Ya en este lunes empiezo de nuevo a mirar este día siempre cruel de la semana, mientras un sol sin prisa se adelanta. Queda al agradable recuerdo de una tarde donde Dios se hizo Patria. Donde muchos se sintieron felices de compartir un Dios y orgullosos de sentir tan de cerca la Patria infeliz de los ausentes.
© 2006
* Physician and Freelancer Writer. E-mail: eloy_gnzlz@yahoo.com
Article published in: Panorama Hispanic Newspaper. June, 2006
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