Por: Jorge Olivera Castillo.*
LA HABANA, Cuba, julio 2009. - No hubo conexión con Dios. A las oraciones les faltó el combustible del amor, el motor de la originalidad, el timón de la franqueza.
La interpretación que mejor se ajusta a la actividad final por el décimo aniversario de la Celebración Evangélica Cubana, es que fue un evento deslucido y poco creíble a partir del guión obviamente revisado y bajo la fiscalización de los representantes del partido y el gobierno.
Pedro Sáez, primer secretario del Partido Comunista en Ciudad de La Habana, miraba desde las gradas con cara de pocos amigos. No había entusiasmo en su rostro.
Juan Contino, presidente del Gobierno en la capital, tampoco expresaba nada que pudiera catalogarse como alegría o sensibilidad a la mención de los versículos bíblicos aderezados con pinceladas marxistas. Este es el ensamblaje que se hace para no perder la costumbre de hacer guiños a quienes extienden los permisos para las celebraciones y anotan los incumplimientos de los pactos realizados tras el cortinaje de los púlpitos.
¿Cómo creer en presbíteros y pastores que leen de cabo a rabo el sermón, desestimando la espontaneidad que debería brotar de un verdadero espíritu evangelizador? ¿Por qué esa sospechosa imbricación de Salmos, Cartas de los profetas, entre otros pasajes de la Santa Biblia, con segmentos literales del discurso oficial?
Lo sucedido el pasado sábado en el estadio Pedro Marrero, fue un ardid que no responde a la seriedad y al respeto que corresponde a una institución que dice profesar las ideas de Jesucristo.
El denominado Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) adolece del virus de la parcialidad y deja claras evidencias de una dudosa comunión con el Espíritu Santo. ¿Es serio el agradecimiento ofrecido al gobierno por el reverendo Ismael Laborde, en lo tocante a la concesión irrestricta del derecho a la libertad religiosa?
No es que en Cuba se persiga a los cristianos a la usanza de Nerón, Trajano y Marco Aurelio, emperadores contrarios a la divulgación del cristianismo en la antigua Roma.
Hoy son otros los métodos para silenciar y alcanzar la obediencia de no pocos líderes de la cristiandad, sin tener que quemarlos vivos, echarlo al foso de los leones o desangrarlos en una cruz.
Los tormentos modernos encaminados a someter a los guías que abogan por una verdadera independencia para comunicar la doctrina bíblica, se estructuran a partir del chantaje, la amenaza de encarcelamiento, la prohibición o trabas para salir al extranjero en funciones inherentes a la labor pastoral, el levantamiento del muro legal para impedir la construcción de un templo, y un sinnúmero de técnicas de acoso.
Son interminables los procedimientos para lograr lo sucedido en la actividad llevada a cabo por el Consejo de Iglesias de Cuba.
El hecho de haber obtenido la autorización para efectuar el evento y transmitirlo por televisión certifica que algo hubo tras bambalinas. El ateísmo partidista no cede gratuitamente.
Aunque no lo manifiesten, odian al cristianismo. Cualquier indulgencia en este sentido lleva el sello de lo utilitario. Eso lo sabe muy bien Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido. También estuvo allí, anotando en la memoria los detalles a valorar para el otorgamiento o la negación de próximas peticiones de licencias para la realización de eventos similares.
Busqué durante varios minutos alguna señal divina. Por elegir ese objetivo tuve la desdicha de chocar con el influjo de las tinieblas. Acto seguido apagué el televisor.
*Periodista independiente cubano. Agencia Sindical Press. E-mail: oliverajorge75@yahoo.com
LA HABANA, Cuba, julio 2009. - No hubo conexión con Dios. A las oraciones les faltó el combustible del amor, el motor de la originalidad, el timón de la franqueza.
La interpretación que mejor se ajusta a la actividad final por el décimo aniversario de la Celebración Evangélica Cubana, es que fue un evento deslucido y poco creíble a partir del guión obviamente revisado y bajo la fiscalización de los representantes del partido y el gobierno.
Pedro Sáez, primer secretario del Partido Comunista en Ciudad de La Habana, miraba desde las gradas con cara de pocos amigos. No había entusiasmo en su rostro.
Juan Contino, presidente del Gobierno en la capital, tampoco expresaba nada que pudiera catalogarse como alegría o sensibilidad a la mención de los versículos bíblicos aderezados con pinceladas marxistas. Este es el ensamblaje que se hace para no perder la costumbre de hacer guiños a quienes extienden los permisos para las celebraciones y anotan los incumplimientos de los pactos realizados tras el cortinaje de los púlpitos.
¿Cómo creer en presbíteros y pastores que leen de cabo a rabo el sermón, desestimando la espontaneidad que debería brotar de un verdadero espíritu evangelizador? ¿Por qué esa sospechosa imbricación de Salmos, Cartas de los profetas, entre otros pasajes de la Santa Biblia, con segmentos literales del discurso oficial?
Lo sucedido el pasado sábado en el estadio Pedro Marrero, fue un ardid que no responde a la seriedad y al respeto que corresponde a una institución que dice profesar las ideas de Jesucristo.
El denominado Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) adolece del virus de la parcialidad y deja claras evidencias de una dudosa comunión con el Espíritu Santo. ¿Es serio el agradecimiento ofrecido al gobierno por el reverendo Ismael Laborde, en lo tocante a la concesión irrestricta del derecho a la libertad religiosa?
No es que en Cuba se persiga a los cristianos a la usanza de Nerón, Trajano y Marco Aurelio, emperadores contrarios a la divulgación del cristianismo en la antigua Roma.
Hoy son otros los métodos para silenciar y alcanzar la obediencia de no pocos líderes de la cristiandad, sin tener que quemarlos vivos, echarlo al foso de los leones o desangrarlos en una cruz.
Los tormentos modernos encaminados a someter a los guías que abogan por una verdadera independencia para comunicar la doctrina bíblica, se estructuran a partir del chantaje, la amenaza de encarcelamiento, la prohibición o trabas para salir al extranjero en funciones inherentes a la labor pastoral, el levantamiento del muro legal para impedir la construcción de un templo, y un sinnúmero de técnicas de acoso.
Son interminables los procedimientos para lograr lo sucedido en la actividad llevada a cabo por el Consejo de Iglesias de Cuba.
El hecho de haber obtenido la autorización para efectuar el evento y transmitirlo por televisión certifica que algo hubo tras bambalinas. El ateísmo partidista no cede gratuitamente.
Aunque no lo manifiesten, odian al cristianismo. Cualquier indulgencia en este sentido lleva el sello de lo utilitario. Eso lo sabe muy bien Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido. También estuvo allí, anotando en la memoria los detalles a valorar para el otorgamiento o la negación de próximas peticiones de licencias para la realización de eventos similares.
Busqué durante varios minutos alguna señal divina. Por elegir ese objetivo tuve la desdicha de chocar con el influjo de las tinieblas. Acto seguido apagué el televisor.
*Periodista independiente cubano. Agencia Sindical Press. E-mail: oliverajorge75@yahoo.com
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